Isaac Muñoz, el escritor de Granada libertino y crápula fascinado por oriente
El autor vivió como quiso, murió de sífilis como los malditos y se bebió la vida a tragos. Este año se cumplen 100 años de su muerte y Amelina Correa publica un retrato de su existencia
A medio camino entre el Marqués de Sade, Casanova y Lawrence de Arabia, la figura del escritor granadino Isaac Muñoz (1881-1925) es una de las más desconocidas de la literatura de los primeros años del siglo XX. Muñoz es un escritor «raro y olvidado», como afirma la catedrática de Literatura de la UGR y escritora, Amelina Correa, quien ha publicado 'El escritor Isaac Muñoz. Amor y muerte en el orientalismo modernista' (Viola Archivos), una aproximación rigurosa y profusamente ilustrada –para el poco material que existe sobre él– en torno a la figura de este intelectual que vivió sin medida y no dejó casi nada sin probar de los muchos placeres que se le pusieron por delante. Placeres, por otra parte, traspasados a sus obras, con títulos como 'Vida' (1904), 'Voluptuosidad' (1906), 'Morena y trágica' (1908) o 'Ambigua y cruel: novela asiria' (1912).
Muñoz ofrecía una primera impresión comparable a la de Wilde u otros dandis literarios. «Basta con observar sus fotografías, donde posa con exquisito cuidado, siempre elegante y bien vestido, ensayando una pose que transmite seguridad y apostura, y con la que incluso parece mirar al espectador», afirma Amelina Correa. «Esa atención hacia la forma, ese esteticismo extremo se aprecia, sin duda, también en su obra literaria. No en vano, Luis Antonio de Villena, auténtico especialista en el modernismo, y también en el dandismo, ha llegado a afirmar que el escritor Isaac Muñoz representa nuestro mejor decadentismo, y añade que escribió probablemente la prosa más decadente y enjoyada de nuestro modernismo simbolista, en su matiz orientalizante».
La catedrática describe las razones de su ostracismo y del olvido al que ha sido sometido hasta nuestros días. Son básicamente tres. Por un lado, sus opiniones con respecto a la situación de Marruecos –materia sensible en la época– chocaban considerablemente con las tesis intervencionistas oficiales. Por otro lado, tenía una concepción transgresora de la literatura y el arte, vinculada directamente con la consigna finisecular de «escandalizar al burgués», a la vez que un sentido de la relación sexual como vía de trascendencia. Así, sus novelas fueron un prototipo del erotismo decadente, en abierta oposición con la moral imperante. Por último, la misma concepción innovadora que proponía el modernismo conlleva el que sus obras disientan de las convenciones literarias establecidas y rompan la separación entre géneros, con la escritura de novelas que reflejan características propias de la poesía y que muestran un escaso desarrollo de la acción, una prosa preciosista y un predominio del esteticismo y la morosidad descriptiva. Este trasvase de géneros que hoy es tan habitual, entonces chirriaba un poquito, por no decir bastante.
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Muñoz no fue un cualquiera. Tuvo buenos amigos, como demuestra el hecho de que el artista plástico Juan Gris (1887-1927), uno de los máximos exponentes del cubismo, diseñara su 'ex libris'. Al respecto, Amelina Correa señala que una de las características del modernismo fue, precisamente, la tendencia a una fusión ideal de todas las artes, lo que se aprecia por ejemplo en los libros. «El libro modernista se concibe como un objeto globalmente bello: con ilustraciones, cuidado de tipografía, diseño, uso de tintas de colores... Un buen ejemplo son novelas de Isaac Muñoz como 'Ambigua y cruel' o 'Lejana y perdida', ambas con preciosas ilustraciones de portada de un pintor reputado en la época como José Moya del Pino, responsable de ilustrar los volúmenes de la 'Opera Omnia' de Valle-Inclán», comenta la escritora.
Fue la oveja negra de su familia. Su padre era militar, de origen noble y le había incluso concertado un matrimonio de conveniencia con una rica heredera, que él se negó a aceptar. «Esto, unido al elevado tono erótico de sus obras, así como a una existencia bohemia y enfrentada a los valores tradicionales, ocasionó un enfrentamiento que concluyó con la ruptura de las relaciones familiares. Hasta el punto de que, cuando Isaac Muñoz falleció tempranamente, y de una enfermedad infamante como la sífilis, su padre se negó a que sus restos mortales recibieran sepultura en el panteón familiar», recuerda Amelina Correa.
'Morena y trágica', una de sus novelas, pudo inspirar el libreto de 'El amor brujo' de Falla. «la historia es la de una pasión profunda trastornada por los celos, ambiente de cuevas y chumberas, una bruja que recita sus conjuros de amor y sus adivinaciones, el sentimiento de fatalidad, el fuego, el baile seductor, el intento de reflejar el habla de los gitanos... Todo esto está en la obra del gaditano», añade la investigadora. También la propia vida de Muñoz podría inspirar una novela: «Su devenir biográfico podría servir como inspiración para una novela. Pero además, habría que reivindicar el valor intrínseco de su obra literaria, llena de páginas preciosistas, transgresoras y muy cuidadas. Creo que en ese sentido se puede recordar la reivindicación de su obra que ya hizo Eugenio de Nora en su clásico estudio 'La novela española contemporánea'», asegura.
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