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Manuel Mateo, con su querida zanfoña, nos enseña cómo suenan sus instrumentos en mitad de la exposición del Palacio del Almirante. PEPE MARÍN

Granada reúne a las músicas del mundo: El romance de la zanfoña

La Casa del Almirante expone la colección privada del músico granadino Manuel Mateo, 180 instrumentos típicos de distintos lugares del planeta que suenan «de maravilla»

Viernes, 17 de julio 2020, 01:18

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La zanfoña es un instrumento extraño. Tiene la silueta de la guitarra, pero nada que ver. Al girar una manivela, las cuerdas generan un sonido continuo sobre el que se puede tocar una melodía gracias a un pequeño teclado. La zanfoña es, digamos, un instrumento especial. Y en el caso del músico Manuel Mateo, un amor de juventud. «Soñaba con ese instrumento desde adolescente», dice. Estuvo persiguiendo ese sueño durante años, hasta que, al fin, conoció a Jesús Reolid, un conocido lutier de Madrid. «Era joven y tenía un dinero ahorrado. Así que le pedí que me lo construyera... Entre medias, a ambos nos dio un vuelta la vida y perdimos el contacto. Y eso que yo le había dado un anticipo en pesetas». Hace dos años, Mateo y Reolid se reencontraron gracias a las redes sociales. Reolid anunciaba sus instrumentos en una página de Facebook y Mateo le dijo que si se acordaba de él, que se quedó con las ganas de conseguir su soñada zanfoña. Reolid le respondió que claro que se acordaba y que, de hecho, la zanfoña que tenía expuesta en fotos era la suya. «Me estaba esperando».

Esta romance por la zanfoña sintetiza claramente la pasión de Mateo por los instrumentos. «Cuando supe aquella era mi zanfoña lloraba como un niño», recuerda. Mateo es músico y formó parte durante 23 años del grupo Lombarda, especialista en la tradición oral de La Alpujarra. De hecho, una de los hitos que forjó Lombarda fue una pequeña mandolina, el primer instrumento «distinto» que tuvo y que, un día, sirvió para reunir a los miembros de la banda. El caso es que Mateo lleva toda la vida coleccionando instrumentos de música. Todo tipo de instrumentos, venidos de los lugares más remotos del planeta. Una colección que se puede disfrutar, en vivo y en directo, en el Palacio del Almirante, durante este mes de julio.

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'OrbisMusica: instrumentos del Mundo' es una exposición comisariada por Consuelo Pérez Colodrero y David Martín López abierta al público de lunes a viernes, en horario de 11.00 a 14.00 horas y de 17.00 a 19.00 horas. 180 instrumentos distintos que se muestran agrupados por un criterio geográfico: «Lo normal en un museo de instrumentos es mostrarlos por tipos. Los de cuerda, los de aire, los de percusión... Pero yo prefiero por ubicación porque los instrumentos cuentan más cuando los agrupas según suenan en su cultura. Un sitar, por ejemplo, al lado de un armonium me permite explicar cómo suena la mayoría de la música indo-pakistaní». Así, 'OrbisMusica' se divide en 'Magreb-Oriente', 'Asia-Oceanía', 'África Subsahariana', 'Europa' y 'Andalucía'.

El viaje

Nada más entrar en la exposición, en la cuarta planta del Palacio del Almirante, ubicado en un precioso rincón albaicinero, nos encontramos con una pequeña isla repleta de... cosas. «Verás que no son instrumentos, pero se usaban con música», dice Mateo conforme agarra una criba con un puñado de garbanzos y se lanza a cantar al tiempo que menea las legumbres. Al lado de la criba hay una botella de anís, una zambomba, cencerros y un almirez, entre otras. A su espalda, una zona dedicada a Andalucía, con artilugios tan curiosos como la gaita del gastor, típica de la sierra de Cádiz, o el divertido gallo kikirikí. Al adentrarnos en la siguiente sala, donde está el grueso de la muestra, hay auténticos tesoros musicales que llaman poderosamente la atención. Como la chillona o el marimbol, de México; el pungi para hipnotizar serpientes, de Asia; la sanza y el buggo, de África; o el qarqab y la darbuka, del Magreb.

Galería. Algunos de los instrumentos que se pueden ver en la exposición.

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Galería. Algunos de los instrumentos que se pueden ver en la exposición. PEPE MARÍN

Una de las cosas que le preguntan más a menudo a Mateo es si ha viajado mucho. Y no, la verdad es que no más de lo normal. «Los instrumentos los he conseguido a través de amigos –explica–, encargos a viajes de novios, intercambios, músicos de Latinoamérica que venían por aquí y me traían cosas, en rastros... Mira, por ejemplo, hay un tambor de Tanzania que lo compré en un mercadillo de Navidad en Barcelona. Lo tenía un argentino que lo usaba como asiento».

«Hay un tambor de Tanzania que lo compré en un mercadillo de Navidad en Barcelona. Lo tenía un argentino que lo usaba como asiento»

Pese a que la exposición se puede disfrutar a simple vista, Mateo ha fijado seis citas posibles para visitas guiadas (los días 6, 8, 13, 15, 20 y 22 de julio, de 19.00 a 21.00 horas) previa inscripción en programaeducativo@ugr.es. «Hago sonar algunos instrumentos, cuento sus historias y, al final, guardo una sorpresa que no está expuesta al público». Esa sorpresa es el mágico sonido de un amor platónico; el sonido de la primera nota con la que empezó este curioso romance con la música;el sonido de un instrumento extraño que aguardaba en el taller de un lutier de Madrid;el sonido de la zanfoña. Su zanfoña.

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