El romano artrítico de Villamena
Arqueología ·
El estudio del hallazgo realizado en el verano de 2018 concluye que el cadáver correspondía a un varón de más sesenta años perteneciente a una clase social altaDesde que la piqueta empezó a funcionar en los bajos del edificio de la antigua sede de la Caja General de Granada, en el número 1 de la placeta de Villamena, el equipo de arqueólogos sabía perfectamente que ahí abajo, en el subsuelo, donde la entidad financiera había colocado sus cámaras acorazadas, podrían aflorar restos de cierta relevancia histórica. En ese solar estuvo la cárcel de la ciudad desde finales del siglo XV hasta la década de los treinta y mucho antes la Alhóndiga de los Genoveses.
En efecto, no tardó en 'sonar la campana'. Al poco de comenzar la excavación, en junio de 2018, se localizó una sepultura de época romana. En ese momento tan solo se veía uno de sus extremos y ante la evidencia de que podría ser algo importante, se decidió realizar un estudio más pormenorizado. Justo un año después, salió un sarcófago de plomo en cuyo interior había restos óseos datados entre el siglo I y el III después de Cristo. Ahí comenzaba la segunda vida del 'romano de Villamena'.
¿Qué fue de aquello?, ¿quién había dentro? Realmente el proceso de investigación para despejar todas las incógnitas respecto a este hallazgo nunca se ha paralizado, pero sí se ha ralentizado en exceso debido a la pandemia. Aún faltan los resultados de un TAC, el análisis del ADN y las muestras de parásitos, pero el equipo multidisciplinar que está trabajando en el asunto, dirigido por Ángel Rodríguez Aguilera, ha realizado un avance de la que será la memoria definitiva. Un documento firmado, entre otros, por la antropóloga Inmaculada Alemán, con la que ha conversado este periódico.Más allá de lo recogido en el dossier de once páginas, no hay ninguna duda, según Alemán, de que estamos ante un varón de talla media baja –menos de 1,60 metros– que falleció después de haber cumplido los sesenta años. Esto resulta interesante ya que la esperanza de vida en ese momento de la Historia era de veintisiete años. Presenta un desgaste dental muy acusado –en este caso se asocia más a la edad que al tipo de alimentación– y también sufría de artrosis.
¿Cuál era su condición social? Ángel Rodríguez dice que, en función de lo que se ha encontrado, la hipótesis más verosímil es que estamos ante un notable de aquella Granada romana. «No todo el mundo puede enterrarse en una sepultura así». Este señor fue inhumado sin ningún tipo de ajuar, pero sí se encontraron tachuelas de las suelas de unas 'caligae', las sandalias de cuero que usaban los legionarios. ¿Era un militar? Es probable. ¿No lo era? También, porque se ha demostrado que este tipo de calzado era utilizado además por los civiles.
«En cualquier caso –dice Aguilera en referencia al tipo de tumba– estamos ante una pieza singular en el contexto de Granada, que carece de elementos decorativos, aunque sí es común a nivel nacional». En este punto, conviene reseñar que no es un hecho aislado. En 1902 apareció algo muy parecido en la Gran Vía, a escasos metros de la placeta de Villamena. Además, en los años setenta se descubrió al final de la calle San Antón, en la confluencia con Alhamar, un conjunto de urnas de incineración íberas, probablemente del siglo II antes de Cristo. En 1999, en el número diez de la calle Zacatín, se excavó un rico depósito de cerámicas griegas y vidrios fenicios púnicos asociados a un banquete funerario fechado en el siglo IV antes de Cristo. «Todo esto –comenta Aguilera– nos llevan a plantear que estamos en el espacio extramuros más inmediato a la Granada romana y que el cauce del río Darro actuó como uno de los ejes de acceso».
Buen estado de conservación
Pero continuemos con el ilustre morador del sarcófago. Los huesos se encontraban en buen estado de conservación. Los húmeros sí mostraban variaciones relacionadas posiblemente con el efecto químico del plomo. El cráneo, que era la zona más expuesta, también sufrió contracciones y dilataciones causadas por los cambios de humedad. Presentaba fracturas en la bóveda y el esplacnocáneo estaba muy dañado, con pérdida en la región maxilar. La mayor parte del esqueleto estaba en posición anatómica, aunque se apreciaron algunas modificaciones que probablemente –y esto es relevante– se produjeron antes del proceso de descomposición del cadáver. El finado estaba depositado en posición decúbito supino, con los brazos y las piernas estiradas.
Lo más llamativo era la posición de la cabeza.Parece que inicialmente descansaba sobre un reposa cabezas de ladrillo, pero se halló desarticulado y rotado. En un primer momento se apuntó a un ritual fúnebre. ¿Cuándo?La alteración de la sepultura se debió de producir entre uno y cinco años después del óbito.
Los huesos se han limpiado con agua destilada y se han restaurado empleando acetato de celulosa. Se han reservado –sin manipular– el tercio distal del fémur y la diáfisis del húmero para la realización de posteriores analíticas.Para la estimación del sexo, se han valorado las características morfológicas del cráneo y la pelvis usadas habitualmente en antropología.La edad ha sido estimada mediante el estudio de la morfología de la sínfisis púbica.
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