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David de Jacoba, durante la entrevista, en el plató instalado en el Botánico Café. BLANCA RODRÍGUEZ

Suena Granada | David de Jacoba

«Mi padre nos sacaba de la cama con un disco de Camarón»

La voz del motrileño ha acompañado a todos los grandes, desde Paco de Lucía y Tomatito hasta «el gran» Enrique Morente. «Yo soy flamenco desde que me levanto hasta que me acuesto»

Sábado, 25 de octubre 2025

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De chiquitillo, David de Jacoba besaba la casete de Potito con tanta devoción como ahora besa la cruz que lleva al cuello. «Por esa cinta empecé a cantar». Para él, Dios, el flamenco, la música, su padre y hasta Cantinflas están unidos por la misma seguiriya. Nada más entrar al Botánico, Julia y su equipo le reciben cariñosamente. El cocinero del restaurante, también David, le cuenta que se vino de Barcelona para aprender flamenco y ambos bromean con la idea de tocar algo durante la charla. Lástima que no hubiera una guitarra porque el motrileño, el último cantaor de Paco de Lucía, cantó. Vaya si cantó.

David de Jacoba es el protagonista de la segunda entrega de 'Suena Granada', una serie de entrevistas patrocinadas por Fundación Unicaja en las que llevamos la cultura –en todas sus vertientes– a bares y restaurantes de una ciudad que aspira ser Capital Europea de la Cultura 2031.

La próxima cita...

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  • 30 de octubre Suena Granada continúa el jueves 30 de octubre, a las 19.00 horas, en el Restaurante Malahermosa (Pedro Antonio de Alarcón, 88), con una dosis del mejor humor granaíno: Christian García.

¿A qué suena Granada?

–Granada me suena a mi tierra. Granada es flamenca. Granada es bonita para enamorarse. Granada es inspiración. Sí, eso es, Granada suena a arte e inspiración.

¿Algún sonido concreto?

–Siempre hay un runrún por ahí... Musicalmente, Granada me recuerda al gran Enrique Morente. Es escuchar su voz y se me pone Granada aquí (se golpea el pecho).

¿Cuál es su lugar favorito en Granada?

–La Alhambra es muy especial para mí. Yde chico mi padre nos llevó a mi hermano y a mí a la Cueva de la Bulería. Aquello me impactó.

¿Qué papel juega el flamenco en la ciudad?

–Creo que el flamenco está muy fuerte en Granada. La Bienal fue magnífica, yo canté en el Carmen de los Mártires y fue precioso.

Granada, Capital Europea de la Cultura 2031. ¿Qué tal suena?

–Me parece perfecto. Además, lo que decíamos, creo que el flamenco está fuerte y puede aportar mucho. Y hay muchos jóvenes haciendo cosas nuevas, innovando.

A usted también le gusta mezclar géneros.

–Sí, sí. Para el mí el flamenco es una forma de vivir. Yo soy flamenco desde que me levanto hasta que me acuesto. Y la música está por encima del flamenco, por encima de todo. Entonces, aunque mi vida sea flamenca, disfruto con Michael Jackson, Bob Marley, Alejandro Sanz...

Le acabo de imaginar haciendo el 'moonwalker'.

–Todavía no me sale (ríe).

¿Cómo es levantarse flamenco?

–¡Sí! (ríe). En mi casa, por la mañana, antes de poner la televisión o lo que sea, pongo directamente a Chocolate o a Terremoto cantando porque es mi energía. Y cuando los niños se levantan para ir al colegio, escuchan eso.

¿Si le pongo flamenco a los niños se levantan contentos?

–Sí, sí, sí (ríe). Pon flamenco por la mañana y pasarán cosas muy bonitas.

Si no funciona...

–Me echas la culpa a mí.

2 El duende

«Cuando estaba en la construcción me pasaba el día cantando»

David de Jacoba, durante la entrevista. BLANCA RODRÍGUEZ

En unos minutos, David contará cómo conoció a Paco de Lucía. El Niño Josele le habló a Paco de él y le puso un vídeo suyo cantando una seguiriya en Almería. Esa canción fue la que convenció al maestro gaditano para llevarse a David de Jacoba. Al terminar la historia, el público del Botánico pidió que cantara aquella canción que lo cambió todo. David tomó aire y cantó. Que te cante David de Jacoba frente a frente, con los ojos brillosos y las manos abiertas, es magia.

¿Por qué empezó a cantar?

–Mi hermano Carlos le pidió una guitarra a los Reyes Magos y yo pedí otra. Empecé a tocar con él, pero aquello me parecía muy difícil. Me cansé. Mi hermano siguió y hoy es un guitarrista buenísimo. Y yo, a los 16 años, dejé los estudios y me puse a trabajar con mi familia, que tiene una empresa de construcción.

¿Se imagina haber seguido en la construcción?

–No pasaría nada, no se me caen los anillos. Yo tengo los pies puestos en la tierra. Además, cuando estaba en la construcción me pasaba el día cantando.

¿Qué pasó después?

–Llegó la crisis del ladrillo y me fui a Madrid con mi hermano. Él decía que si me ponía las pilas podría comer y vivir del cante porque tenía cualidades. A raíz de ahí, canté con Niño Josele, Joaquín Cortés, María Juncal, Tomatito, José Maya... y Enrique Morente.

Entonces, en su casa ¿nadie era artista antes?

–Mi padre es un gran aficionado al cante y canta muy bien, pero nunca se dedicó profesionalmente. De chiquitillos, mi padre nos sacaba de la cama con un disco de Camarón y nos enseñaba a hacer palmas. Mira cómo canta Gabriel Moreno, mira cómo canta Chocolate... Eso nos lo inculcó él.

¿Se puede enseñar el duende?

–El duende no se aprende. El duende, para mí, lo que yo creo en mis cortas luces, es algo especial que viene del cielo. Y cuando viene el duende pasan cosas inexplicables. El duende, en un momento dado hace que dos por dos sean dieciséis. Es magia.

Magia. Paco de Lucía.

–Fui de los últimos cantaores de Paco. Doy gracias a Dios que me permitió estar con el maestro.

Paco de Lucía

«Me dio muchísimo cariño, como si fuera un tío mío. Le echo de menos»

¿Cómo era?

–Una persona súper especial, si no, no podía tocar así. Si una persona es mala no puede tocar bien porque lo que toca es mentira. Él transmitía su música y era muy, muy, muy buena persona. Un tipo humilde, sencillo, no le gustaba hacerse ver... pero nos ayudaba a todos. A mí me dio muchísimo cariño, como si fuera un tío mío. Me decía: «Tu estás aquí para cantar, tú no cantas para nadie, cantas para gustarte a ti, si te gusta a ti, nos gustará a todos, no te pongas nervioso». Pero yo me ponía más nervioso cada vez que miraba a Paco (ríe). Le echo mucho de menos.

«El buen flamenco viene de Dios»

David de Jacoba, con su disco. B. R.

Motril es mucho más que su hogar. Cada vez que David pone los pies en la playa, recuerda aquellos días que se subían a la furgoneta y ponían los hierros del mercado. «Nos quedábamos dos o tres días allí, durmiendo en colchones, con mis primos, mi abuelo, la guitarra, toda la familia. La playa es una inspiración para mí». Ahí nace 'Oro y Arena', su último disco. «Oro porque sale del corazón, sin filtro. Y arena porque es donde piso».

La primera canción, 'En mi recuerdo', está dedicada a Susi. ¿Quién fue?

–Para mí, una de las grandes cantaoras del flamenco. Creo que no se le ha dado el sitio que merecía. Cantaba tan bien... A mí me llega al alma, la Susi, me muero con la Susi.

En el disco hay varias canciones que hablan de Dios. ¿Es usted creyente?

–Sí, yo creo en Dios y en la Virgen. Y cada paso que doy se lo pongo a Dios. Yo hablo con él siempre, lo primero, y él me va poniendo en mi corazón lo que tengo que hacer.

Lo mismo Dios también es un poco flamenco.

–No lo sé, pero sí sé que la música viene de él. El buen flamenco viene de Dios.

Aquí abajo, en su casa, todos son artistas.

–Mis hijos, David y Gabriela, cantan muy bien. Tiene buen oído.

Y están en el disco.

–¡Sí! Es que desde chiquitillos juegan a eso en casa. Me decían papi, preséntanos como si estuviéramos en 'La Voz'. Y yo decía: con todos ustedes... ¡David de Jacoba! Y salía mi niño: hola, soy David y vengo de Motril y voy a cantar no sé qué. ¡Un aplauso! Después salía Gabriela... Y claro, yo no podía elegir a ninguno porque se enfadaban, entonces les decía que no me habían gustado y que tenían que aprender más (ríe).

Sus niños participan en 'Albahaca de la India', una versión de 'Alegrías de la Ragua' que presentó con La Plazuela.

–Con los plazuelos estoy muy agradecido porque hicimos muy buena amistad. Le escribí un mensaje por Instagram porque mi niño me dijo «papi, mira qué música más chula». Les escribí para decirles que me gustaba lo que hacían, que ojalá grabar algo juntos. Me tomaron la palabra rápido y un día en La Guardia, un barecillo pegado a la Caleta, dedicimos que íbamos a grabar cuatro temas.

La Plazuela

«Con los plazuelos estoy muy agradecido porque hicimos muy buena amistad»

¿Se lleva bien con las redes sociales?

–Sí, intento poner cositas todos los días. Soy muy pesado, pero es que sale mucho trabajo a través de las redes. A mí me funciona. Yo antes pasaba más tiempo en Madrid, me tenía que hacer ver para que me llamasen. Ahora no voy tanto y me asomo más a las redes, la gente sabe lo que voy haciendo.

¿Y cómo surgió la meoldía de 'Albahaca de la India' / 'Alegrías de la Ragua'?

–La melodía de 'Albahaca de la India' la tenía maquetada en casa, se la puse y les encantó. La saqué de una película hindú que tiene más de 50 años. La letra es mía, pero para la melodía me inspiré en la película 'Sufrimiento de amor'.

¿Volverá a reunirse con La Plazuela?

–A mí me gustaría hacer algo yo e invitarles a ellos.

En el disco también habla de su búsqueda de la felicidad.

–Sí, hay una bulería, por ejemplo, que se titula 'Mi soñar'. Mi soñar es la mujer con la que comparto mi felicidad cada día.

«Un fallo en el flamenco es un ole»

David de Jacoba, poniendo a cantar a los asistentes del Suena Granada, en el Botánico. B. R.

Tras hablar de 'Mi soñar', en el Botánico proponen que cante un pedacito del tema. David dice que sí, que encantado, y empieza con «yo quiero vivir a tu lado, como vivo mi soñar...». Entonces para, carraspea y ríe a carcajadas. «¿Cómo era? Ay, se me ha ido la letra...».

¿Le ha pasado más veces?

–¡Casi siempre! (ríe) ¡Nos pasa a todos! Pero mira, yo soy un cantaor que me dejo llevar por el momento, no me gusta llevarlo todo preparado al milímetro, sin fallos. No, no, no, a mí me gustan los fallos. Un fallo en el flamenco es un ole.

Tal vez lo sea en todo.

–Los errores nos hacen humanos.

Aunque parece que un ordenador arregla cualquier cosa...

–Hay sistemas que te pueden afinar la voz en la mesa de edición. Yo eso no sé cómo se hace. Yo creo que si tengo que repetir 50 veces la toma, 50 veces se hace hasta que esté bien y sea de verdad. Si no, es mentira, estás vendiendo la moto. Hace falta ese fallito.

¿Qué otras cosas le gustan?

–Andar y pasear. El fútbol, pero solo los partidos buenos. Los toros. Y me gusta estar en casa y ver películas de Cantinflas. Me encantan. De chiquitillo, mi padre se sentía muy parecido a Cantinflas, no físicamente, en la forma de ser. Y nos ponía películas mientras estábamos comiendo... Ahora se las pongo a mis hijos.

¿Cuál es su gran sueño?

–¿Mi sueño? ¿Te lo digo?

Por favor.

–Mi sueño, te lo digo de verdad, con toda sinceridad. Mi sueño... es estar algún día en el cielo con Dios, gozando. Ese es mi sueño, de verdad, te lo prometo de corazón. Y ver a los seres queridos, a mi familia, estar bien, en armonía y cantar con ellos.

Fundación Unicaja gestiona museos y centros en varias ciudades andaluzas y abarca proyectos de diversas disciplinas artísticas

La labor de difusión de la cultura de la Fundación Unicaja engloba proyectos relacionados con la literatura, las artes plásticas, la fotografía, la música, el teatro y el cine, así como cursos, conferencias y jornadas de diversa índole. A estas iniciativas también se une la convocatoria anual de los premios y certámenes de la institución en las modalidades de novela, artículos periodísticos, relatos, poesía y artes plásticas, así como la gestión de los fondos de la Colección de Arte Fundación Unicaja, que acumula más de 13.000 obras, y su propio Servicio de Publicaciones. La promoción de la cultura y la preservación del patrimonio constituyen dos de los objetivos fundacionales de la actividad que desempeña la Fundación Unicaja, que entiende el ámbito de la producción artística y literaria como una oportunidad para incentivar la economía y contribuir al desarrollo vital del individuo y de la sociedad.

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