«Hay una presión por ganar que no queremos pero existe»
El ala-pívot pone la lupa sobre los necesarios puntos de mejora de un Covirán que sigue de vacío en la Liga Endesa
Como tantos otros chavales, Artur Konontsuk (Pärnu, Estonia, 9 de mayo de 2000) quería ser como sus hermanos mayores, ambos profesionales del baloncesto, de los que no se perdía un partido. Lo suyo con la pelota naranja empezó pronto. «A los 7 años, aunque también hice tenis, fútbol o natación», cuenta. Eso sí, pronto eligió. «En el fútbol duré un mes solo», recuerda. Quizá por aquel error que hoy le hace sonreír. «Tenía la pelota e hice un pase, traté de darle lo más fuerte que pude… pero la mandé hacia mi propia portería. Y entendí que no era para mí, que mis manos eran más habilidosas que mis pies», rememora.
La tos no deja del todo tranquilo al báltico durante su charla con IDEAL, afectado por algún polen local no reconocido por su sistema inmune estonio. Tampoco el runrún en su cabeza por el arranque de temporada. «No puedo sentirme bien. Es un poco decepcionante, nunca había tenido un inicio con tantas derrotas y te sientes regular» admite. «Pero estamos trabajando duro, creemos que cuando llegue el primer triunfo todo se invertirá e irá mejor», anhela esperanzado. Al ala-pívot, como al resto del grupo, si algo le atormenta es la defensa. «Nos meten en cada partido más de 80 puntos y no puede ser. Pablo Pin nos dice que no podemos intercambiar canastas, que tenemos que encadenar rachas de acciones positivas en ataque y defensa», desvela. El desasosiego es palpable para quien cumple su primera experiencia profesional fuera de su país. «No quiero notar esto más, quiero liberarme de lo que siento. Siempre he jugado en equipos de la zona alta», suelta tras resoplar.
Y es que la Liga Endesa es otra película muy distinta a las que él ha conocido hasta ahora. «¡Es la mejor de Europa y aquí quieren venir todos!», reconoce. «El nivel es altísimo, todo es más físico, todo va más rápido… Si cometes un pequeño error en defensa, te castigan en un segundo. Hay que estar concentrado los 40 minutos. En otras ligas no es así, no te castigan tanto, puedes descansar un poco en defensa si juegas bien en ataque. Esa es la gran diferencia», razona. Konontsuk (3'2 puntos y 1'6 rebotes en algo más de 12 minutos por partido) está notando en sus carnes el peaje que se paga al llegar a España.
Con todo, el báltico de 23 años cree en sí mismo. «Mi números no están siendo muy buenos, lo sé, porque yo espero mucho de mí mismo», arranca. «Pablo Pin me trajo para tirar, para abrir el campo desde la media y larga distancia, y creo que cada vez estoy gestionando mejor los espacios y cortando hacia el aro, leyendo mejor el juego. También defensivamente estoy mejorando en anticiparme a lo que pasa, aunque me queda todavía», expone sobre los puntos que hasta ahora le dejan satisfecho de su juego. Mientras, también tiene claro dónde están sus debes:«tengo que ser más vertical atacando el aro, más agresivo. Y coger más rebotes, el entrenador me pide cuatro o cinco por partido y lo estoy intentando hacer», apunta.
La fe del exjugador del Kalev-Cramo (con el que fue MVPde la Fiba Europe Cup en el pasado mes de marzo) en lo que ve y le rodea sigue inquebrantable, pese a las cinco derrotas que acumula el Covirán. «Desde luego que creo en este equipo. No hay jugadores egoístas, felices metiendo 20 puntos si perdemos. Todos nos apoyamos y nadie se ha rendido... queremos que llegue ya el siguiente partido para ganar por fin», expone.
Toca ganar
Y es que en el vestuario rojinegro todos otorgan mucha importancia al próximo duelo, en el que este domingo (17 horas) el Casademont Zaragoza visitará el Palacio de los Deportes. «Es muy importante», no duda Konontsuk, soltándose de forma simpática con un castellano rudimentario pero que parece decidido a aprender pronto. «Tenemos que ganarlo, no nos pasa otra cosa por la cabeza», profundiza desde la zona de confort del inglés. «Sentimos esa presión por ganarlo, que no queremos notar pero que es evidente que está ahí. Cinco derrotas nos tienen abajo y aunque no nos guste, la presión existe», se sincera.
Porque la frustración que embriaga al actual Covirán se debe a que el equipo ha sido muy competitivo en cuatro de los cinco partidos, a que nadie le ha borrado de la cancha, pero a que sigue sin llegar la victoria. Algo casi más doloroso que perder con más claridad. «Estamos tirando bien a canasta, especialmente en transición. Sacando puntos rápidos y con un porcentaje en triples bueno. Hay jugadores que pueden anotar desde cualquier sitio y eso es algo en lo que debemos insistir, tirar con confianza cuando haya oportunidad, porque en esta liga si no aprovechas la primera opción, posiblemente no haya una segunda», subraya el estonio como virtudes de su equipo. En contraposición, los males llegan en la pista trasera. «Creo que todo empieza con una buena concentración. En los entrenamientos estamos bien, la defensa es sólida, pero en los partidos tenemos que mejorar, sobre todo los automatismos defensivos, coordinarnos y comunicarnos mejor. Yo mismo he defendido mal en algunas situaciones. En la ACB todo va muy rápido y no te perdonan», expone como la principal tara rojinegra.
No es la primera vez que a Konontsuk se le tuerce una temporada. «Vitalmente estuvo bien, no me arrepiento, pero en lo baloncestístico no fue una buena experiencia, pues no pude ser yo. El entrenador era muy estricto, poco táctico y solo pedía ser agresivo y jugar 1x1. Mis compañeros hacían eso y, mientras, yo corría para arriba y para abajo sin parar. No disfruté», recuerda sobre sus dos cursos en la Universidad de Southern Mississippi, donde estudió Económicas y acabó lesionado en la rótula.
Por eso le tuerce el gesto el devenir de su actual equipo. Él, asegura, se recluye en el trabajo para no obsesionarse con los resultados. «Trabajar más me ayuda a manejar la presión. Después del entrenamiento me quedo más tiempo, o vengo antes. Es una forma de no darle vueltas a la cabeza, tratar de sacar lo máximo de mi cuerpo y combatir así la presión», defiende, estajanovista.
Es una tozuda mentalidad forjada en Estonia, con quien quiere hacer historia a medio plazo. «Somos 1'3 millones con una nueva generación muy joven, entre los 21 y 26 años casi todos, y necesitamos un poco de tiempo, pero queremos ponernos en el mapa del baloncesto, como acaba de hacer nuestra vecina Letonia en la Copa del Mundo», anhela. Pero de momento, su foco está en el Covirán. Bastante tiene.
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