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John Carter, con algunos de sus alumnos en el lugar que ha habilitado como gimnasio. PEPE MARÍN

Un nuevo templo del boxeo en Almanjáyar

Reportaje ·

El púgil granadino John Carter se convierte en empresario al abrir un gimnasio especializado en su barrio de siempre

ANTONIO NAVARRO

GRANADA

Sábado, 10 de septiembre 2022, 00:41

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El nuevo reto que John Carter (Granada, 1994) tiene por delante está relacionado con el deporte de las dieciséis cuerdas, pero no es exactamente un combate ante un rival con nombre, apellidos y una manera de trabajar que pueda ser estudiada. El púgil granadino –dos veces campeón de España (2018 y 2019) y una vez campeón del título de la Unión Europea (2020) en categoría superpluma– ha decidido emprender y ha aparcado su trabajo en la carpintería familiar para crear su propio gimnasio, el 'Club de boxeo Carter'.

Esto, lo de aparcar la carpintería, es literal porque el gimnasio se sitúa en la Calle Arzobispo Pedro de Castro, en Almanjáyar, en lo que antes era la exposición de 'Cocinas Carter', un negocio que desde este mes de agosto pasa a ser solo un taller de carpintería. El púgil granadino ayudará a su padre y a su hermano James cuando sea necesario, pero pasará la mayor parte del tiempo en el gimnasio. Lo ha decorado con mimo ya que, además del ring en el que sus alumnos pondrán a prueba sus habilidades, las paredes están llenas de leyendas del boxeo y de recortes de periódicos en los que se relatan sus éxitos y los de esos boxeadores de su generación como Abdessamad Nechad y Jennifer 'Bam Bam' Fernández que, con mucho sudor y trabajo, han llevado el nombre de Granada a lo más alto del panorama boxístico nacional e internacional.

Cuando Carter nos recibe en su recién inaugurado negocio no duda en afirmar con la sinceridad que le caracteriza que «emprender hoy en día es muy difícil» porque «los políticos no ayudan» y es por eso que confía en que sea posible «sacar esto adelante porque, como este local es de mi familia, me podré ahorrar gastos de alquiler».

PEPE MARÍN

La idea de montar su propio centro le surgió después de llevar ocho años trabajando en el Gimnasio Triunfo, «donde he estado muy a gusto, pero como se cerró para que ese local fuese alquilado a Mercadona, decidí crear mi propio negocio». «Gracias a Dios tengo el apoyo de mi padre, tenía la posibilidad de instalarme en este local y aproveché y le tiré», añade. «Prefiero trabajar para mí mismo porque no me gusta que me manden y como estaba un poco quemado de la carpintería, he convertido esto en un gimnasio. Así que mi hermano sigue con el taller y, justo al lado, hemos abierto este centro de entrenamiento personal», describe.

El gimnasio estará centrado en todo lo relacionado con el boxeo, su «especialidad». «Aunque sepa algo de pesas o de kickboxing, donde entiendo que más puedo ayudar a la gente y compartir mis conocimientos es en lo relacionado con el boxeo», subraya, aunque Carter tampoco renuncia a otros horizontes a medio o largo plazo. «Si en el futuro tengo que enseñar kickboxing o ayudar a quien desee centrarse en las pesas, no se me caerán los anillos. Me formaré y lo haré, pero no a nivel de competición como sí me siento preparado para hacerlo desde ya en el campo del boxeo», argumenta. La cuota mensual de este centro de entrenamiento será de 40 euros y dará derecho a ejercitarse en él de lunes a viernes.

La mayoría de sus primeros clientes son jóvenes, chavales del barrio que tienen plena confianza en que podrán crecer de la mano de su ídolo y que quizá en un futuro puedan tomar el relevo y convertirse en los mejores boxeadores de la provincia. Carter no ve necesario meterle prisa a esta generación y llama a tener paciencia con la cantera del boxeo local: «Hay que ir poco a poco porque seguro que hay chavales que puedan ser como nosotros (los citados Carter, Nechad y Fernández) o mejores porque nosotros no somos nadie, pero tienen que ponerle mucha ilusión. Por mi parte tengo fe en ayudar a que alguien pueda llegar a donde hemos llegado nosotros, pero en el camino necesitará derramar mucho sudor y sangre».

Lesión neuronal

Tras ganar el Campeonato de Europa, Carter estuvo un año sin pelear debido a una lesión neuronal que finalmente los médicos declararon que no era peligrosa para su salud. En ese tiempo, «claro que pensé en colgar los guantes y, de hecho, los colgué provisionalmente por miedo porque venía mi niña en camino –ahora está a punto de cumplir su primer año de vida– y no quería que tuviera un padre 'tontico'». «Cuando me hicieron todas las pruebas y me dijeron que estaba bien, que solo era un problema hereditario como el que tiene una oreja más grande que la otra y no le afecta en el trabajo, fue cuando decidí volver y tirar adelante», descubre.

Parar durante más de un año y volver a boxear para mejorar un expediente que hasta ese momento era casi perfecto (14V-0D-1N) fue «algo muy raro». Y es que el 'francotirador' sintió que su combate del pasado mes de junio en Valladolid fue «como volver a debutar». «Me emocioné al salir a la pista y al subir y ver a Alba (su pareja) allí abajo mirándome. Me sentí como la primera vez, que lo había vuelto a conseguir», reconoce.

Durante ese primer combate tras su obligado parón, «el rival (el nicaragüense Sergio González) fue sucio, no quería boxear y costó sacarlo adelante», pero las ganas de volver a protagonizar un combate siguen intactas y «si todo va bien», Carter participará en una velada que se está organizando para el próximo 24 de septiembre en Marbella (Málaga). La pelea, que será a seis asaltos y en la que aún no tiene rival confirmado, servirá para «arrancar» de nuevo en un momento en el que Omar Sánchez, su entrenador, le insiste en que «no coma tanto, me centre en los entrenamientos y mueva mucho la cabeza para evitar golpes porque todos los que podamos evitar buenos son». Palabra de emprendedor.

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