Patrimonio de Granada
La gran mudanza de la AlhambraTrasladan un millar de piezas de extraordinario valor del Museo de la Alhambra por el arreglo de los tejados del Palacio de Comares y el Mexuar, donde se producen filtraciones
Son las ocho de la tarde. Los empleados de la Alhambra cierran las puertas del monumento más visitado de España. No se volverán a abrir hasta las diez de la noche, cuando los visitantes puedan disfrutar de la maravillosa experiencia sensorial y emocional de recorrer los palacios nazaríes en horario nocturno. Pero una cosa es que durante dos horas no haya gente pululando por la ciudad palatina y otra distinta que no haya actividad. A las 20.00 horas una decena de operarios de la empresa Cañadas, especializada en el traslado de obras de arte, accede al Palacio del Comares para llevar a cabo la mayor mudanza que se ha producido en la Alhambra. El traslado de un millar de piezas de extraordinario valor desde el almacén del Museo de la Alhambra hasta el edificio de Nuevos Museos, donde se guardarán ya posiblemente de forma indefinida. ¿Por qué? Pues básicamente porque el Patronato iniciará antes de que termine el año las obras de reparación de los tejados del pabellón donde se alojaban estos elementos, en los que se han detectado problemas de filtraciones de agua.
Una operación de enorme envergadura, supervisada por Purificación Marinetto, jefa del Departamento de Conservación de Museos, y Silvia Pérez, responsable del Área de Reserva de la Alhambra, que se está desarrollando con extraordinario cuidado a lo largo de esta semana. «Empezamos a las ocho de la tarde y terminamos pasadas las dos de la madrugada... o lo que se prolongue», explica Marinetto entre risas. Un operativo que debe compatibilizar esa hora y media en la que los turistas tienen la oportunidad de disfrutar de la Alhambra de noche y la logística que requiere el traslado por el propio Palacio de Comares de verdaderas joyas como las celosías del salón de las Damas del Baño de Comares. La logística funciona a la perfección.
Datos
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200.000 El Museo de la Alhambra custodia unas 200.000 piezas, de las que tan sólo se exhiben al público 300. Una cantidad ínfima que evidencia la necesidad de ampliar el espacio expositivo.
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1492 La colección comenzó a formarse en 1492. Tras la conquista los Reyes Católicos ya vieron la necesidad de sustituir elementos de la fortaleza.
Pero antes de seguir describiendo el extraordinario despliegue de medios puesto en marcha por el Patronato, conviene responder a una pregunta previa: ¿qué hacen en el Palacio de Comares todos estos objetos? La explicación es sencilla. «El Museo de la Alhambra estuvo en el ala oeste del Palacio de Comares hasta 1994, hasta que se terminó la restauración de la planta baja del Palacio de Carlos V, y se decidió llevar las instalaciones museísticas de uno a otro sitio», dice Marinetto. Esas dependencias –había catorce salas expositivas–, situadas encima del evocador Oratorio del Mexuar, se cerraron entonces a la visita pública y se emplearon para guardar ese millar de fondos que están siendo llevados en estos días hasta el complejo de Nuevos Museos, dentro del recinco alhambreño.
En este punto conviene recordar un dato importante. El Museo de la Alhambra, que atesora un impresionante legado con más de quinientos años de antigüedad, contabiliza un total de 200.000 referencias, de las que tan sólo se exhiben trescientas. Una proporción ínfima que evidencia algo importante.Que hace falta muchísimo espacio para acometer la ampliación de la zona expositiva –es un verdadero lujo que todas estas joyas estén metidas en cajas en NuevosMuseos– y que también se precisan más metros cuadrados para la habilitación de otra serie de servicios. Hablamos, por ejemplo, de zonas para la investigación o para la realización de actividades divulgativas. De ahí el interés por reubicar el Museo de Bellas Artes, situado en el Palacio de Carlos V, en otro punto de la ciudad.
Trazabilidad
Pero volvamos a lo que está sucediendo ahora. Toda la faena está perfectamente organizada.Lo primero es la clasificación del material, a fin de tener muy clara la trazabilidad. Es decir, dónde estaban las piezas y dónde estarán a partir de ahora. Todo tiene que estar localizado.Lo siguiente es el embalaje para garantizar que no se produzca ningún tipo de deterioro. Tras envolver con una cobertura acolchada, se utilizan en unos casos las tradicionales cajas de cartón y en otros, contenedores diseñados a medida con sistemas de anclaje interior para que las vasijas, por ejemplo, estén sujetas y soporten las vibraciones. «Los materiales son siempre neutros, sin ningún tipo de ácido, para que el contenido no se vea afectado», aclara Marinetto.
Una vez todo perfectamente empaquetado –esta tarea se inició en 2018 ante la expectativa de que hubiera que evacuar por el mal estado de las cubiertas–, es el momento del transporte. Cañadas ha instalado un elevador mecánico con plataforma en el Patio de Machuca que permite que los bultos más pequeños puedan bajarse a través de una ventana.Después solo hay que desplazarlos unos treinta metros. Hasta los camiones que esperan en el exterior del Palacio de Carlos V. Pero, por el volumen de algunos de los objetos, el traslado tiene que hacerse descendiendo, con sumo cuidado, por unas escaleras que conectan con el patio de Comares, donde se halla el estanque. Ydesde ahí hasta los vehículos, pero saliendo por laPuerta del Príncipe. Todo ello debe realizarse, además, con extrema cautela. De ahí el concurso de una compañía especializada como la granadina Cañadas.
«Hemos confeccionado cajas a medida para el transporte de algunas de las piezas»
Purificación Marinetto
Directora del Departamento de Conservación de Museos de Alhambra
¿Qué se está porteando? De todo.Ya se halla en Nuevos Museos la espectacular colección de cerámica blanca, azul y dorada. Pero hay muchísimo más. Aleros del Palacio de Comares y del Generalife, varias puertas excepcionales, tejidos de seda nazaríes, coptos, fatiníes, norteafricanos y turcos –entre otras procedencias–, yeserías de una casa que se derribó en la plaza de Villamena, solería alicatada que se encontraba en el mismísimo crucero del Hospital Real de Granada, tinajas, una ventana con celosía de un piso superior de la Rauda, etcétera, etcétera, etcétera.
El catálogo del Museo de la Alhambra es, sencillamente, descomunal. «Empezó en los tiempos de los Reyes Católicos, cuando Isabel y Fernando ya decidieron que había elementos en la Alhambra que había que ir restituyendo», señala Marinetto. A partir de ahí, ha habido una sucesión de entes que se han encargado de tutelar una herencia tan vasta. Está documentado que en la Exposición de Barcelona de 1914 ya se mostraron lápidas y maderas cedidas eventualmente por los gestores de la Alhambra. Es el caso de la puerta de la alacena del palacio de Cetti Merien, que se hallaba en la Casa de las Infantes derribado cuando se construyó la Gran Vía, y que Gómez Moreno decidió que debía de estar en la Alhambra.
Entre las piezas que se están transportando, la espléndida colección de cerámica nazarí blanca, azul y dorada
La fecha clave es 1940, cuando se constituye en Patronato de la Alhambra y el Generalife. Uno de los primeros proyectos que se acometió fue la creación del Museo Arqueológico de la Alhambra dos años después, en 1942. Durante veinte años, hasta 1962, mantuvo esta denominación. Fue cuando empezó a llamarse Museo Nacional de Arte Hispano Musulmán, dependiente del Ministerio de Cultura. En 1994 adopta ya su nombre actual,Museo de Alhambra, nuevamente bajo los designios del Patronato.
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