La proeza de Pablo Sánchez: compite en Nerja 72 horas después de ser atropellado
El atleta y enfermero granadino fue derribado por un vehículo cuando iba en su moto el miércoles y aun así compitió, cargado de contusiones, la semifinal del Campeonato de España el sábado
Pablo Sánchez no pasó de la semifinal de los 1.500 metros lisos en el Campeonato de España absoluto de atletismo al aire libre en Nerja, pero volvió a Granada con un título: el del coraje. El mediofondista granadino compitió solo 72 horas después de haber sido atropellado en el Zaidín, el barrio en el que reside. Conducía su moto el miércoles cuando un conductor despistado se saltó un ceda al paso con su coche y se lo llevó por delante. «Salí despedido cuatro metros, pero tuve la suerte de caer con el casco sobre el cuello y el hombro; el golpe fuerte me lo llevé en el tobillo, con una herida de cinco puntos de sutura, y la pierna derecha, con esguinces tanto en el tobillo como en la rodilla y quemaduras también por el hombro y la escápula. La moto quedó siniestro total, destrozada», cuenta el atleta, enfermero de profesión.
Aun así, y una vez que comprobó que no tenía nada roto pese a todas las contusiones y que iba a mejor, Pablo Sánchez se propuso ponerse tras la línea de salida en Nerja el sábado a las seis y media de la tarde. «Los antiinflamatorios y la medicación hacen milagros hoy en día», bromea el deportista de La Zubia, hijo de Paco Sánchez Vargas. «Quería competir y lo conseguí, y tampoco lo hice tan mal, la verdad», se congratula. Corrió la tercera semifinal y fue quinto con una marca de 3:51.32, a tres segundos de pasar a la final por puestos al ser tercero Enrique Herreros con 3:48.73 tras Adel Mechaal, con 3:48.33, y el luego campeón Mario García Romo con 3:48.06. «Estoy contento porque fui yo mismo. Lo más fácil habría sido darme de baja y quedarme unos días en casa 'empastillado', pero estuve luchando para rehabilitarme por todos los medios y lo conseguí. Es una victoria contra mí mismo y me quedo con la conciencia tranquila», celebra Pablo Sánchez.
Sus peores momentos los pasó en la ambulancia, cuando fue recogido por sus compañeros del 061, a los que está «muy agradecido» porque «se portaron genial». «Me trasladaron al hospital y estaba muy preocupado porque me veía en el quirófano, todos sospechábamos que hubiese huesos rotos en la herida abierta y que me quedase como mínimo un mes y pico fuera de juego. Al final me hicieron rayos X y todas las pruebas que necesitaron durante todo el día en el hospital y después de valorarme varias veces vieron que no tenía nada roto, aunque tenía mucho dolor por todas las contusiones del golpe, y me dieron el alta. Me fui a casa en silla de ruedas, con la pierna inmovilizada, y me pidieron que no la apoyase ni la moviera nada en un par de días por los esguinces de tobillo y rodilla», comparte.
Con todo, Pablo Sánchez quiso ver el vaso medio lleno en todo momento y se planteó una recuperación exprés «por etapas, porque todo pudo ser peor». «En cuanto me dijeron que no tenía nada roto, di un paso adelante. A poco que remitía el dolor, otro. En cuanto me quité el vendaje el viernes y vi que tenía menos derrame e inflamación, otro. Poco a poco fui andando bastante bien, aunque sigo con mucho dolor, y quise hacer mi vida normal sin darme de baja en el trabajo ni siquiera», repasa. «Como cada paso iba siendo positivo, me planteé no tirar la toalla tras tantos meses de trabajo, aunque sabía que no lo iba a hacer tan bien como me habría gustado», se resigna el atleta del Surco Lucena.
Un año atrás, en Getafe, Pablo Sánchez fue quinto de España en 1.500 metros lisos al aire libre. Esta pasada temporada de invierno, fue séptimo de España en 3.000 metros lisos con marca personal en Ourense en febrero y campeón nacional de milla en Breña Baja en abril. «Estaba muy en forma y tenía muchas ganas de correr en Nerja, ahí al lado, con toda mi familia, pero todo se truncó por ese percance. Me frustra, porque han echado por alto todo mi esfuerzo por un despiste ajeno a mí, pero no quería que fuesen en vano tantos entrenamientos con frío, lluvia y nieve, a deshoras y cansado por mi trabajo de enfermero. Cuando me atropellaron sabía que si había una mínima posibilidad de correr, iba a estar ahí, y lo estuve», celebra Pablo Sánchez, orgulloso de su proeza. No es para menos.
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