Teresa Valero: «Nadie se para a pensar que la diferencia entre héroes y villanos es mínima»

La entrevista durará un dibujo. Teresa Valero (Madrid, 1969) habla con el lápiz en la mano y el sol de Recogidas iluminando la mesa. Desde la cafetería del Hotel Abades se ve el paso de peatones donde, poco antes, el fotógrafo disparó la cámara y bloqueó el tráfico unos segundos. «Ahora sí que voy a contrapaso», bromeó Valero. Ella es la autora de 'Contrapaso', tebeo monumental alabado por público y crítica que está en todas las listas de 'lo mejor del año', así, en general. La historia sucede en la España del franquismo, donde dos periodistas, un falangista y un rojo, intentan desvelar un extraño crimen.

Valero participa este miércoles en Granada Noir con una sesión de firmas y la posterior presentación de 'Contrapaso', a las 17.30 horas, en la Librería Picasso (Obispo Hurtado, 5). El dibujo duró treinta y tres minutos.

–¿Se puede buscar la verdad con un cómic?

–Habría que buscar la verdad en todo lo que uno haga. Es de las pocas cosas que merecen la pena ahora mismo, tal y como está el patio. Hacer una distinción entre el ruido y los hechos. Y tratar de aprender algo en esa búsqueda, hacer un análisis constructivo, pensar a quién le interesa que no se sepan las cosas como son... Y con eso seríamos menos borregos.

–Paloma Ríos, la dibujante de cómics del libro, ¿es usted?

–Un poco sí. Soy de esa generación en la que si decías quiero ser dibujante te miraban raro. Quería ser dibujante por la oportunidad que te da el dibujo para poder contar historias, que es lo que me ha interesado siempre. Me identifico con esa voluntad que tiene Paloma en el libro de hacer lo que ella quiere. Si en mis tiempos costaba, para las chicas de los años 50, que las hubo, tuvo que ser todavía más difícil.

–'Contrapaso' es muy entretenido y muy profundo. Las viñetas están cargadas de ideas que se leen, se ven o se intuyen.

–Me da una alegría grandísima porque era exactamente lo que quería conseguir [ríe]. He intentado aprovechar todo lo que he aprendido. He intentado ir cambiando de traje, de autora a lectora, siempre con el sentido crítico, intentado no perder la perspectiva.

–Documentalista, guionista, dibujante y colorista. ¿Cuánto tiempo ha dedicado al tebeo?

–Han sido cuatro años. Cuando empecé estaba haciendo series y largometrajes en animación, que ha sido mi ocupación principal. He leído muchísimo y visto documentales, películas... Y he escuchado a la gente, personas vivas de esa generación. Escuchar a los mayores es fascinante, te das cuenta de que los tenemos ahí, un auténtico pozo de sabiduría, y muy poca gente les pregunta. Es muy bonito.

–Y bonito el resultado: algo que no era y de repente está por todas partes.

–Es la magia, el privilegio de esta profesión. En España ha sido un éxito, pero es que en Francia lo han leído 20.000 personas. Da vértigo, pero qué bonito es compartir una historia.

–Los protagonistas son periodistas que buscan la verdad. ¿Cree que sigue existiendo ese romanticismo?

–En las conversaciones con periodistas activos de esta época, hablaban de periodismo con lágrimas en los ojos. Me contaron cuál era la reacción de un periódico cuando saltaba la noticia con esa censura tan feroz. Literalmente me dijeron «sabíamos que no podíamos contar algo, pero lo perseguíamos para saber nosotros por qué eran las cosas así». Verbalizaban que, cuando la prensa se volvió libre, y es algo que me dijo también la gente del cine, cuando acabó la censura y llegó la libertad, se ejerció poco y mal porque enseguida se vendieron a algo. La prensa debería ser el cuarto poder.

–Quizás fallamos también en trasladar la importancia del periodismo en la sociedad.

–Sí, eso tiene que ver con la población. Exige cierta formación de calidad. La población no siempre es crítica o castiga si algo no está a la altura. Las cosas pasan muy rápido. Hay un ruido grandísimo que parece que va a morir todo el mundo porque ha pasado no sé qué cosa o están crucificando a alguien en Twitter y luego, mañana, nadie se acuerda.

–El poder de la memoria. En 'Contrapaso' lo ejemplifica Suso, el documentalista.

–La hemeroteca andante. Estamos en un momento de la historia, que seguramente lo ha habido antes, en el que todo tiene que tener un valor monetario, una rentabilidad. Eso da sociedades muy planas, con una cultura plana, una prensa plana, una población plana, historias planas...

–En este caso no es nada plana. ¿Cuál es el tema principal?

–Que la información debe ser veraz y que merece la pena correr riesgos para informar a la población. Y está muy presente la reconciliación, una cosa que a mí me preocupa. La gente que no piensa igual está condenada a vivir junta y deberíamos darnos ya cuenta.

–«Los héroes se fabrican a posterior, después del horror, para escapar de la vergüenza». ¿Necesitamos héroes?

–Siempre y los construimos cada día. Necesitamos héroes y necesitamos villanos, y nadie se para a pensar que muchas veces la diferencia entre unos y otros es mínima.

–León Lenoir, el protagonista, suena como Granada Noir. ¿Qué tal por Granada?

–¡Estoy encantanda! Para mí Granada es lo más grande, le tengo mucho cariño. Fue mi primer viaje y he vuelto muchas veces. Si tuviera que dejar Madrid, Granada es la ciudad ideal por su vida, su gente, su cultura... ¡Y su cómic! Algo pasa aquí, una efervescencia, que todos los artistas que conozco de Granada los admiro una barbaridad.

–De hecho, hay cierta conexión con el 'Blacksad' de Guarnido...

–Juanjo es una de mis referencias. Aparte de amigo, nos conocimos con 18 años haciendo animación, como artista le admiro y aprendo de él desde el primer día. Es un privilegio tenerle cerca, como a Miguelanxo Prado.

–La segunda parte de 'Contrapaso' está en marcha.

–Estoy escribiendo el guion que, al ser histórico, no es fácil. Todo lo tienes que verificar, cualquier idea que tengo me pregunto ¿esto sería posible? César Lucas, mítico fotógrafo de los 50, me está ayundado mucho.

–No me creo que no le hayan tentado ya con televisión y cine.

–Hay alguna oferta sobre la mesa que estamos barajando. Me gusta la idea, pero no me engaño: mi proyecto es el cómic.

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