Michel Camilo y Tomatito en Granada
Ese piano y esa guitarra te están hablando a tiLa pareja de músicos deslumbran en el Palacio de Congresos en el concierto inaugural del ciclo 1001 Músicas Caixabank
Al principio es como el balbuceo de dos bebés que se encuentran en el parque: un fuego cruzado de sonidos hermosos y complejos y afinados en el que cabe el universo entero. Una armonía mágica pero todavía ininteligible, por mucho que uno intuya que hay un diálogo detrás. El rasgueo. Los golpes a la madera. Las palmas. La punta del pie que atiza el suelo. Las cuerdas vibrantes lanzando flechas al aire. Los dedos que saltan de las blancas a las negras. Uno puede ser un completo ignorante, un recién nacido que acaba de llegar al mundo o un extraterrestre que dejó el platillo unos minutos atrás en los exteriores del Palacio de Congresos de Granada. No importa que uno no entienda el idioma, pero cualquiera sabría que ese piano y esa guitarra te están hablando a ti.
Michel Camilo sonríe como el gato de Cheshire. El pianista y compositor dominicano es una de las grandes estrellas internacionales del jazz, ganador de varios premios Grammy y uno de los músicos más queridos y respetados en el gremio. Tomatito, José Fernández Torres, juguetea alegre como el sombrerero loco del País de las Maravillas, sentado en su silla a la espera del próximo té con pastas. El guitarrista almeriense es uno de los máximos exponentes del flamenco moderno, cuenta también con varios Grammys y ha elevado a artistas como Enrique Morente, Mecano, José Mercé o Romeo Santos. Hace 25 años, el gato y el sombrerero probaron a fusionar flamenco y jazz provocando una explosión de emociones; un nuevo idioma.
Los dedos de ambos se mueven como venidos del futuro, como si supieran exactamente lo que va a pasar antes de que el resto pueda intentar seguirles la pista. Una fascinación, una locura rítmica de la que parece que se desprenden emociones, sentimientos y un talento que obliga a la ovación. Y solo han tocado una. «Estamos encantados de tenerles esta noche aquí –dice Camilo, con camisa azul, tras estrecharle la mano a Tomatito, de blanco–. Llevamos casi 30 años juntos a través del mundo entero. Comenzamos el concierto con una obra maestra, el Libertango de Piazzolla, y seguimos con algo muy nuestro, la de Alfonsina y el Mar».
El concierto de Michel Camilo y Tomatito inaugura la temporada del ciclo 1001 Músicas Caixabank, que este año cambia los jardines del Generalife por cuatro de los escenarios con más solera de la ciudad: el Palacio de Congresos (Travis, 24 de julio; Robert Plant, 26 de julio; Silvia Pérez Cruz y Salvador Sobral, 11 de septiembre; Ana Belén, 26 de septiembre), el Teatro CajaGranada (Iván Ferreiro, 5 de septiembre; Morgan, 6 de septiembre), la Industrial Copera (The Cat Empire, 19 de septiembre) y la Plaza de Toros (Antonio Orozco, 20 de septiembre).
La leyenda
«Encantadísimo de estar en Granada. Cuando vengo aquí, es mía», guiña Tomatito. La noche trae temas de todos los discos que comparten Camilo y Tomatito, en especial del último. Cuatro trabajos que parecen los títulos de una saga películas de Batman: 'Spain' (2000), 'Spain Again' (2006), 'Spain Forever' (2016) y 'Spain Forever Again' (2024). Sonaron temas como 'Antonia', 'A mi niño José', 'Mambo influenciado', 'La vacilona', 'Armando's Rumba', 'La fiesta'...
Entre las canciones brilla la preciosa versión del Concierto de Aranjuez engarzada a las mil maravillas con el 'Spain' de Chick Corea y, por supuesto, 'La leyenda del tiempo', de Camarón, tema que puso música al poema de Federico García Lorca, ya saben, el que empieza con un sueño flotando como un velero. Nadie recita un verso, pero de pronto todos los asistentes entienden el idioma. El tierno balbuceo pasa y el idioma se instala en lo hondo del cerebro, traduciendo los sonidos en sujetos, verbos y adjetivos.
Uno recuerda que no hay ni un solo registro de la voz de Federico, que se perdió en aquella maldita tapia. Y uno, ignorante pese a todo, piensa que, tal vez, lo de Michel Camilo y Tomatito, lo del piano y la guitarra, sea el acercamiento más auténtico a la voz del poeta. Una noche preciosa de dos o, tal vez, de cuatro. Two Much.
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