«Mi objetivo es volver a la Euroliga, pero estoy aquí y daré el 100%»
El flamante fichaje rojinegro desvela los motivos de su llegada al club y se muestra ambicioso ante la nueva temporada
¿Qué puede suponer para un chaval saber que su padre se ha quitado la vida? ¿Cómo se gestiona tal escenario? Para Matt Thomas, nacido en Decatur (Illinois), pero criado en la pequeña Onalaska (Wisconsin), el baloncesto fue vía de escape. «Imagine lo que es eso para un niño. Y es una locura, porque justo hoy –por ayer, cuando se hizo la entrevista–, hace veinte años de aquello. Ha pasado mucho tiempo... Yo tenía once años. Y claro, me agarré al deporte y específicamente al baloncesto como vía de escape. Era el lugar donde podía limpiar mi mente, porque cuando estaba en la cancha, solo necesitaba un balón y un aro. Nada más, ese era mi mundo. Probablemente esa es una de las razones por las que desarrollé esta pasión por el juego. Para escapar del trauma y de los momentos difíciles que tuve como niño», relata el escolta de 31 años, flamante fichaje del Covirán. Heredó el talento de su madre y se convirtió en uno de los tiradores más letales del baloncesto europeo moderno. Ahora, en Granada, quiere demostrar que es mucho más que el hombre que espera el balón en la esquina para ejecutar al rival. Si lo hace, quizá en algún momento del curso vuelva a la Euroliga, su hábitat natural, previa indemnización a un Covirán al que, de momento, que le quiten lo 'bailao'. Arranca la era Matt Thomas en Granada.
–Hábleme de qué significa su madre para usted.
–¡Bueno! Pues qué voy a decir. Es alguien que me ha abierto puertas, que se ha sacrificado muchísimo por mí, mi hermano y mi hermana tras lo que tuvimos que pasar como niños. Está muy feliz por mí, porque haya alcanzado mi sueño de ser jugador profesional. Gracias a ello, he podido darle a mis amigos y a mi familia magníficas experiencias. Somos de una ciudad muy pequeña de Wisconsin. Nunca pude imaginar que sería capaz de viajar a tantos y tantos lugares increíbles, que conocería a tanta gente. Le estaré siempre agradecido por lo que hizo por mí, por la oportunidad que me dio para lograr mi sueño.
–En su año en Santiago, ya en 2017, se escribían cartas habitualmente. ¿Siguen haciéndolo?
–¡Ahora ya no mucho! Más emails y eso, ya sabe. Pero sí, a ella le gusta mucho escribirme. Los dos últimos años he estado en Europa, pero claro que seguimos mucho en contacto, aunque ya de forma más tecnológica: teléfono, mensajes, 'Facetime'... Ella siempre está ahí y es maravilloso poder seguir conectados aunque yo esté aquí.
–¿Qué tal los primeros días en la ciudad?
–Bueno, ya sabe, siempre hace falta algo de tiempo de ajuste y aclimatación a una ciudad y un equipo nuevo. Pero todo el mundo está por la labor de ayudarme. Me han recibido con los brazos abiertos desde que llegué.
–¿Qué le parece el equipo?
–Lo que veo es a mucha gente con ganas de reivindicar su sitio.
–Usted no necesita eso. ¿Quizá sí ser el líder de un equipo?
–Creo que lo he sido las dos últimas temporadas en el Alba Berlín, donde era uno de los jugadores con más experiencia del equipo. Quiero traer ese liderazgo aquí, pero tenemos otros veteranos en el equipo, gente que lleva ya varios años en Granada. Desde luego soy uno de los jugadores con más experiencia del vestuario y espero traerle todo eso al equipo para ser tan competitivos como podamos en la ACB.
–El objetivo es la permanencia, algo que ya vivió en el Obradoiro. Pero es algo distinto a lo que ha tenido en sus últimos años.
–A ver, no puedo controlar lo que se dice del equipo... Yo tengo mis propias expectativas, tanto sobre mí como sobre el equipo. Quiero que seamos muy competitivos y que peleemos por jugar el 'playoff'. Esa es mi meta. Entiendo cual es el principal objetivo del club y de la ciudad, como ha dicho usted, pero creo que somos profesionales y competitivos. Vamos a tratar de ganar cada partido.
–Su fama de tirador es conocida. Quizá uno de los tres mejores que hay en Europa. ¿Pero quiere ser en Granada algo más que un eso?
–Sí, desde luego. Esta es una gran oportunidad para mostrar mi juego al completo. Creo que ya lo hice un poco en mis dos temporadas en España. Luego fui a la NBA y allí te usan como un especialista y quizá eso me encasilló un poco en lo que he sido durante mi carrera desde entonces. Pero sí, creo que puedo hacer más cosas. Desde luego soy un tirador de alto nivel y no voy a renunciar a eso: si estoy abierto, voy a tirar. Pero creo que por eso puedo atraer mucha atención de las defensas y, a través de mis pases, crear para otros. Generarle buenos tiros a los compañeros. Sí, esta es una gran oportunidad para mí para demostrar eso y una de las grandes razones por las que me decidí a venir aquí.
–¿Y qué hizo el Covirán para convencer a un jugador de nivel Euroliga de venir?
–Creo que a veces el 'timing' en las cosas del deporte es importante y genera oportunidades. Estaba ya el verano avanzado y me decidí por venir aquí respecto a otras opciones. Mi objetivo esta temporada era seguir en la Euroliga, pero no tuve esa oportunidad. Entonces, tuve una gran charla con el entrenador Ramón Díaz. Y como le digo, dos de los años en los que más he disfrutado jugando fueron los dos en España: Obradoiro y Valencia. Mi sueño de niño era jugar en la NBA, y fue alucinante poder hacerlo. Pero cuando más he disfrutado jugando fue en esas dos temporadas. Así que tener la oportunidad de volver a la Liga Endesa, de vivir en una ciudad como Granada y de tener un papel importante dentro del equipo, mostrando todo mi arsenal... todo esto se juntó con que el verano estaba avanzado y me decidí por venir en lugar de esperar algo que aún no sabía qué sería.
–Se habla mucho de su cláusula de salida a la Euroliga. ¿Cómo encara la temporada?
–Quiero ser muy transparente, no voy a ser tímido con esto: mi meta es volver a la Euroliga. Eso es lo que quiero. Siempre quiero competir al máximo nivel. Pero al mismo tiempo soy alguien muy centrado en el presente, con los pies en el suelo. Y ahora estoy aquí. Cada día que esté aquí, daré mi 100%. Es lo que he hecho toda mi vida y lo que le debo a mi club y a mis compañeros. Estoy aquí y muy contento de estarlo.
–Su nombre ha estado ligado con grandes de Europa como Madrid o Barça algunos veranos. ¿Qué hubo de cierto en ello?
–Diría que sí ha habido interés de esos equipos, aunque quizá sea esta más una pregunta para mis agentes, que al final son los que realmente están en las conversaciones más que yo. No creo que fuera nada muy serio, porque yo no lo escuché, pero sí que algo hubo, especialmente cuando estaba en España, antes de irme a la NBA. Preguntaron por mí porque creo que mi juego se adapta muy bien a la Liga Endesa, que es una competición muy táctica. Por eso estoy muy contento de poder volver a estar aquí.
–¿Un tirador nace o se hace?
–(sonríe) Creo que es un poco de ambas. Hablando de mi experiencia personal, siempre he sido un buen tirador, desde niño. Tenía toque para meter canastas, más que mis amigos o compañeros. Pero he trabajado extremadamente duro durante toda mi vida para perfeccionar lo que podemos llamar 'el arte del tiro'. Así que creo que la mentalidad es algo que desarrollas con el tiempo, cuando confías en esa habilidad que tienes. Pero creo mucho en el trabajo duro, y si he tenido éxito en mi carrera es porque me lo he currado. Creo mucho en echarle horas a las cosas y en que, al final, el trabajo duro trae resultados.
–¿Qué hay de cierto en eso de que su madre notó que tenía talento para meter canastas con apenas cuatro años?
–¡No sé muy bien! No puedo acordarme de cuando tenía cuatro años, pero si ella lo dijo... Ella es sincera. Supongo que es algo que pasó en una canasta pequeña de plástico, de esas de niño que se apoyan en el suelo. Teníamos una en casa. Pero bueno, a mí siempre me gustó el deporte, he hecho de todo: fútbol, béisbol, fútbol americano, golf... Y cuando me hice mayor, tuve claro que el baloncesto era mi pasión, mi verdadero amor y poco a poco me centré en ello.
–Volvamos a la mentalidad de un tirador. ¿Cómo gestiona meter tres tiros seguidos? O fallarlos, claro.
–Yo lo que trato de pensar es que cada tiro es un nuevo tiro. Si he metido tres, trato de olvidarlo. Si he fallado cinco, también. Suelo pensar que el porcentaje al final sucede, así que, si empiezo un partido con cero de cuatro, es un buen momento para empezar a meter. Al final, se trata de tener confianza y creer en todo el trabajo que has hecho antes.
–Ramón Díaz quiere imponer un alto ritmo de juego al equipo, algo que le viene muy bien a su juego. ¿Cómo era aquello en Santiago con Pepe Pozas?
–(se ríe) Solíamos decirnos mucho 'good rhythm!' (¡buen ritmo!) en los entrenamientos y en los partidos. Es uno de los mejores compañeros que he tenido, como jugador y como capitán, además de una excelente persona fuera de la cancha. Fue mi primer año como profesional, el primero fuera de mi país, y tener cerca a alguien como él fue una bendición.
–Dicen que en Santiago estaba todo el día en una crepería. ¿Ha encontrado ya una en Granada?
–¡Todavía no! Pero seguro que alguna habrá. Eso sí, la comida de Santiago no será fácil de igualar... ¡Veremos!
–Algo que no podrá hacer este año es volver a ganar el concurso de triples de la ACB. ¿Cómo fue esa experiencia en 2018, batiendo el récord?
–Fue una locura. Era la primera vez que competía en un concurso de ese nivel. Antes estuve en otro en el instituto, pero nada parecido a eso. Ser capaz de estar en un evento así y rendir como lo hice –anotó 80 de 90 puntos posibles–, siendo además en Santiago aunque ya jugaba en Valencia Basket, fue una pasada. Los aficionados me apoyaron mucho aunque ya no estaba en el equipo, y sentí una energía especial. Fue muy especial, desde luego.
–Por último: cuando alguien ha pasado por lo que ha pasado usted, y escucha que hay 'presión por descender', ¿qué siente?
–Recuerdo ahora unas palabras de Vassilis Spanoulis hablando sobre la presión, diciendo que nosotros solo jugamos, hacemos deporte. Presión es una madre soltera con tres niños que necesita alimentarles o resguardarles del frío que hace en la calle. Esa es la vida real. La presión que nosotros afrontamos podría decir que es falsa, más cosa de la gente, de la prensa o de los aficionados. A ver, yo pongo mucha presión sobre mis hombros, pero con el tiempo he aprendido a manejarla de una forma menos dañina. Me encanta competir, y no voy a eludir hacerlo: quiero competir y ganar, jugar lo mejor que sé. Pero al fin y al cabo, hay que poner las cosas en perspectiva. Lo que es presión real y lo que no. Saber lo que es realmente importante: el baloncesto lo es, y mucho, como dije al principio voy a dar mi máximo y a competir por este de equipo para ganar cada partido. Pero he pasado por cosas en la vida que me hacen saber que hay otras aún más importantes que el baloncesto.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión