Un año del bronce olímpico de David Valero

En el deporte hay instantes que no se pueden explicar. A comienzos de julio, por ejemplo, Tadej Pogaçar llegaba al Tour de Francia sin que nadie cuestionara su hegemonía en el ciclismo mundial y tres semanas después no le quedó más remedio que felicitar a Jonas Vingegaard por haber sido incapaz de soltarlo en ronda francesa. Es parecido a lo que ocurrió hace hoy un año en el circuito de Izu (Japón), en los Juegos Olímpicos de Tokio. Allí, David Valero sorprendió a competidores y aficionados y se alzó con la tercera plaza en la carrera de ciclismo de montaña de la cita olímpica y agarró un bronce para España… y para él.

«Lo recuerdo como un sueño hecho realidad, un trabajo de equipo que dio resultado y fue increíble. Cuando veo las imágenes de aquel día, me emociono, se me pone la piel de gallina», rememora el corredor bastetano. Mikel Zabala, seleccionador nacional de bicicleta de montaña afincado en Granada, recuerda el momento «de forma muy especial» y asegura que lo que ocurrió fue una remontada «que solo es posible para alguien como él».

La carrera no comenzó bien para David Valero. Salió mal y se quedó en una segunda línea, lejos de los puestos de diploma olímpico, aunque sin perder del todo la referencia de los primeros clasificados. El circuito, muy técnico, favorecía más a las aspiraciones de corredores habituales de la bicicleta de montaña que a ciclistas explosivos como Mathieu Van der Poel, que se pasó de frenada en una de las curvas del circuito y se fue al suelo. Y ahí Valero supo jugar sus cartas. La caída de Van der Poel, que lideraba la prueba con el reciente ganador en Alpe D'huez y oro olímpico en la carrera, Thomas Pidcock, abrió las opciones de alcanzar la segunda y tercera posición a otros corredores que luchaban por sobrevivir en el circuito de Izu.

Valero observaba desde el puesto 22 cómo Pidcock, Flückiger y Schurter elevaban el ritmo de la prueba desde el inicio y se dedicaba a resistir. A tres vueltas para el final, con el ecuador de la carrera ya superado, Pidcock se deshizo de Flückiger, segundo en la meta, y se fue directo a por el oro. El suizo, por detrás, gestionaba los tiempos para hacer doblete con su compañero de selección, Nino Schurter, número uno mundial, pero el bronce estaba en el aire debido al marcaje que Schurter estaba haciendo a Victor Koretzky y Anton Cooper para no perder la presea marrón. Ahí irrumpió Valero y se enganchó al grupo, transformando en un cuarteto el grupo de corredores que pelearían por la única medalla que aún estaba en el aire. Y el granadino, valiente, se marchó sin reservas a por la tercera plaza. Cooper y Koretzky cedieron y solo Schurter aguantó unos segundos hasta que no le quedó más remedio que descolgarse del español, que entró eufórico en la meta de la carrera.

«Imposible no era porque ya había ganado a la mayoría de ellos alguna vez. Nino Schurter era el único al que no había superado y ese fue el día. Conforme fui entrando en la carrera y veía sus ritmos y el mío sabía que podía luchar por el diploma olímpico y luego por las medallas», relata David Valero, consciente de la heroicidad que supuso el bronce olímpico de Tokio. «Cuando perdí las primeras posiciones al salir, que no es lo que tenía en mi cabeza, sabía que tenía que tener confianza en mí. Lo trabajamos psicológicamente en la previa, pero la salida fue caótica y me perjudicó. Ahí, en vez de pensar que a lo mejor no era el día, empecé a sentirme cómodo porque solo quería ir para adelante», explica el bastetano. Mikel Zabala, por su parte, recuerda que no empezó a ser consciente de que realmente podía alcanzar la medalla hasta las últimas vueltas de la carrera. «Primero le dábamos las referencias para poder alcanzar el diploma olímpico y luego cambiamos a las medallas. Lo más real, a priori, era que pudiera conseguir lo primero, pero Van der Poel jugó mal sus cartas y Valero optó por sacar el 100% de su carácter. El ciclismo también es esto», explica Mikel Zabala.

De aquel momento se recuerda la frase de Jorge Soto, mecánico de la selección española y hombre de confianza de Valero. «¡David, acuérdate de tu hijo! ¡Vas a hacer historia, vamos!», gritó al bastetano al paso en la última vuelta del circuito. «Al final es una forma de decirle que tiene que darlo todo ese día. De que era el momento de sacar la fuerza. A muchos deportistas les das en la tecla y a Valero está claro que mal no le hizo», rememora Mikel Zabala un año después. El corredor de Baza, por su parte, escuchó perfectamente el grito de aliento desde el puesto de avituallamiento. «Todo lo que nos cuentan nos llega bien y lo que me dijo fue clave, porque era el momento de luchar por las medallas y saqué el máximo de mí para pelear», añade al respecto David Valero, que recuerda emocionado ese instante.

Con la medalla colgada del cuello no llega la calma. El día después de un medallista olímpico es una jornada frenética de trabajo fuera de la bicicleta en el que medios, patrocinadores, amigos o simpatizantes solo quieren hablar con la persona del momento. David Valero reconoce que notó la vorágine posterior y que incluso acabó afectando a su rendimiento deportivo. «Fueron unas dos o tres semanas con mucha atención y mucho trabajo que no sale a la luz. Fue complicado porque quería seguir entrenando, pero no podía por los compromisos que teníamos. De hecho, cuando fui a correr el Campeonato de Europa pensaba que estaba bien y tenía un desgaste encima con el que no contaba», expresa Valero, que reseteó e inició una de sus mejores temporadas de su carrera.

Actualmente es sexto en la Copa del Mundo de bicicleta de montaña y ocupa la novena posición del ránking mundial de esta disciplina ciclista. Tras pasar la covid en el mes de abril, se recuperó e hizo un podio en el mes de mayo y otro en julio en estas pruebas que anualmente miden a la élite del 'mountain bike'. Además, este pasado domingo consiguió su séptimo título de campeón de España y ya se queda a solo uno de José Antonio Hermida. Mikel Zabala cree que todavía tiene gasolina para rato aunque muchos corredores con su edad piensen ya en la retirada. «Mientras tenga la cabeza que tiene actualmente, va a estar ahí. Siempre tiene hambre por ganar. Sé que este año va a hacer un buen Mundial y que peleará con los mejores», asegura el seleccionador.

El foco de David Valero también está puesto en el Mundial que se celebrará en Francia a finales de agosto. En paralelo, se ve llegando a los Juegos Olímpicos de París 2024. «Es un objetivo que me marco a largo plazo, pero siempre que esté en un buen estado de forma, que es lo que quiero». Un año después de Tokio, David Valero sigue con hambre. Sigue con piernas, sigue con ganas, con la satisfacción de su nombre ya está escrito con letras mayúsculas en el Olimpo ciclista.

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