Currantes del fútbol de Granada
Los jugadores del Maracena, a por el trabajo de sus vidasLos efectivos azulillos ultiman su enfrentamiento de Copa ante el Valencia de Primera división mientras desempeñan sus profesiones en el día a día como cualquiera
La alarma no perdona en cuanto el cielo comienza a clarear. Toca desperezarse, enfundarse el uniforme y salir rumbo a la oficina, la tienda o el almacén. Todo entre calambres y dolencias fruto del último entrenamiento, una pasión que cuesta mantener ante los desafíos que la vida adulta pone sobre la mesa. Cuando el fútbol no da de comer, los goles saben insípidos y toca buscarse las habichuelas fuera del césped.
La primera plantilla de la UD Maracena tiene la lección bien aprendida. Aunque la componen algunos estudiantes, la mayoría son currantes entrados en la veintena. Nada de futbolistas multimillonarios con coches de alta gama ni con mil y una noches en Ibiza, sino personas de carne y hueso con un empleo con el que salir del paso a los que el deporte rey les sirve como desconexión de su día a día.
Pese a la precariedad de las categorías inferiores, los azulillos llevan varias semanas sintiéndose como verdaderos profesionales desde que conocieron su cruce de Copa del Rey. Mañana se medirán a todo un Valencia, su primer partido contra la élite del fútbol español y europeo. El 'trabajo' de sus vidas.
Con dicha exactitud lo define David Maldonado, zaguero del conjunto dirigido por Javier Vilaseca, después de descargar el almacén de Comercial del Sur Papelería, donde echa horas a diario. «Va a ser el partido más importante que hemos jugado y que jugaremos. Me hace mucha ilusión, también porque es en Los Cármenes. Yo estuve en las categorías inferiores del Granada y me quedé muy cerca de debutar una vez en el estadio. Salí a calentar, pero no pasé de la banda», afirma el mozo y camarero ante IDEAL.
A sus 26 años, vuelve a tener una nueva oportunidad frente a un club de Primera división plagado de jugadores de élite, aunque sin perder de vista su presente. «Tanto mis compañeros como yo somos gente que nos debemos a nuestros trabajos. De hecho, el mismo día del encuentro me toca venir al almacén. Saldré a las cinco y tiraré con la bolsa para el estadio. Y al día siguiente igual, así que tampoco podré celebrarlo a lo grande si pasamos», ríe mientras aparca el torillo mecánico antes de bajar la persiana de la nave.
Después de una nueva jornada laboral cargando palés de paquetes de folios y demás material de oficina, Maldonado arranca la deportiva con su sesión de gimnasio más el entrenamiento junto al resto de compañeros en la Ciudad Deportiva de Maracena. Nada que pueda derrotar al alboloteño, que se define como «un central a los que les gusta rascar por detrás». Que se preparen los delanteros valencianistas, aunque su camiseta soñada es la del meta exrojiblanco Stole Dimitrievski.
Sacrificios
Otro currante es David Romero, maracenero que llegó a competir en Tercera con el sénior. El extremo vive su segunda campaña consecutiva en el equipo, al igual casi que en el Primark. «Necesitaba un trabajo con turno de mañana que me permitiera liberarme las tardes para entrenar, además de para cursar mi grado superior de Administración y Finanzas», detalla sobre su horario, que cumple a base de malabares.
«Se hace complicado llevarlo todo para adelante. Con la Copa, ya son dos meses en los que jugamos cada tres días, algo a lo que no estamos acostumbrados. Recuerdo un día que fuimos a competir a Cuevas del Campo. Volvimos a Maracena muertos de sueño de madrugada. Yo empezaba mi jornada a las siete...», rememora. Uno de tantos sacrificios de los que ahora pasa página gracias al partido del año.
«Será histórico. De niño sueñas con llegar a lo más alto. Vamos a disfrutar mucho al verte con figuras como Gayà, Danjuma o Hugo Duro. Ojalá poder marcar un gol. Se lo dedicaría a mi familia, que vamos a ser más porque hay alguien que va a tener un bebé y es algo que saben pocas personas. Quizá se entera el resto por este reportaje», reflexiona entre los pasillos del establecimiento.
Zambra
El sorteo copero también deparó tremenda alegría en las cuevas del Sacromonte. El capitán azulillo Manu Amaya es hijo de Sensi, descendiente directa de una de las familias santo y seña del flamenco granadino. Además del fútbol, el joven de 25 años regenta el tablao Albayzín que embelesa a los 'guiris' junto al Mirador de San Cristóbal.
«Por desgracia, no salí con el arte de mi familia. Me gustaría saber cantar y bailar, pero siempre me apoyaron con el deporte. Saben que es mi pasión y hacen por respetarla, aunque al final el flamenco es nuestra vida», explica el lateral desde la terraza del local, con vistas a toda la capital.
«Alguna vez me ha tocado ir a jugar por la mañana después de una juerga hasta las cinco de la mañana. No la mía, sino de los clientes y los artistas. Yo me encargo de que todo esté a punto en el tablao. Ya me gustaría, pero me quedo con el fútbol», bromea.
Granadino, Amaya recaló en el Maracena como prebenjamín y así hasta hoy. «Solo pasé un año en el Atarfe. He visto la cara amarga del deporte, con años muy malos a nivel económico. Por eso, la Copa va a ser una fiesta. Es un privilegio inolvidable», concluye. Manos a la obra.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión