Patrimonio de Granada
La habitación oculta del Monasterio de San JerónimoEl investigador Joaquín Martínez descubre una estancia del Monasterio destinada a que la Duquesa de Terranova siguiera las misas y tuviera acceso directo a la cripta de su esposo, el Gran Capitán
Si usted ha visitado en alguna ocasión la iglesia del Monasterio de San Jerónimo, quizá se habrá preguntado por qué existen dos entradas a la sacristía. Y la pregunta tiene una respuesta que se desconocía... hasta ahora. Hasta que el investigador Joaquín Martínez se ha metido de lleno en el Archivo Histórico Nacional y ha estudiado, con detalle, un documento fechado el 15 de abril de 1525 que desvela el enigma.
Se trata de una anotación, transcrita por el historiador y paleógrafo Hugo Vázquez, relativa a la capilla mayor del Monasterio de San Jerónimo y firmada por un señor que se llamaba Juan Franco, por una parte, y por la comunidad de los jerónimos, por la otra. En uno de los párrafos se puede leer que ese vano conectaba una habitación, que se encuentra en la parte superior, con la cripta donde descansan los restos de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán de los ejércitos de Castilla y Aragón en la Guerra de Granada.
¿Quién era Juan Franco? Pues básicamente el contable del matrimonio que formaban el Gran Capitán y María Manrique de Lara, la poderosa Duquesa de Terranova –siempre se ha hablado de ella como la Duquesa de Sessa–. Y fue ella, MaríaManrique de Lara, mecenas del templo, quien ordenó que se construyera una tribuna para seguir los oficios religiosos, tal y como se recoge en el legajo rubricado por su representante Juan Franco.Una tribuna a la que se accedía a través de una escalera de caracol –este elemento también aparece en los papeles– y que permitía bajar hasta el sepulcro del Gran Capitán, su amado esposo.
Es decir, gracias a este escrito del Archivo HistóricoNacional se ha descubierto que ese cuarto, donde se han almacenado durante décadas los moldes utilizados en la restauración del Monasterio de San Jerónimo en los años sesenta, no es ningún almacén. Se trata de una estancia, con una superficie de unos cincuenta metros cuadrados, destinada a que la Duquesa de Terranova oyera misa y desde la que podía llegar directamente hasta la sepultura del Gran Capitán a través del 'caracol' (sic) y a través de la misteriosa puerta referida al comienzo de este reportaje.
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«La Duquesa –explica JoaquínMartínez– no llegó a utilizar estas dependencias porque falleció antes de que hubiera actividad litúrgica, pero sí le dio tiempo a verlas terminadas». Este habitáculo quedó cegado hacia el interior.De hecho, donde estaba la ventana a la que debía asomarse la Duquesa de Terranova para escuchar la eucaristía, lo que existe es un muro donde Juan de Medina ejecutó, entre 1723 y 1739, parte del espectacular programa pictórico de la iglesia. En esta pared, Medina reprodujo una escena en la que se recreaba el encuentro entre el papa Gregorio XIII y el nieto del Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba y Fernández de Córdoba. Las monjas de San Jerónimo están buscando financiación para recuperar esta habitación y hacerla visitable –aunque sea para grupos reducidos–.
El pasadizo
Hacia el exterior, hacia la plaza de los Naranjos, sí que existe un ventanuco. ¿Qué sucede?Pues que, según Joaquín Martínez, eso no es en realidad un ajimez, sino la puerta de un pasadizo que la propia Duquesa de Terranova pidió que se hiciera para entrar en la tribuna de forma autónoma. Un corredor que estaría unido con una vivienda que, al parecer, nunca llegó a erigirse. Y es que en el documento de 1525 se le confiere a la Duquesa la potestad de edificarse una casa en cualquier lugar del Monasterio de San Jerónimo. Todo indica que su voluntad era levantarla donde hoy día se encuentra la plaza de los Naranjos.
María Manrique de Lara obtuvo en 1523 el permiso del emperador Carlos V para que el Gran Capitán fuera inhumado en la capilla mayor del Monasterio de San Jerónimo, que se ejecutó entre 1523 y 1554. Fue un empeño personal. Una forma de resarcir la memoria del Gran Capitán, que cayó en desgracia para el rey Fernando el Católico. El primer intento fue que su enterramiento estuviera en la Cartuja alta –donde se halla la facultad de Psicología–, pero la idea se desestimó cuando los cartujos se trasladaron a la Cartuja de la Asunción, en la ubicación actual.Lo más probable es que el acuerdo se rompiera por una razón nunca confesada.Porque no se permitía el acceso de las mujeres.
Las religiosas de San Jerónimo buscan financiación para recuperar la tribuna de la Duquesa de Terranova
Así que su gran empeño siempre fue que el Gran Capitán yaciera en San Jerónimo. «Ella quería que fuera en un sitio tan digno, o más, que Fernando el Católico en la Capilla Real», afirma Joaquín Martínez. Lo consiguió. En aquel momento el ábside del Monasterio se veía desde cualquier punto de Granada. Era un enclave estratégico.
María Manrique de Lara pereció en 1527, tan solo dos años después de que se iniciara el proyecto de la capilla mayor, encargado en estilo renacentista a Jacopo Florentino –a la muerte de este fue continuado por el arquitecto imperial Diego de Siloé–. Una verdadera joya del patrimonio de Granada cuya historia aún se está escribiendo.
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