Patrimonio de Granada
El hombre que talla las piedras de la AlhambraEl cantero Jesús Martín tiene la responsabilidad de mantener en perfectas condiciones todo el material pétreo del monumento más visitado de España
El pequeño Jesús, con apenas diez años, miraba con fascinación cómo su papá, Manuel, convertía un trozo de yeso en una preciosa estatua. Eran los años ochenta. En el patio de la casa familiar situada en la calle Gómez Rascón de la Cartuja. Ahora Jesús, con sesenta y un años muy bien llevados, es nada más y nada menos que el cantero de la Alhambra. «Mi padre fue barrenero primero y luego pintor, pero sentía verdadera pasión por la escultura y así me lo transmitió». «Hacía cabezas de toro, ménsulas e incluso tableros de ajedrez», recuerda en la nave de trescientos metros cuadrados, ubicada en la zona de Nuevos Museos de la Alhambra, donde echa la mayor parte de su jornada laboral restaurando con esmero fuentes, labrando carteles o fabricando escalones para las torres. Un oficio que lleva ejerciendo durante quince años en la Alhambra y que es tan antiguo como la vida misma. Uno de los principales empeños de los hombres primitivos era modelar las rocas para abatir y comer los animales que cazaban.
El jornal de Jesús Martín Hernández, que así se llama y se apellida nuestro protagonista, comienza bien temprano, a las 7.30 horas, antes de que los turistas pueblen los palacios nazaríes y otras estancias del monumento más visitado de España, que el pasado 27 de septiembre sumaba ya la friolera de dos millones de visitas en lo que va de año –una afluencia muy parecida a la que se registraba antes de que el mundo se paralizara por la pandemia del coronavirus–. «Lo primero que hago es revisar el ordenador por si hay algún tipo de incidencia», explica Jesús.
La primera labor diaria del cantero es el mantenimiento de la emblemática Fuente de los Leones
Si no hay ninguna faena perentoria, su primer cometido será el mantenimiento de una de las joyas de la Alhambra, la Fuente de los Leones, uno de los grandes iconos patrimoniales de España. «La limpieza –asegura– consiste en la eliminación de restos como los excrementos que depositan los pájaros, que se adhieren al mármol y que, en caso no retirarse, pueden tener un efecto muy perjudicial». También evacua las monedas que más de uno arroja al vaso buscando un deseo, quita las impurezas de los canales y elimina huellas de quienes, en un alarde de imprudencia, ponen sus manos sobre alguno de los doce félidos.
Datos
-
15 Jesús lleva quince años trabajando la piedra de la Alhambra, construida básicamente con cuatro tipos de roca: calcarenita de Escúzar, travertino de Alfacar, caliza de Sierra Elvira y mármol de Macael.
-
755 La tradición de canteros en la Alhambra se remonta a los orígenes del propio monumento, hace 755 años.
A todo ello hay que sumar una función tanto o más importante: el análisis de los morteros. Es decir, el análisis de los 'rellenos' que se aplicaron en su momento en la restauración de los leones –fundamentalmente en las orejas, la melena y las uñas– para observar que no se ha producido ninguna exfoliación. En el supuesto de que hubiera algún tipo de anomalía, lo primero que haría Jesús sería avisar a Elena Correa, la jefa de Restauración de la Alhambra, para que se aplicaran las medidas oportunas. Y es que hablamos de un material, el mármol de Macael, muy sensible a la acción humana, pero también a los agentes climáticos. El calor, el frío y el agua repercuten sobre los 'felinos', que son cubiertos durante las noches invernales con una especie de pijamas realizados a medida que les garantizan un equilibrio térmico y unas condiciones ambientales óptimas.
La revisión diaria de la emblemática Fuente de los Leones forma parte de la rutina de Jesús, aunque la mayor parte de su tarea la desarrolla en la nave del complejo de NuevosMuseos de la Alhambra, donde se trasladó hace siete años el Taller de Cantería que antaño estaba en el Carmen de los Mártires. Allí, rodeado mazas, gradinas, cinceles y punteros, empeña buena parte de su tiempo en la rehabilitación de pilas o en la reparación de las escaleras que se han quebrado o desgastado y presentan riesgo de caída. Para evitar este peligro, Jesús lleva a cabo un tratamiento consistente en el abujardamiento del piso para que nadie resbale.
«Los canteros seguiremos siendo necesarios mientras haya piedras que tallar», dice Jesús Martín
También se encarga de indicaciones y letreros, como el que realizó para la señalización de la casa museo del guitarrista Ángel Barrios –un verdadero tesoro, por cierto–, y el tallado de sillares que posteriormente se colocarán en lugares tan emblemáticos como la mismísima Torre de la Justicia, uno de los principales accesos a la ciudad palatina. «Hablamos de bloques de cuatrocientos o quinientos kilogramos de peso que a veces presentan formas curvadas», aclara Jesús que, además de las herramientas manuales, dispone de maquinaria para la extracción de polvo, sierras eléctricas para el corte de grandes bloques y compresores de aire comprimido.
Una tecnología que se emplea para la reposición de los materiales pétreos de la Alhambra, que básicamente fue construida con calcarenita de las canteras de Escúzar, travertino de Alfacar, calizas de Sierra Elvira y mármol de Macael. Esto es la Alhambra. No se puede especular. La calcarenita se sustituye por calcarenita, el travertino por travertino y el mármol por el mármol –no valen los sucedáneos ni las imitaciones–.
Jesús Martín fue contratado por primera vez en la Alhambra en el año 1995. Nunca olvidará su primera encomienda: «Vete a arreglar una sebka –elemento decorativo con forma de retícula oblicua– en el Patio de los Leones». «Cuando estaba allí –relata Jesús con emoción– tuve la sensación de ser una persona privilegiada, no daba crédito; yo trabajando en el Patio de los Leones, en la mismísima Alhambra». El sueño cumplido de aquel chaval que con diez años admiraba la destreza de su padre para transformar un trozo de barro en una obra de arte.
Formación
El culmen de muchos años de formación en la Escuela de Artes y Oficios de Granada, donde Jesús cursó los ciclos de Decoración Árabe –ahora denominado Ornamentación Islámica–, Cerámica Artística y Tallado en Piedra. Ahí, gracias a las enseñanzas de grandes maestros como Antonio Santisteban, aprendió todas las técnicas que lleva quince años implementando con destreza y profesionalidad en la Alhambra. «Mi mayor satisfacción es que todo salga bien, que mi trabajo esté a la altura de un bien tan importante como la Alhambra y que la gente pueda reconocer, en algún momento, la enorme responsabilidad que supone desarrollar esta profesión en un sitio tan increíble como este», confiesa Jesús señalando su entorno.
Y es que picapedreros hubo en la Alhambra desde que se inició su construcción allá por 1238. Los hubo durante los 260 años en que se levantó el conjunto monumental y los ha habido hasta la actualidad. Jesús Martín es continuador de una labor que tuvo pasado, que tiene presente y que tendrá mucho futuro.La Escuela de Artes sigue formando a jóvenes en esta especialidad. Muchos de ellos hacen prácticas junto a Jesús. Un lujazo.
«Los canteros seremos necesarios mientras siga habiendo piedras», apunta Jesús entre risas. «Llegado el caso, mis propios hijos seguro que estarían interesados en continuar con la saga».Por lo pronto, su Amadora ha estudiado Restauración. «Yo sé que ellos están orgullosos de mí», dice el bueno de Jesús, que aún ve muy lejana la fecha de su jubilación. «Yo no quiero irme porque esto me gusta, me gusta mucho», confiesa mientras termina de cincelar un canto que se colocará en algún lugar de la Alhambra. «Resulta muy emocionante pensar que esto –dice mostrando el guijarro– quedará incrustado en estos muros por los siglos de los siglos».
La historia de Jesús es también la historia de la Alhambra.La historia de un niño que quería parecerse a su padre y que acabó siendo el cantero de la Alhambra.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión