Los rincones 'secretos' de San Jerónimo de Granada
Patrimonio ·
El Claustro de la Emperatriz, la Galería de los Convalecientes... IDEAL recorre los espacios cerrados al público de este monasterio, santo y seña del patrimonio granadino, que cumple el 500 aniversario de su construcciónEste año, el 'año de las vacunas', se conmemoran una serie de efemérides importantes en la historia milenaria de Granada. Entre ellas, los quinientos años de la construcción del monasterio de San Jerónimo, una joya del patrimonio granadino habitado hoy día por once monjas Jerónimas –que se dedican al estudio y la oración– y que hasta la pandemia subsistían gracias a la afluencia continua de turistas. Turistas que algún día volverán y que disfrutarán del gran claustro procesional de treinta y seis arcos o de la impresionante iglesia donde yacen los restos del Gran Capitán. Pero ¿y todo lo que no se ve?
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Este periódico ha recorrido junto a Joaquín Martínez, uno de los grandes estudiosos de este conjunto monumental, esos rincones 'ocultos' de San Jerónimo. Muros que no solo custodian arte y devoción, sino también Historia. Historia con mayúsculas. Les invito a que me acompañen en esta singular excursión por el San Jerónimo que no aparece en las guías para los viajeros.
Pedimos la venia a la superiora y nos adentramos en la zona de clausura del convento para llegar hasta el Claustro de la Emperatriz, uno de los dos que se conservan en San Jerónimo. Este espacio quedó quemado en 1927 cuando el Monasterio era cuartel –el fuego se inició en el despacho del que por aquel entonces era el jefe del regimiento–. Quedaron calcinados elementos de gran valor arquitectónico como los techos de madera (alfarjes), pero la arquería renacentista se mantuvo intacta, tal y como se puede observar en estos instantes. Ahora las madres Jerónimas se encargan de su perfecto mantenimiento. No faltan ni las macetas ni el trinar de los canarios en días soleados.
Pero este lugar tiene una preciosa historia detrás. «Carlos V e Isabel de Portugal acababan de contraer nupcias y decidieron venir a Granada en 'viaje de novios'», explica Joaquín Martínez. «Llegaron el 4 de junio de 1526 y se instalaron en la Alhambra, pero un mes después se produjeron dos fuertes terremotos y la emperatriz decidió bajarse hasta San Jerónimo por consejo de doña María de Manrique, la Duquesa de Sessa, esposa del Gran Capitán». «Y concretamente –dice Martínez– se alojó en alguna de las dependencias que había en torno al Claustro de la Emperatriz, a donde venía a verla frecuentemente Carlos V, que había optado por permanecer en la Alhambra». Y fue en uno de estos encuentros maritales, el 25 de agosto de 1526, tras una intensa jornada de caza por los pagos de Santa Fe, cuando sus majestades engendraron a un señor que se llamaba Felipe II, el rey que llevó el imperio español hasta los confines del mundo. «Carlos V pasará los días más felices de su vida en Granada», asegura Joaquín Martínez.
Las fechas
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1521 El Monasterio de San Jerónimo se terminó de construir en 1521. Este 2021 se celebra, por tanto, su quinto centenario con la necesidad de acometer importantes inversiones.
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1526 La emperatriz Isabel de Portugal se alojó en el Monasterio en 1526 buscando seguridad frente los terremotos de Granada. Ahí engendró a Felipe II.
Abandonamos el Claustro de la Emperatriz para dirigirnos hasta el 'locutorio'. Es decir, el lugar donde las Jerónimas atienden, a través de una verja de hierro, a quienes tienen la necesidad de despachar con ellas. En una de las habitaciones interiores, posiblemente el despacho de los antiguos priores, hay una claraboya ciega que llama la atención porque 'desentona'. Porque está puesta ahí más como elemento decorativo que como vano por el que entra la luz. En efecto, se trata de una ventana traída desde el Castillo de la Calahorra. Y la pregunta es ¿qué hace eso ahí? La respuesta implica hablar de una señora que se llamaba sor Cristina de la Cruz Arteaga, que era la superiora del Monasterio de Santa Paula de Sevilla, la presidenta de la Federación de Monjas Jerónimas y sobre todo la hija del Duque del Infantado. O sea, del dueño del Castillo de la Calahorra. Eso explica el 'milagro'.
La mesa de los Mártires
Y también explica que la mesa de la sacristía de San Jerónimo fuera la misma que había en el comedor de verano del Carmen de los Mártires. ¿Por qué? Pues nuevamente por sor Cristina, que heredó el famoso Carmen que ella misma vendió al Ayuntamiento de Granada por catorce millones de las antiguas pesetas el 31 de octubre de 1957. Un dinero que se invirtió para la restauración de San Jerónimo, que se acometió fundamentalmente en los años sesenta de la pasada centuria y en la que intervinieron varios arquitectos entre los que se encontraba Prieto Moreno. Sor Cristina tiene, por cierto, un busto de mármol blanco en San Jerónimo. Es un personaje clave para entender su pasado.
Ahora salimos al patio principal. Después de retirar unas cadenas, subimos a la planta superior a través de una escalinata. Al final del corredor hay otra escalera que conduce hasta el coro alto y hasta la torre. Ahí, en el tramo intermedio, hacemos otra parada. Abrimos otra de las puertas cerradas a cal y canto y arribamos hasta la 'Galería de los convalecientes', de unos cuarenta metros de longitud. Estamos hablando de un soportal que solo hallamos en los monasterios Jerónimos como lo fue originalmente el de San Lorenzo del Escorial –una nueva conexión, por cierto, con la figura de Felipe II–. Ahí pasaban sus días los monjes mayores y enfermos, disfrutando de la tranquilidad y de los rayos benéficos del sol. También de un paisaje que por aquel entonces era maravilloso. Se podía atisbar sin problemas toda la Vega de Granada –ahora tapada por los edificios–. El suelo es de adobe y la balaustrada de piedra arenisca típica de Granada. Otra curiosidad. Si bajamos la vista, observaremos que el pilón central del patio, donde florecen los naranjos, carece de la fuente. ¿Dónde está? Pues en la plaza del Campillo. Enfrente del restaurante Chikito.
«El Monasterio precisa inversiones para acabar con problemas como los desprendimientos en el coro»
Joaquín Martínez, Estudioso del Monasterio de San Jerónimo
Y acabamos el 'paseo' en el coro. Si nos asomamos a la balconada, quedaremos impresionados por la majestuosidad del templo donde llama la atención, aparentemente, la diferencia estilística entre el templo, gótico, y el crucero, renacentista. Es más, en algún momento pareciera que estamos delante de la Capilla Real, con la que se establecen muchas similitudes –como el retablo situado a una altura superior–. Al lado del altar está el sepulcro del Gran Capitán. Todo responde a la voluntad de la Duquesa de Sessa, una mujer ilustrada que planteó el sepulcro de Gonzalo Fernández de Cordova, su marido, con un discurso iconográfico absolutamente premeditado para que siempre fuera recordado como ese héroe que ganó cien batallas al servicio de los Reyes Católicos.Según cuenta Joaquín Martínez, los restos del Gran Capitán fueron arrojados al río Genil durante la invasión napoleónica, recuperados por un lugariego y vueltos a colocar ahí un tiempo después.
Ahora San Jerónimo quiere retomar su pulso, el que tenía antes de que el virus irrumpiera en nuestras vidas. Entonces se recuperarán las visitas y entrarán ingresos. Pero también se hace imprescindible realizar inversiones que se escapan a las posibilidades de las Jerónimas. Lo que más preocupa es una de las paredes del coro. Tras el último enjambre sísmico, se han precipitado pequeños fragmentos de piedra que han caído sobre la solería y sobre la impresionante sillería de Diego de Siloé. También se aprecia a simple vista una raja de unos cinco metros de altura que presenta parte del revestimiento vencido. Unos desprendimientos que afectan, a su vez, a las espectaculares representaciones pictóricas que otorgan cohesión a toda la iglesia y que fueron realizadas en el siglo XVI por el taller Medina. El mural dañado muestra una exaltación mariana. «Una vez que tengamos un estudio pormenorizado –dice Joaquín Martínez– es el momento de que la Junta, el Estado... las administraciones, en definitiva, den un paso adelante para acometer una actuación importante». «No valen parches; hay que ir más allá».
Solo así, ejecutando inversiones,San Jerónimo puede tener presente y sobre todo... futuro.
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