De la dispersión a servir a la sociedad
Medio siglo del Museo de Jaén (y II) ·
La segunda y última entrega del 50 aniversario del Museo de Jaén arranca tras la Guerra Civil y nos lleva a la actual dirección con Paqui HornosFrancisco Javier ochando
Domingo, 15 de agosto 2021, 21:24
Tras la Guerra Civil es nombrado nuevo director del Museo Pablo Martín del Castillo, vallisoletano que a la sazón ejercía como Profesor de Dibujo en el Instituto de Jaén. Posteriormente lo sería de la Escuela de Artes y Oficios, de la que también fue director en dos ocasiones. Se mantendrá en el cargo desde 1941 hasta 1958, pero en esos diecisiete años, paradójicamente, no verá nuevamente reunidos los fondos de la institución bajo un mismo techo, pues aún se mantuvieron distribuidos por las diversas instituciones de la ciudad hasta finales de los sesenta y principios de los 70, cuando el museo vuelve a contar con el edificio propio que hoy conocemos. Los centros que recepcionaron fondos fueron: Santa Capilla de San Andrés, Convento de las Descalzas, Escuela de Artes y Oficios, Ayuntamiento, Diputación, Oficina de Patrimonio Artístico y Real Sociedad Económica de Amigos del País.
Inventario
Este periodo ha sido definido como el del 'Museo Disperso' y debió de ser muy duro tanto para Martín del Castillo como para su sucesor, Inocente Fe, no alcanzar a ver nunca abierta al público la institución que dirigían, siendo su principal objetivo el del servicio a la ciudadanía. La gestión de Martín del Castillo se centró en hacer un inventario exhaustivo de los bienes, tarea nada fácil con unos fondos diseminados, e intentar mantener estos en buen estado, pues el edificio que se había proyectado en la segunda década del XX para albergar el museo, aún debía esperar.
Tras la dimisión en 1958 de Martín del Castillo por una grave dolencia, Inocente Fe, a la sazón miembro de la Junta del Patronato del Museo, va a permanecer como director interino hasta el nombramiento oficial, ya en 1967, de Juan González Navarrete. Fe canaliza las intenciones de todos sus antecesores de conseguir el tan ansiado espacio propio para el centro museístico, mediante la devolución del edificio que se había levantado al efecto en los años veinte y treinta. Tuvo que hacer verdaderos ejercicios de funambulismo, pero su tesón y habilidad dan sus frutos, y a mediados de los sesenta consigue la devolución del inmueble del paseo de la estación y pone en marcha la readecuación del mismo para recepcionar las obras del Museo Disperso.
Entre tanto, en los primeros sesenta, Ramón Espantaleón y el Instituto de Estudios Giennenses van a impulsar la creación del Museo Arqueológico Provincial, a fin de ordenar y dar visibilidad a los fondos arqueológicos hasta entonces acumulados. Se va a ubicar nuevamente en las galerías bajas y el patio de la Diputación, conforme a una readecuación del arquitecto Manuel Millán y, aunque se pone en marcha en 1961 bajo la dependencia del Instituto de Estudios Giennenses, será oficialmente creado con el Decreto de 30 de mayo de 1963, a fin de poder acogerse a las ventajas que ofrecía el reconocimiento como museo de la Dirección General de Bellas Artes. Ejerció como director de la institución Rafael del Nido Gutiérrez hasta el nombramiento oficial de Juan González Navarrete en 1967.
Urdapilleta era un laureado y afamado arquitecto, profesor de dibujo en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid
En él se exhibían piezas tan importantes como el Sarcófago Paleocristiano de Martos, el Toro de Porcuna (aparecido en 1946), el León de El Pajarillo de Huelma, el mosaico de Tetis de Marroquíes Altos, la esfinge de Jódar, el relieve con togado de Peal de Becerro o los materiales procedentes de las excavaciones de Castellones de Ceal y Toya. Como podemos imaginar, la forma de exhibición era más bien humilde, alejada de los presupuestos museísticos actuales, si bien comparable a la de otros muchos pequeños museos de la misma índole que andaban diseminados por el mundo. Y, por supuesto, embrión de actual Museo de Jaén en lo que a arqueología se refiere.
Paseo de la Estación
Dado que, desde su fundación en 1915, los fondos del Museo de Bellas Artes no paraban de crecer, Prado y Palacio había lanzado en 1916 una suscripción pública para adquirir la huerta donde habría de instalarse el nuevo edificio del museo, paraje conocido entonces como Puerta del Sol. El solar se escrituró en marzo de 1920, año en que comienza la construcción del edificio según traza del arquitecto Antonio Flórez de Urdapilleta, hombre muy ligado a Jaén, donde su padre, Justino Flórez Llamas había ejercido como arquitecto provincial, local y diocesano, y que el lector recordará por el monumento que la ciudad le tiene erigido en la Plaza Deán Mazas.
Urdapilleta era un laureado y afamado arquitecto, profesor de dibujo en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid y Arquitecto-Jefe de la Oficina Técnica para la Construcción de Escuelas Estatales. En su currículum sobresale el diseño de la famosa Residencia de Estudiantes de Madrid, cuyo Pabellón Transatlántico suele venirme a las mientes cuando asciendo la escalera de acceso a nuestro museo provincial, quizás por cierto paralelismo entre las torres y los aleros salientes de ambas edificaciones.
Como es sabido, siguiendo una propuesta de 1917 del entonces concejal Ramón Espantaleón, se utilizó como portada de acceso la del edificio del Pósito de Labradores, obra renacentista de Francisco del Castillo, con un relieve de Juan de Reolid. Para acceso al patio se trasladó la portada de la desaparecida iglesia de San Miguel (que había estado situada en el Arco de San Lorenzo hasta que la adquirió un particular), atribuida a Andrés de Vandelvira. En 'Don Lope de Sosa', había manifestado Flórez de Urdapilleta años antes su opinión sobre la misma: «Es quizás el trozo de más unidad arquitectónica que hay en Jaén».
Este arquitecto, a quien Moneo recuerda por promulgar en sus clases un estilo basado en las formas de la arquitectura popular, proyectó un edificio historicista de talante clásico, con un soportal de acceso y un patio central en torno al cual se distribuyen las diferentes alas, además de cuatro torres en las esquinas con triples ventanas en cada cara, como un pequeño guiño a Vandelvira.
Aunque iniciada en 1920 y elevada a buen ritmo, la construcción se vio paralizada en 1921. Con la llegada de la II República, se decide el cambio de uso para Escuela Normal de Magisterio, por lo cual en los primeros años 30, estando las obras aún en vía muerta, ha de realizar tres nuevos diseños a fin de readaptar la fábrica a su nueva función. Las obras se retomaron en 1934 y volverán a pararse con motivo de la Guerra Civil, aunque el edificio está ya casi completo. A partir de 1940 pasa a uso militar, sin que apenas haya intervenciones de adecuación y mantenimiento, con lo cual se encontraba en serio estado de deterioro cuando en 1962 se le encomiendan las obras de remodelación a Luis Berges Roldán para ser definitivamente abierto como museo. La intervención, respetuosa con lo hecho por Urdapilleta, debió ajustarse al presupuesto y se centró en la primera y segunda plantas, el diseño de una entreplanta y una nueva caja de escalera en mármol. La entreplanta ya se entreveía en el proyecto primigenio, pero es con Berges cuando se concreta, a partir de unos pilares en hierro colado y unas polémicas escaleras de caracol, que fueron finalmente sustituidas.
Decreto de fusión
En 1969 se firma el Decreto de fusión del Museo Provincial de Arqueología y el Museo Provincial de Bellas Artes en el nuevo Museo Provincial de Jaén de acuerdo con los modernos criterios de racionalidad de la museología. González Navarrete, a la sazón director del primero, es nombrado en abril de 1970 director de esta nueva entidad. Con él comienza la etapa de configuración del museo tal y como hoy lo conocemos, en un proceso de evolución de la institución que se puede decir casi paralelo al de la propia Transición española. La inauguración en el edificio del Paseo de la Estación por fin se lleva a cabo el 28 de junio de 1971, al medio siglo de iniciada su construcción, aunque aún se afrontarán nuevas adecuaciones e intervenciones, como las del edificio colindante con la calle Cristo Rey, que hoy alberga la biblioteca y zona administrativa, y el edificio exento situado a la derecha del principal, medianero con la iglesia de Cristo Rey, pensado para albergar la sección etnográfica de Artes y Costumbres Populares, aunque finalmente se ha destinado para salas temporales de exposiciones. O la readaptación de las zonas interiores y urbanización de la zona ajardinada exterior, practicadas en 1974. Estas últimas reformas, junto con la sección de grabado contemporáneo y la instalación «El mito de la caverna», serán oficialmente inauguradas en 1980 en visita oficial de los Reyes de España.
Dos de las polémicas que rodean al museo han venido suscitadas por cuestiones relacionadas con esta inauguración. La primera 'El mito de la caverna', instalación de José Luis Verdes (artista madrileño ligado a Quesada) premiada en la Bienal de Sao Paulo de 1975, quedó en depósito en nuestra institución sin más especificaciones y fue exhibida en la planta baja del nuevo edificio para exposiciones temporales. El autor percibió 4.900.000 pesetas (unos 29.450 euros) de subvención, pero posteriormente inició un pleito que terminó con la retirada de la obra en 1996, siendo exhibida tras su muerte en el Reina Sofía.
La segunda se refiere a la adquisición de la colección de grabados contemporáneos de Dimitri Papageorgiu, conformada a partir de 471 estampas de afamados artistas que fueron pasando por su madrileño taller de grabado (Solana, Vázquez Díaz, Gregorio Prieto, Alberti, Lucio Muñoz, Genovés, Saura, Millares, Chillida…) y ofrecidas a Navarrete por 2.000.000 pesetas (12.000 euros) de la época. Es de reconocer que la colección de grabado ha dado al museo una proyección en el terreno calcográfico que lo sitúa en primera línea, tal vez superado únicamente por el Museo del Grabado Español Contemporáneo de Marbella.
Como vemos, con González Navarrete no van a cesar las adquisiciones y depósitos de obras (Antonio López, Anselmo Miguel Nieto, Montero Calvo, el 'San Juan de Dios' de Jacinto Higueras, los Madrazo…) si bien el culmen de su mandato lo constituye el hallazgo arqueológico en 1975 del Conjunto Ibérico de Cerrillo Blanco, en Porcuna, correspondiente al s. V a. de C. Las esculturas extraídas dieron un giro a los estudios internacionales sobre el mundo íbero y han estado en exposiciones tan importantes como la celebrada en París en 1997. Navarrete pagó de su propio bolsillo la compra de la parcela donde se hallaba el yacimiento, realizando posteriormente su tesis doctoral sobre dicho hallazgo y, a pesar de las presiones recibidas desde instancias superiores, consiguió que las más de 1500 piezas del conjunto se quedase en Jaén, siendo la joya indiscutible de la sección arqueológica hasta su traslado al nuevo Museo Íbero.
Su mandato finaliza en 1984, cuando es nombrado director del Museo de América en Madrid. No obstante, aún bajo su gestión se crean algunos museos locales dependientes del Provincial de Jaén: Museo Arqueológico de Úbeda (1973), Museo de Artes y Costumbres Populares del Alto Guadalquivir, en Cazorla (1983) y Museo Arqueológico de Obulco, en Porcuna (1977).
El Museo hoy
Tras Navarrete, es nombrado director otro vallisoletano, el especialista en escultura íbera Iván Negueruela Martínez. Su gestión durará hasta 1993 y está ligada al traspaso de competencias que se llevará a cabo a la Junta de Andalucía, sobre todo a partir de 1984, así como la readaptación a la nueva normativa sobre patrimonio histórico que va a ir naciendo durante estos años. Desde Jaén marchará al Museo Arqueológico Nacional y posteriormente dirigirá el Museo Nacional de Arqueología Marítima.
En 1993 toma las riendas José Luis Chicharro Chamorro, quien ha narrado la historia de la institución en su tesis doctoral, viendo posteriormente la luz en el ya mencionado libro 'El museo provincial de Jaén (1846-1984)', publicado por el Instituto de Estudios Giennenses.
Trabajar para que la institución parezca menos 'institucionalista'
Desde 2008 ostenta la dirección Francisca Hornos Mata, a quien se debe la actualización y modernización que ha experimentado el centro en la última década, atendiendo a la nueva legislación autonómica que sobre museos y patrimonio histórico ha ido apareciendo a partir de 2007. Además, ha sabido hacer que la institución parezca menos 'institucionalista', con una filosofía más aperturista, adaptada a las nuevas tecnologías, preocupada por la didáctica y abierta a experiencias asequibles para toda la sociedad, en la que se incluyen aspectos como la educación de género o la lucha contra la violencia de género. Como Hornos recuerda, basta entrar al recibidor para toparse con 'Rea Silva' y 'Asesinato de la madre de Nerón', dos lienzos de gran formato que tratan esta lacra social. También es sabido que están aquí las dos únicas obras de Margaret Keane que hay en España, pintora que fue suplantada por su marido, y que Tim Burtom puso en el candelero con la película 'Big Eyes'.
A Paqui Hornos ha tocado la labor de conmemorar el 50 aniversario del nacimiento del Museo de Jaén tal y como hoy lo conocemos. Para ello se han realizado visitas guiadas a través de todo el edificio, se llevó a cabo un espectáculo audiovisual el pasado 28 de junio, fecha de la efeméride, a la par que se vienen desarrollando una serie de conferencias a lo largo de todo el año: la arquitecta Claudia Correa habló sobre los edificios que han acogido al Museo; José Luis Chicharro daba su visión del museo a través de sus años al frente del mismo; y el pintor Miguel Viribay lo hizo sobre los fondos de la pinacoteca. Aún queda la de la propia directora, en septiembre, que versará sobre la futura proyección de la institución y a buen seguro no decepcionará.
¡Brindemos por los próximos 50 años del Museo de Jaén!
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión