Un 'best seller' albaicinero por amor al perro
El cómic 'Su olor después de la lluvia', del granadino José Luis Munuera, recién publicado en España, es uno de los libros más vendidos del verano en Francia
Munuera camina por el Albaicín con los pies ligeros, como si flotara por las calles de Nunca Jamás. Tras girar un par de esquinas, el laberinto más hermoso del mundo le lleva a la Plaza de San Bartolomé, un rincón encantador donde hay un poema grabado en la pared titulado 'Oración del perro'. El dibujante sonríe como el pirata que encontró la isla perdida y, con voz engolada, lee el principio del texto: «Oh, señor de las criaturas, haz que el hombre, mi amo, sea tan fiel para los otros hombres como lo soy para él...». Luego guarda un instante de silencio así, con las cejas alzadas, y asiente mientras expulsa el aire poco a poco. En sus manos lleva un ejemplar de 'Su olor después de la lluvia'.
Si se dan un paseo por París este verano, además de miles de turistas verán la ciudad empapelada con la portada del cómic de José Luis Munuera: marquesinas, metro, librerías, supermercados, kioskos de prensa... «Es como las canciones de Georgie Dann, que no hay forma de huir. ¡Está en todas partes!», ríe el artista albaicinero. El cómic es uno de los libros más vendidos en Francia, un best seller incontestable que se ha ganado el corazón de miles y miles de lectores que siguen creciendo cada día. En España lo acaba de publicar Astiberri y es, sin duda, un emocionante regalo para los que comparten –o han compartido– su vida con un perro. «Yo creo que incluso sin tener perro. La historia es muy honesta y eso llega».
'Su olor después de la lluvia' cuenta la historia de Cédric, un amante de la montaña que un día, tras leer el periódico, decide adoptar a Ubac, un boyero de Berna. Su relación lo cambia absolutamente todo y le confiere un significado distinto al universo y a esas pequeñas cosas que nos rodean cada día. Ciento treinta páginas evocadoras, rabiosamente bellas y con una poderosa capacidad de acariciar el alma del que lee, de hacer que uno sienta entre sus manos el pelaje del que ya no está. «En las dedicatorias viene mucha gente que se encuentra reflejado en la historia. Eso crea un contacto emocional muy fuerte, es como que se sinceran. ¿Sabes qué creo? Hay una especie de conciencia de que un animal no merece el mismo dolor que un ser humano. Y te aseguro que el dolor por la pérdida es el mismo».
Relato autobiográfico
El cómic es una adaptación de la novela que escribió el propio Cédric Sapin-Defour, el protagonista de la historia. «Hasta el momento había adaptado autores que llevan muchos años fallecidos, como Charles Dickens ('Cuento de Navidad'), Herman Melville ('Bartleby, el escribiente') o James M. Barrie ('Peter Pan de Kensington'). Y este además era un relato autobiográfico, muy íntimo y sincero. Entonces, tenía miedo a hacer daño de alguna manera, a que mi interpretación no fuera justa». No ha sido así. El cómic incorpora nuevos personajes y le de una vuelta a la trama, pero mantiene la esencia del texto de Sapin-Defour, tanto que el francés lo ha aplaudido públicamente en numerosas entrevistas.
En el cómic hay otros temas como la familia que construimos con nuestras elecciones o el efecto curativo de la creación artística. Pero siempre con Ubac y la naturaleza en el centro, con viñetas y páginas sobrecogedoras que parecen pinturas en un museo. «La novela usaba un lenguaje exquisito para convertir los hechos más banales de su vida con el perro en pura poesía. Mi forma de transmitirlo visualmente ha sido a través del paisaje, de pausas narrativas, dejando que respire».
Munuera aspira y continúa en silencio la lectura de la 'Oración del perro'. Cuando termina, retoma su paseo por el barrio y se para en una pequeña cafetería en la calle del Agua. Pide un solo con hielo y abre la primera página de 'Su olor después de la lluvia'. Luego, con un lápiz dibuja a Ubac y dedica el libro a una niña que se llama Lara. Lara quiere un perro más que nada en el mundo, pero sus padres no lo tienen claro porque saben que eso es una responsabilidad, que ella es pequeña, pero lo cierto es que ambos todavía lloran cuando recuerdan la cabeza de sus perros hundiéndose entre sus manos, sus patas al subirse a la cama los días de frío, sus lametones inesperados cuando abrían la puerta y corrían a saludarles con un amor infinito, con esa alegría infante que irradiaban cuando escuchaban el sonido de la correa y salían a la calle a pasear como si fuera la primera vez, incluso cuando llovía, sí, también cuando llovía y su olor se quedaba guardado, para siempre, en la toalla del baño.
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