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Fotografía actual de la primera planta tomada en el mismo lugar y con el mismo encuadre que la que aparece en libro, realizada en el momento de la rehabilitación de edificio. JORGE PASTOR

Cuando el Patria se convirtió en el Guerrero

Arquitectura ·

Un libro de José Miguel Gómez Acosta recoge las singularidades del edificio de Antonio Jiménez, visitado por arquitectos de toda España por ser ejemplo de construcción sobre construido

Jorge Pastor

Granada

Miércoles, 3 de febrero 2021

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El Centro Guerrero es noticia cada tres o cuatro meses porque se inauguran exposiciones de obras de arte. Pero ¿sabían que el propio edificio en sí es una verdadera obra de arte? Tanto es así que arquitectos de toda España vienen a Granada para visitar este ejemplo de 'construcción sobre lo construido', una máxima impresa en todos los proyectos firmados por el malogrado Antonio Jiménez Torrecillas. En su haber, obras referenciales –y que se estudian en los manuales– como la estación de Alcázar-Genil del metropolitano de Granada o la muralla de San Miguel, por citar tan sólo un par de ejemplos más allá del Guerrero. Por todo ello, la Diputación de Granada ha publicado 'Centro José Guerrero, un mirador de Granada', que recoge todas las singularidades de este inmueble donde antaño estaban las dependencias del diario Patria, y que acaba de cumplir veinte años desde su rehabilitación integral.

Espectacular vistas del tejado de la Catedral desde el ventanal del Centro José Guerrero. JORGE PASTOR

¿Y cuáles son esos elementos que hacen del Guerrero algo diferente? Pues precisamente el apuntado unas líneas más arriba. «Jiménez Torrecillas conservó primero e integró después todos los elementos de valor», explica José Miguel Gómez Acosta, autor del libro. Es el caso de las columnas de la planta de acceso, donde estaba la rotativa del Patria, y la primera, donde se ubicaba la redacción de este periódico granadino que se estuvo editando entre 1935 y 1983 –la propiedad correspondía a la Prensa del Movimiento–.

Escalera del Centro José Guerrero. JORGE PASTOR

El Guerrero está pensado como un recorrido ascendente que acaba en ese ventanal gigante de la cuarta altura y que descubre un paisaje que, hasta hace dos décadas, era inédito para los ciudadanos de Granada (tan sólo se podía ver desde las azoteas cercanas): las cornisas y los tejados de la Catedral, tan de actualidad en estos momentos por los efectos de los terremotos sobre la seo. Y es que Jiménez Torrecillas decía que «Granada es un paisaje y negar una perspectiva en la ciudad es como demoler cualquiera de sus principales edificios».

Otra de las peculiaridades es que todas las salas expositivas son diferentes, una heterogeneidad especialmente interesante para los artistas, que en muchas ocasiones tienen que plantear la disposición de cuadros, fotos o instalaciones en función del espacio, un diálogo entre continente y contenido que aporta un plus a la expresión estética. En los dos primeros niveles se mantuvieron las columnas de forja, mientras que en las dos restantes tuvo que aplicarse una estructura de hormigón, por lo que los pisos están liberados de postes, con todas las posibilidades que ello conlleva.

José Miguel Gómez Acosta, autor del libro. JORGE PASTOR

Pero no sólo merece la pena detenerse en el interior, sino también en el exterior. «Para Jiménez Torrecillas –comenta Gómez Acosta– el Edificio Patria era una pieza patrimonial muy discreta al lado de algo tan grandioso como la Catedral de Granada». Y así se concibió, para que no rivalizara con el entorno. En un momento, además, en que las principales ciudades europeas competían entre sí por levantar museos tan espectaculares como el Guggenheim, a partir del cual cambió buena parte de la configuración urbanística de Bilbao. «La propuesta aquí es la contraria, que el Centro José Guerrero pase desapercibido porque lo importante es la cualidad ambiental de la calle Oficios, una de las más bellas de Granada», dice Gómez Acosta. «Además, con el valor añadido de que la intervención en la fachada es contemporánea».

Por último, Gómez Acosta llama la atención sobre las escaleras de madera como un objeto plástico que, gracias a su disposición abocinada, abunda en la experiencia de ascender. Los juegos de luces y sombras que proporcionan la apertura entre los peldaños –que dejan entrever el vacío– son espectaculares a ciertas horas del día. Además, la escalera marca la orientación original donde estaba el patio de luces del Edificio Patria.

Emplazamiento privilegiado

El Centro José Guerrero se ubica en la Alcaicería, muy cerca de la mezquita sobre la que posteriormente se levantó la Catedral y la Capilla Real, cuyas cresterías se observan desde el Centro. En el campanario de la Catedral tuvo su primer estudio el pintor José Guerrero, como lo tuvo, cuatro siglos antes, Alonso Cano. Se trata por lo tanto de un ámbito cargado de significado histórico y artístico.

Detalles del Edificio Patria antes de que se iniciara su rehabilitación. IDEAL
Imagen principal - Detalles del Edificio Patria antes de que se iniciara su rehabilitación.
Imagen secundaria 1 - Detalles del Edificio Patria antes de que se iniciara su rehabilitación.
Imagen secundaria 2 - Detalles del Edificio Patria antes de que se iniciara su rehabilitación.

Originariamente, el edificio del Centro fue construido por Indalecio Ventura Sabatell en 1892 según proyecto del arquitecto Modesto Cendoya, exponente del eclecticismo y diseñador más tarde del Hotel Palace en la colina de la Alhambra. Erigido para albergar unos almacenes, pasó a ser imprenta en 1901, hasta que en 1939 se instalaron en él los talleres y oficinas del Patria, que pervivieron hasta 1983.

«El Centro José Guerrero –dice José Miguel Gómez– fue el germen de una gran cultura contemporánea, capaz de aunar la mirada local con lo más destacado del arte global». «Y sobre todo –agrega– fue una manera de entender la tradición, desde la modernidad, que Antonio Jiménez pondría de manifiesto a través de una serie de actuaciones ejemplares en estructuras y edificios históricos». Entre ellos, la biblioteca y el archivo de la Alhambra o el Museo de Bellas Artes. Entre sus obras de madurez, destaca Gómez Acosta, la estación de Alcázar Genil, «que le proporcionó tantas alegrías y que supone quizá la pieza de ingeniería más importante de la Granada de hoy día».

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