El hombre que desveló la gran farsa de Granada
El cirujano granadino Carlos Ballesta publica un libro sobre el jesuita del Albaicín y consejero de papas que demostró que los libros plúmbeos del Sacromonte eran falsos
La historia sobre los 'plúmbeos' del Sacromonte está contada por activa y por pasiva. Los moriscos Alonso del Castillo y Miguel de Luna se inventaron una especie de quinto evangelio en árabe a finales del siglo XVI para demostrar que la fe de Cristo y la de Alá tienen mucho en común y facilitar la integración de los musulmanes en un reino cristiano desde 1492. Lo escribieron todo en 223 planchas circulares de plomo que alguien –no se sabe si ellos u otras personas– enterraron en el Sacromonte. Los libros fueron descubiertos entre 1595 y 1599 junto a unos restos humanos que se atribuyeron a San Cecilio. Los primeros se demostraron que eran falsos, mientras que nadie puso en duda la veracidad respecto a los segundos. Hasta el punto de que San Cecilio se convirtió en el patrón de Granada y se construyó una gran abadía junto a la cueva donde se hallaron los huesos del santo.
Todo esto fue lo que sucedió de forma muy resumida y poco precisa. Pero en el mapa de hacedores y perpetradores de este 'cronicón', hay un personaje principal que, de forma más o menos premeditada, ha quedado oculto para la historiografía. Hablamos de Ignacio de las Casas, un jesuita converso del Albaicín que, gracias a su erudición, fue quien demostró que no, que lo que se narraba en los Plomos del Sacromonte era una gran patraña.
El cirujano Carlos Ballesta, que combina su pasión por la medicina con su afición por la historia de Granada y su patrimonio, acaba de publicar 'El proscrito de Granada' (Ediciones Miguel Sánchez), donde aporta todos los detalles de la apasionante vida de Ignacio de las Casas que, por su sabiduría, llegó a ser incluso consejero de los papas Gregorio XIII, Sixto V y Clemente VIII. «Es uno de los granadinos más importantes de la historia, y así tiene que ser reconocido», asegura Ballesta, que esta tarde a las 17.30 horas presentará la obra en el Ayuntamiento de Granada –aunque lleva varios meses en distribución–.
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«Ignacio de las Casas –asegura el autor– vivió en la segunda mitad del siglo XVI en Granada, una ciudad venida a menos por guerras y acontecimientos que redujeron su población y fisonomía tras la eclosión previa a la conquista, cuando era una de las ciudades con más habitantes del mundo». De las Casas nació en 1550 y murió en 1608. Era hijo, explica Carlos Ballesta, de los moriscos albaicineros Cristóbal de las Casas yGracia de Mendoza.
«Se formó en la Casa de la Doctrina del Albaicín, que hoy día sigue en pie en el número 1 de la calle Pagés», aclara el escritor. Pueden verla, en su parte delantera y trasera, en las fotos que ilustran este reportaje. El inmueble, situado junto a la mezquita mayor del Albaicín –hoy parroquia del Salvador–, se encuentra en buen estado de conservación y, según Ballesta, mantiene elementos de la traza original, pese a las sucesivas intervenciones. La Casa de la Doctrina, confiada a la Compañía de Jesús, fue una institución promovida por las nuevas autoridades para propiciar las conversiones.
De Granada a Roma
El maestro y preceptor de 'Lepillo', que así se conocía en la infancia a Ignacio de las Casas, fue Juan de Albotodo. Tras una estancia formativa en Córdoba, en 1573 se marchó a Roma para ingresar en San Andrés del Quirinal, donde aprendió teología y lenguas clásicas. Su reconocimiento llegó hasta el punto de que Gregorio XIII lo envió en misiones educativas para las comunidades católicas de Egipto, Líbano, Siria, Jerusalén e Irán, «donde cada cual procesaba según sus ritos y costumbres», dice Carlos Ballesta. «Fueron muy conocidos sus memorandos de esas iglesias, lo que le otorgó un prestigio aún mayor en el papado».
«Ha llegado el momento de que Granada rinda un tributo a uno de sus hijos más ilustres», dice Ballesta
Tanto es así que Roma lo designaba para estudiar posibles casos de herejías como en la zona del Levante español, Alcalá de Henares y Ávila. Cuando se produjo la localización de los Plomos del Albaicín retornó a la Granada de su niñez por expreso requerimiento del arzobispo Pedro de Castro para que valorara la veracidad de los hallazgos. Entonces fue cuando redactó el memorando de 227 páginas, adquirido a un anticuario en el Rastro de Madrid por el propio Carlos Ballesta, en el que demuestra que aquello era un 'fake' en toda regla tanto por el fondo como por la forma –las letras no eran reales–.
Carlos Ballesta ha bebido de diferentes fuentes para realizar su investigación sobre Ignacio de las Casas y redactar 'El proscrito de Granada'. Entre ellas, resalta los estudios realizados por el profesor Youssef El Alaoui y su tesis doctoral sobre Ignacio de las Casas. «Es la persona que más ha indagado en esta figura», comenta Ballesta, quien agrega que ha llegado el momento de que Granada tribute un homenaje a su hijo más ilustre con una escultura en el Albaicín, «en un lugar de paso, para que todo el mundo sepa quién es».
Ignacio de las Casas no es un nombre más de la Granada de un pasado esplendoroso. Es un nombre que debe escribirse con mayúsculas. Como lo hace Carlos Ballesta.
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