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Patrimonio en Granada
La Virgen más 'guerrera' abre su casa, un tesoro únicoLa Virgen del Rosario está rodeada de un entorno en el que del suelo al techo trabajaron con primor los mejores artistas
En octubre de 1571, la llamada Liga Santa derrotó a los turcos en una memorable batalla naval en el golfo situado frente a la que hoy es la ciudad griega de Naupaktos, conocido como Golfo de Lepanto. En la proa de la nao capitana de la Liga Santa, comandada por el granadino Álvaro de Bazán, había una imagen de la Virgen del Rosario. En recuerdo de aquel día, se instituyó la celebración de la festividad de esta advocación mariana, que en Granada tiene la consideración de copatrona de la ciudad. Y al igual que ocurre con sus iguales –San Juan de Dios, San Cecilio y la Virgen de las Angustias–, la imagen del siglo XVI que la representa está envuelta en un tesoro artístico de primer nivel, con la particularidad, en el caso de la Virgen del Rosario, de que la conformación de ese tesoro se puede calificar como única en el mundo, o al menos así la catalogan quienes cada día velan por su cuidado.
De lo que hay pocas dudas es de que el camarín de la Virgen del Rosario, ubicado en el corazón del castizo barrio del Realejo, es una impactante muestra de arte barroco del suelo al techo. Una joya que en estos días abre sus puertas para pública visita. Concretamente, hoy, mañana y el sábado, de 10.00 a 14.00 y de 17.00 a 20.00 horas, y el viernes, de 17.00 a 20.00 horas. Una gran oportunidad para disfrutar, completamente gratis, de una de las grandes joyas escondidas de la ciudad.
Tal y como afirmó Fernando Egea, delegado de Cultura de la Junta, en el día de ayer, durante el acto de presentación de estas jornadas de puertas abiertas, «este camarín es un joyero, un trocito de cielo que queremos dar a conocer al turismo, comenzando por los granadinos».
Un punto en el que coincidió el padre Antonio Larios, prior del convento de Santo Domingo, en cuyas dependencias se aloja la estancia, de la que cada día se ocupan los hermanos de la Archicofradía del Rosario. Larios, además, animó a quienes se acerquen a conocer el camarín en estos días a que recuerden «la dimensión espiritual de una advocación que es muy querida por los granadinos».
La obra fue costeada por los granadinos, que mantienen su devoción desde hace cuatro siglos
José Antonio Palma, historiador del arte y experto en el devenir de este tesoro, destaca, en primer lugar, que es uno de los monumentos más espectaculares de Granada. «Está considerado como el culmen de las realizaciones artísticas de su estilo. No en vano, su factura corrió a cargo de algunos de los más acreditados artesanos de su tiempo». Destaca igualmente que la obra fue costeada por los granadinos, que profesan una devoción a la imagen que ya dura cuatro siglos. «Quienes construyeron este camarín y sus estancias adyacentes pretendieron que se reconociera como un trozo de cielo en la tierra, pero con la forma externa de un palacio de la época. De hecho, su referente inmediato es el Palacio de Versalles».
Dentro de su profunda raigambre barroca, Palma califica el espacio como «rompedor». No solo por su decoración de vanguardia para su tiempo, realizada a base de espejos que pretendían disolver el espacio, sino por el programa iconográfico que lo decora. «En este sentido, es muy adelantada a su época, por el papel que otorga a la mujer, a la feminidad, en un momento en el que la condición del sexo femenino no estaba en el debate social», afirma.
En total son cuatro las estancias que conforman el camarín, al que se accede por una puerta situada en la calle Cobertizo de Santo Domingo. «Ello lo hace especial, porque los camarines solo albergan, normalmente, una», añade el historiador. La primera, el transparente o recibidor monumental, se adorna con mármoles hoy imposibles de encontrar, extraídos de las mejores canteras del Reino de Granada. A los lados del camarín, dos antecamarines decorados por algunos de los mejores pintores de su tiempo, como Domingo Chavarito o Tomás Ferrer, uno de ellos dedicado a la batalla de Lepanto, y en general a la lucha entre el bien y el mal, y el otro a la Inmaculada Concepción, como triunfadora del bien sobre el mal.
Batalladoras
En el antecamarín dedicado a Lepanto se presenta la figura de la mujer guerrera, al estar este ilustrado con historias de mujeres batalladoras del Antiguo Testamento, y se introduce el paralelismo con la Virgen del Rosario como patrona de la victoria cristiana ante los turcos.
En la sala central, un salón del trono por su tipología, se encuentra la imagen de la Virgen, con la decoración de espejos donde se pretende que el fiel sienta esa particular conexión con el cielo. La imagen es anónima, aunque podría atribuirse al entorno de Felipe Bigarny, y haberse realizado a mediados del siglo XVI. Fue donada por los señores de Gor, y es muy singular porque aunque en su origen era de talla completa, fue revestida a mediados del siglo XVII con un vestido de plata que solo se puede ver en las grandes ocasiones –el resto del año, cuenta con vestimenta textil–. Dicho vestido es tanto una especie de armadura ricamente decorada como un remedo de los atuendos que lucían las reinas de la época. Ello le otorga aún más valor a la pieza, ya que el legado textil de la época es prácticamente inexistente. Por todas estas razones, redescubrir este camarín en estos días constituye una excelente opción para los amantes del arte y la cultura.
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