«Se ha premiado el esfuerzo hasta el final y eso me tranquiliza»
El entrenador granadino radiografía su marcha del Covirán, las claves del pasado curso y sus planes de futuro
«Ya tengo mi abono y lo voy a disfrutar, también por ver a un amigo entrenar. Tengo clarísimo que iré con mi familia a verlo, porque es mi equipo». Pablo Pin no duda cuando se le cuestiona si se le verá por el Palacio. No siente despecho alguno por el club que vive como suyo pese a que, no lo oculta, sus últimos meses fueron acompañados de cierta quemazón. Ahora se abre en canal tras dejar el equipo de su vida, un Covirán que, 'in extremis', volverá a ser ACB.
–Después de tantos veranos sin parar, ¿cómo está siendo este?
–Por ahora, descansando. Sin obsesionarme con ver baloncesto, aunque en agosto sí quiero ponerme a ver partidos. Es muy distinto, sí, estuve unos días en la playa sin tener que estar pendiente constantemente del teléfono… es un descanso. He podido despertarme y ponerme a leer, en vez de coger inmediatamente el teléfono o el ordenador para ver un partido a las ocho de la mañana antes de que se despierten los niños. He descansado de verdad. Desde luego, totalmente diferente a lo que acostumbraba.
–¿Qué planes tiene?
–Creo que no habrá ya mucho movimiento en los banquillos. He tenido propuestas para ir a equipos de Primera FEB, que por circunstancias no salieron y tampoco yo quería cogerlas en este momento, también para esperar a ver si podía entrar en ACB. Pero no ha sido así y toca esperar a ver cómo se plantea la temporada. Mientras, empezaré a ver partidos de equipos que me gustan, como Tenerife. Verlos y analizarlos. Y luego, si no tengo nada, pues iré a ver a equipos entrenar. Puede que en septiembre, o si no ya cuando empiece la Liga.
–¿Podría plantearse un año sabático por decisión propia?
–No es mi intención, pero si no encuentro el sitio adecuado, no tengo problema. Sí tengo claro que mi siguiente paso no va a ser por necesidad de trabajar. Será para ir a un sitio donde me quieran de verdad y donde yo quiera ir.
–¿Valora salir al extranjero?
–Sí, sin ningún problema.
–Afronta ahora una realidad nueva: salir al mercado, con las implicaciones que tiene a nivel de vida, conciliación familiar...
–Sí, pero es algo que tienes que tener claro si te dedicas a esto. Ahora llega en un momento en el que hay que tomar decisiones y es algo que ya hemos hablado y organizado en casa. Cuando sea, veremos qué pasa. Tampoco es lo mismo irte unos meses que un año entero. Pero es algo a lo que hay que exponerse si quieres trabajar en esto. Mi intención es crecer como entrenador y eso tiene un precio que hay que pagar.
–Respecto a su salida del Covirán, dio la sensación en sus últimas comparecencias de que lo tenía claro, aunque luego tardó en dar el paso. ¿Dudó mucho?
–Siempre hay dudas, lógicamente. Estaba en un club que había creado yo, con más gente pero siendo muy protagonista. En mi casa, con mi familia... Había muchas cosas como para ser una decisión importante. No era algo para decidirlo al día siguiente de acabar la Liga. Creo que todo el mundo que cierra una etapa, salvo que sea muy mala, tiene dudas. Aunque siempre tuve más claro que ya era el momento.
–¿Cuándo empezó a percibirlo?
–Durante la temporada ha habido momentos duros. Trabajar sin medios es difícil, muy frustrante. Cuando lo vives pero consigues el objetivo, el esfuerzo vale la pena. Pero es que hemos ido a muchos partidos 'sin equipo', y eso frustra mucho. Pero eso entendí que había llegado el momento. No por nada, sino también por trabajar en otro escenario, con otra gente que me aporte otras cosas. Sigo teniendo 42 años; me queda mucho. Pero hubo momentos en que noté mucho cansancio y entendí que al acabar el momento.
–Suele decir que el tiempo dará valor a su trabajo. ¿Realmente siente que no se le ha valorado?
–Creo que sí se ha hecho, pero cuando digo eso, lo digo en general. Fuera de Granada, la gente lo valora mucho. Cuando acabó la temporada recibí varios mensajes de entrenadores muy reconocidos felicitándonos por no habernos dejado ir. De hecho, ahora tiene un valor... Recuerdo cuando perdimos en Coruña, que ya íbamos a ser los últimos y tal. A lo mejor ahora en Coruña se acuerdan y no nosotros. También se ha premiado el esfuerzo hasta el final y eso me tranquiliza. Si el club se queda en ACB, en buena parte será por demérito del Betis, habrá otra por las cuentas saneadas del club y otra parte será deportiva, porque dentro de esa opción de que un equipo no suba, los siguientes por derecho éramos nosotros. Creo que todo el mundo quiere ser reconocido en su trabajo, y aquí, en cierta manera, se le ha dado más voz a la minoría crítica que a la mayoría que apoya. En las ruedas de prensa se me preguntaba mucho por 'los que te critican', que a lo mejor era, no sé, un 10%. ¿Por qué no hablamos de los demás? Era un poco injusto.
–Pero tampoco ha recibido pitos, como sí Sergio Valdeolmillos, por ejemplo. Se le ha respetado mucho, ¿no?
–Sí, pero creo que era otra época. Curtis Borchardt cobraba lo mismo que toda nuestra plantilla. A lo mejor entonces el presupuesto era el doble, y hace quince años. Sergio ha hecho una gran carrera, pero su camino es muy diferente al mío: él llego aquí en LEB. Yo empecé en 1ª Nacional y poniendo mi coche. Eso la gente sí lo ha valorado.
–¿Cuál es el legado de Pablo Pin?
–Creo que se nos ve como un club muy profesional, muy serio... que es algo que aquí a veces se nos ha achacado también, fíjese. Y como un cuerpo técnico joven, pero serio y profesional. Y por otro lado, algo que parece que no está de moda, que es ser personas normales (risas). Gente que saluda, trata bien a los demás y no tiene problemas en hablar. A nivel de club hemos creado algo serio pero luchando por todo, hasta por un vestuario propio. Esa es la realidad. Ahora Ramón (Díaz) tiene muchas cosas que hemos creado entre todos. Se da por hecho que el equipo entrena en el Palacio, pero a nosotros nos costó una barbaridad. O tiene un despacho, cuando hemos estado años todos los entrenadores metidos en el mismo... bromeábamos diciendo que teníamos un hospital robado, porque no teníamos nada, ni una tele. Esa parte invisible costó mucho.
–Si hubiera tres claves del descenso, ¿cuáles serían?
–Creo que algunos fichajes que no rindieron al nivel que queríamos, no voy a nombrarlos, pero hay una parte de responsabilidad de ellos y otra de quien los ficha. Igual que acertamos con Noua, en otros fallamos. Luego, las lesiones nos castigaron mucho. Tengo un 'Excel' por ahí que da miedo. El partido de Lleida fue sin Clavell, Ubal ni Wiley, y con Bamforth, Sergi García y Pere Tomàs muy jodidos. Eso es muy duro. Y tampoco económicamente pudimos rehacernos. Y tercero, esto es como todo, todo el mundo tiene aciertos y errores, pero en momentos puntuales no fuimos muy respetados, las cosas como son. El partido de Lleida fue un ejemplo; no es que hubiéramos tenido que ganar, sino haber sacado el 'basket average' también. Y contra Andorra hubiéramos llegado con vida. Cuando uno desciende hay una mezcla de todo.
–¿Hubo más lesiones de lo normal, o es que se concretaron en el momento clave?
–Un poco las dos cosas. El primer año fue fastidiado, pero sobre todo porque eran Felicio y Maye; esta vez de pronto se cayó medio equipo. Estuvimos un mes y medio con Pecile entrenando, cuando lleva diez años retirado. Se juntaron las dos cosas.
–¿Son mala suerte, o algo más?
–De nuevo, hay de todo: lo de Clavell obviamente es mala suerte, como lo de Ubal. En gente como Bamforth, Wiley o García puede ser por la sobrecarga de tener que jugar mucho. Bamforth por ejemplo forzó contra Unicaja y contra Lleida. Estaba tocado pero no quería quitarse de en medio . Pero luego estábamos diez con un ayudante para entrenar, así que no podía 'borrarse' porque, si no, el equipo no entrenaba. Tener una plantilla tan corta y no poder cambiar hizo que se sobrecargaran.
–Llamó la atención que hubiera tres fascitis plantares (Wiley, Vicedo y Tomàs). ¿Por qué?
–Creo que por esa sobrecarga, pero también por algo de mala suerte porque fue la primera vez que me pasó, y por ejemplo a Pere Tomàs no le había ocurrido nunca. Ahí hay muchos factores.
–Parece que el Covirán apostará por una plantilla de 13 jugadores. ¿Se aprendió de eso?
–Puede ser, o por otros factores... Yo creo que para una sola competición no te hace falta tener más de 12, pero lo que sí necesitas es capacidad para cambiar o fichar cuando haya lesiones. Eso es más importante. No sé el caso, y mire que hablo mucho con Ramón y Óscar (Fernández-Arenas), pero de esto no hablamos.
–Tras perder con Lleida se puso muy difícil. ¿Cómo hizo para que el equipo lograra esos triunfos finales, ahora decisivos?
–Creo que tres jugadores fueron especialmente a tope: Rousselle, Valtonen y Noua, que fueron los que sostuvieron al equipo con continuidad. Hubo buenos momentos de Bamforth o Clavell y en el día a día, Aurrecoechea fue a muerte también. Pero esos tres entrenaban muy bien. Con Noua discutimos para que entrenara menos. Nos ayudaron a mantener la mentalidad: nosotros nos habíamos salvado dos veces en la última jornada, y Rousselle lo había vivido ya en Bilbao. Nunca sabes. El presidente me mencionó el tema del posible ascenso de Fuenlabrada o Betis. Y no se lo dije a los jugadores, pero apreté hasta el final. El cuerpo técnico no bajó el pistón, fuimos al máximo y creo que se transmitió. También a los jugadores nuevos les dijimos que era una gran oportunidad; algunos la aprovecharon y otros la dejaron pasar. Por ejemplo, Bezhanishvili demostró poder jugar en la ACB.
–Compatibilizar el banquillo y la dirección deportiva...
–Es complicado, sí. Normalmente la temporada acaba y descansas. Yo al día siguiente de salvarnos contra Gran Canaria tenía decenas de llamadas perdidas de agentes ofreciendo jugadores. Y llevaba así desde LEB Plata; como le digo, podía llevar diez años sin una semana de vacaciones. Pero también lo disfruté. El problema es en la temporada: preparas partido, entrenamientos, gestionas vestuario... y cuando acabas, toca hablar con agentes que están en Japón o Estados Unidos. Eso quema. Por suerte a mi mujer le gusta el baloncesto, entiende el negocio y me ha ayudado mucho...
–El Covirán tiene una bola extra en ACB. ¿Qué ha de aprender?
–(Piensa) Es importante la construcción del equipo ahora. Empezar con un pívot grande para nosotros no era un problema, pero lo fue cuando lo teníamos casi hecho y llegaron las lesiones. Quizá interesa más asegurarlo de inicio. Y creo que es importante hacernos respetar como equipo y como pabellón, aunque no sé la manera. No es una crítica a nadie, pero vas a Manresa y... aquí tenemos que defender más lo nuestro. Hay que luchar por el respeto que nos merecemos.
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