Una ópera espacial a la granadina
El dibujante Adrián Fernández publica en España 'El huérfano de perdide', una aventura inspirada en la obra de Stefan Wul que viene de triunfar en el mercado franco-belga
Adrián abre la libreta y saca uno de sus lápices de colores. En el momento exacto en que la punta roza el papel, una melodía se cuela en su cabeza: «No sé por qué –dice– pero últimamente cuando me pongo a dibujar tarareo la música de los combates de 'Bola de dragón'». En la última feria de Anguleme, la gran cita del cómic en Europa, se pasó horas y horas canturreando mientras dedicaba sus tebeos. Él es uno de esos autores que vive dos líneas temporales a la vez: la de Francia y la de España. Allí acaba de publicar el segundo número de 'El rey loba', su nueva serie. Aquí presenta 'El huérfano de Perdide' (editorial Spaceman Project), una formidable ópera espacial que lleva varios años triunfando en el mercado franco–belga. «¡Tenía muchas ganas de que saliera!».
«Soy Adrián Fernández Delgado, dibujante de cómic y granaíno de 42 años. Eso ya me define muy bien», ríe, sentado en el estudio de su casa. En sus manos tiene un ejemplar de 'El huérfano de Perdide', una aventura de ciencia–ficción inspirada en una de las novelas míticas del francés Stefan Wul. «Era un dentista que en su tiempo libre escribía historias –explica–. Sacó libros como churros en los años 50 y 60. Una editorial decidió adaptar sus aventuras a cómics, usando dibujantes y guionistas distintos».
Así, el guionista Régis Hautiere vino a Granada para trabajar con Fernández en la adaptación del relato. 'El huérfano de Perdide' narra el periplo de Claudi, un niño de 5 años que sobrevive a un terrible suceso en el remoto planeta de Perdide. Max, un contrabandista espacial, viajará por el universo para rescatar al niño antes de que sea demasiado tarde... «¡Y es mejor no contar más! Ya sabes, es la típica historia que si te dan dos o tres pinceladas te la revientan», apunta el dibujante granadino.
Sea como sea, el cómic tiene naves espaciales, criaturas espectaculares, acción a raudales y escenarios repletos de imaginación. «Estudié animación y me gusta hacer los cómics pensando en una superproducción cinematográfica, prestando atención a la fotografía, es un rasgo de mi estilo, parte de mi forma de narrar historias». Una historia que, por cierto, tuvo su versión animada en 1982, con la dirección artística de, nada más y nada menos, Jean Giraud 'Moebius'. Pura fantasía.
Adrián Fernández creció fascinado por la lectura. Su padre, Antonio Fernández, médico que fundó el primer Centro de Transfusión Sanguínea de España aquí, en Granada, era un gran aficionado a la novela y al cómic europeo. «A mí me encantaba dibujar y mi padre se dio cuenta, así que me escribía guiones que yo convertía en pequeños cómics de cuatro o cinco páginas. Para mí, hacer esos cómics era la manera de sacar todo lo que bullía en mi cabeza porque yo leía en plan 'donquijotesco'. Piensa que en mi casa no había tele ni videojuegos, así que toda vía de escape para un niño con tendencia a imaginar era la lectura. Vivía, y vivo, entre la realidad y ese mundo interior lleno de fantasía. El cómic fue mi manera de sacar todo eso».
Con 12 años, parado en mitad del Mercado de San Agustín, le aseguró a Ana, su madre, que iba a ser dibujante de cómics y a partir de ahí no se desvió del camino. «Mucha gente le encuentra mérito al hecho de trabajar en esto. Pero cuando lo tienes tan claro, sólo tienes que seguir la senda y tener un poco de suerte». Tras licenciarse en Bellas Artes y estudiar animación en Madrid durante tres años, publicó sus primeros tebeos: 'Cuervo Negro', 'Remington' y 'Tangomango', del que también es guionista. «En Francia los publiqué con Ankama, una editorial muy vinculada al mundo de los videojuegos y la animación. Tras publicar 'Tangomango' me propusieron unirme a su estudio de animación».
Fernández se mudó a Lille, al norte de Francia, donde está la sede de Ankama. «Trabajé en el storyboard y el diseño de personajes de la serie 'Wakfu', que se convirtió en un fenómeno en Francia. Aquí se puede ver en Netflix». Tras probar la experiencia durante un año, decidió volver a Granada, «echaba de menos nuestros cielos, esto no lo ves en otra parte del mundo», para retomar sus cómics con un proyecto muy ambicioso: 'El rey loba'.
El rey loba
Fernández es el dibujate de la trilogía 'El rey loba', una serie que publica Dupuis en Francia. «Es una historia de capa y espada. Fantasía clásica con una revisión moderna por dos aspectos: los diáogos, muy frescos y muy bien escritos; y el argumento: una chica que es heredera al trono de un pueblo de hombres lobo que cambian de sexo con cada luna llena. A los 16 años pueden fijar su sexo y ella quiere ser mujer, algo que choca con la tradición al trono. Ella se escapa de casa y su aventura empieza».
Lo dos primeros tomos de 'El rey loba' ya se han publicado en Francia y el tercero está en camino. En España, por el momento, no hay ninguna fecha anunciada, pero Spaceman Project, al parecer, estaría interesada en editarlo en nuestro país. Mientras tanto, Fernández compagina sus páginas con el diseño de un videojuego para una empresa española. «Tengo un montón de proyectos en mente, poco a poco».
–¿Qué pasa en Granada con el cómic y los artistas?
–Muchísima gente se lo pregunta.Hay tanto arte... Mi teoría es que Granada tiene mucha magia porque es muy inspiradora. Igual si naces en otro sitio es menos posible que se te despierte la musa. Esa inquietud, esa apreciación de la belleza, está en el aire. Y está por todas partes... ¡Mi vecino es Munuera!
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