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Los profesores Juan José Montijano e Ismael Ramos, ante uno de los armarios de Lanz, en el isntituto que lleva el nombre del creador. RAMÓN L. PÉREZ

Los muebles perdidos de Hermenegildo Lanz

Seguimos el rastro de los elementos creados por el artista para la antigua Escuela Normal y la diáspora de estos por Granada

Domingo, 10 de diciembre 2023, 23:55

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Granada es una ciudad que sigue contando historias de quienes, una vez, la pusieron en el mapa de la cultura. Sin duda, uno de aquellos personajes fue Hermenegildo Lanz, nacido en Sevilla en 1893, llegado a Granada –de la que se enamoró «en ocho días»– para ocupar plaza de profesor en la Escuela Normal (centro de formación de los futuros maestros) en 1917, y uno de los personajes claves para entender nuestra Edad de Plata. Su nombre permanecerá ligado para siempre a las escenografías creadas para las obras de Falla, como coartífice de aquella 'Función de Reyes' de la que a principios de este año cumplimos un siglo, en su faceta académica o en su condición de genio en la construcción de títeres. Sin embargo, quizá para el gran público es mucho más desconocida su condición de diseñador de interiores y creador de piezas funcionales para edificios públicos. Precisamente, Lanz fue el responsable de dotar de mobiliario el nuevo edificio de la Escuela Normal, en construcción en la década de los 30. Como recuerda Juan Mata en su obra 'Apogeo y silencio de Hermenegildo Lanz' (Diputación de Granada), para él debió suponer un especial gozo el trabajo de creación de los objetos que harían más fácil el trabajo docente de sus compañeros y más llevadero el aprendizaje de los alumnos.

El imponente inmueble que abre las puertas de la Gran Vía y que hoy acoge diversas dependencias de la Junta de Andalucía supuso un gran reto para el creador granadino. En carta escrita a Gloria Giner de los Ríos, esposa del ministro de Instrucción Pública Fernando de los Ríos, y profesora a su vez de la Escuela Normal de Granada, fechada el 28 de agosto de 1932, le cuenta que lleva a cabo su trabajo «con la actividad y urgencia precisa». Añade: «He consultado a todos los compañeros sus necesidades docentes para que mi labor resulte más eficaz». Le envía adjunto a la carta un croquis de la mesa escolar que piensa colocar en las clases, pues opina que los clásicos pupitres «deben desecharse, por incómodos y poco prácticos (y además son antiquísimos)». Los trabajos de fabricación de los muebles fueron encargados a más de un centenar de artesanos entre carpinteros, ebanistas y barnizadores, pertenecientes a la CNT, quienes en un comunicado interno mostraban casi su alborozo por haber recibido el encargo en una época en que el trabajo escaseaba. El mobiliario se fabricó en un taller creado exprofeso en el auditorio del propio edificio. Aquella decisión acarrearía, no mucho tiempo después, funestas consecuencias tanto para Lanz como para quien dirigió la Escuela en aquel periodo, el profesor Agustín Escribano, padre de la poeta granadina Mariluz Escribano. Uno acabó condenado al ostracismo social, y el otro, fusilado en las tapias del cementerio.

Muebles creados por Lana en Ciencias de la Educación. R. L. P.

El mobiliario buscó, ante todo, la utilidad. Maderas resistentes, estructuras sencillas, y detalles como el biselado de las puertas de cristal, para permitir que los libros se airearan. Sillas adaptadas a cada sexo, en función de la estatura –la media de las chicas era más baja– e incluso de la indumentaria –curvatura distinta para ellas, que normalmente vestían falda–. Muebles con una parte dedicada a colocar libros y otra a guardar la ropa de trabajo de los profesores de Plástica... Precisamente, uno de estos armarios llegó, con casi total seguridad, al instituto de Secundaria que lleva el nombre del creador granadino. Allí, sus profesores Ismael Ramos y Juan José Montijano, comentan la ruta que siguió: «Fue parte de la partida de muebles que llegó al centro tras su creación. Su estructura, con una parte superior como anaquel de libros y una inferior con 'tacas' para colocar ropa, sugiere que quizá perteneció al Departamento de Plástica. Actualmente, guardamos en él los elementos que son el germen de nuestro futuro Museo del Títere, y exponemos elementos de la donación que ha hecho Sebastián Pérez Ortiz, pertenecientes a la colección heredada de su padre, Sebastián Pérez Linares», comentan. Junto al armario se ha dispuesto una vitrina que reproduce algunos de los hitos más importantes de la vida del creador.

Otro de los grandes focos de permanencia de los muebles de Lanz es la Facultad de Ciencias de la Educación, heredera de la Escuela Normal. La catedrática Lola Álvarez Rodríguez destaca que en los años 90, cuando se creó la nueva Facultad, se produjo el traslado de una serie de muebles –muchos quedaron por el camino y están en paradero desconocido, otros se destruyeron– que incluyen un gran armario que hoy se conservan en espacios como el Aula P2. También estuvieron a punto de convertirse en astillas durante unas obras de remodelación. «Esta ha sido tradicionalmente una de las facultades con mayor número de alumnos», recuerda. «Y siempre hemos tenido problemas de espacio. Así que en un momento determinado, se fragmentaron aulas grandes en otras más pequeñas. En el marco de estas obras, y dado el tamaño que tenían algunos de los muebles, observamos que había riesgo de que se perdieran, así que removimos Roma con Santiago para que no fuera así».

El despacho que Lanz diseñó para Gallego Burín, en la Casa de los Tiros. R. L. P.

Álvarez no descarta que en alguno de los almacenes de la Universidad haya alguna pieza más de Lanz. De él destaca «su estética racionalista, el extraordinario cuidado en la factura, con perfecto encaje de las piezas, la preservación de las proporciones, muy en la línea de la Escuela Bauhaus... Es un verdadero prodigio». Como nota curiosa, cabe destacar que una de las mesas creadas por Lanz mantiene un uso diario en la propia Facultad, sin que quienes la utilizan sean muy conscientes de ello. Se encuentra en uno de los pasillos que dan acceso a las aulas y despachos, y es común verla ocupada. Sería deseable preservarla de un posible deterioro, o al menos, advertir de su significado.

Además de la escalera del edificio público conocido como la 'Casa de la Perra Gorda', otra de las realizaciones de Lanz al alcance del público es el despacho que diseñó para quien fuera alcalde de Granada, Antonio Gallego Burín. De una rabiosa modernidad y en línea también con la estética Bauhaus, puede observarse en la Casa de los Tiros. Como detalle triste, es preciso recordar que Gallego, como recuerda Juan Mata en su obra, fue íntimo amigo de Lanz, y su desafección para con él le provocó una profunda amargura.

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