El fotógrafo granadino de los sueños

Dijo Shakespeare que «somos del mismo material que se tejen los sueños». Una máxima que encuentra todo el sentido del mundo en 'Pequeño inventario de sueños', una exposición donde Juan Molina realiza el relato onírico de su vida y de sus contradicciones. «De lo que soy y de lo que quise ser», asegura el fotógrafo, quien reconoce abiertamente sentirse influido por el surrealismo y por alguno de los grandes maestros de este movimiento como Salvador Dalí. «Soy un tipo tímido que ha encontrado en la cámara la mejor manera de expresar los recuerdos de mi infancia, el miedo al olvido o la melancolía de los tiempos pasados», comenta el autor de esta sugerente propuesta fotográfica que se puede ver en la Casa García de Viedma de Armilla hasta el próximo 8 de enero.

Un chico vestido de chica mira al objetivo mientras la calidez del atardecer ilumina su rostro lánguido. Dos muchachas con sus rostros unidos por las mismas trenzas que tapan sus miradas y unen sus anhelos. Dos jóvenes con unas gafas en tres dimensiones que portan la cinta de una película y un maletín. Ensoñaciones que hablan de la incapacidad de contar con palabras lo que se puede describir con imágenes, de errores del pasado que solo se ven en el presente, de las butacas mullidas del cine Madrigal en aquellas noches de estrenos e ilusiones. Un lenguaje cargado de simbolismo que, en última instancia, permite al espectador fabular, en primera persona del singular, sobre escenas que tienen mucho de ficción, pero también mucho de realidad.

«Hay una serie de temas que me obsesionan», reconoce Juan Molina. Entre ellos, el miedo al olvido y el miedo a la muerte. También la nostalgia por el tiempo que se escapa y el canto a la vida a partir de la belleza del cuerpo femenino –el noventa por ciento de sus retratos son de mujeres–. Molina aborda el desnudo, una de sus grandes especialidades, con una sutileza casi poética, lejos de cualquier atisbo de sexualización. Piel y emociones;emociones y piel. La elegancia de la mirada limpia en la forma y en el fondo.

Formalmente, la veintena de instantáneas que conforman este 'Pequeño inventario de sueños' de Juan Molina son el corolario a la búsqueda de un estilo propio. La atmósfera y la narrativa identifican claramente sus creaciones. «A pesar de ello –confiesa– me considero una persona en constante evolución y totalmente abierto a la experimentación». Se observa, por ejemplo, una clara influencia del teatro en los últimos años –en sus composiciones nunca falta el atrezzo– y la apertura a distintas visiones desde el punto de vista escénico. Tanto es así que sus obras, las que se pueden ver en 'Pequeño inventario de sueños', narran historias con un principio, un nudo y un desenlace que siempre queda abierto. Un estimulante ejercicio de imaginación para quienes abominan de que les cuenten el final.

Desde el punto de vista estético, sus iluminaciones pueden ser duras y amables –en función del contexto–. Juan Molina juega con fuentes naturales y artificiales. «Me gusta generar la luz y dominarla», confiesa. Respecto a la colorimetría, se aprecia una querencia por los tonos cálidos y anaranjados. El factor humano siempre está presente en sus fotos como un vehículo para la representación de sentimientos que definen personalidades.Sus modelos –solo 'utiliza' hombres de forma excepcional– suelen aparecer con los ojos cerrados o vendados. Las localizaciones, interiores o exteriores, están al servicio de un lirismo siempre pretendido.

Juan Molina Ronquillo (Granada, 1971) empezó en el mundo de la fotografía hace treinta años de una manera autodidacta. «Me gustaba acompañar a mi amigo Luis Hurtado para hacer fotos nocturnas de Granada por el Paseo de los Tristes o la calle San Juan de los Reyes», recuerda. Poco a poco amplió conocimientos haciendo cursos y másteres en academias como Filmosofía.

Sus inicios están relacionados con la fotografía infantil, aunque poco a poco fue evolucionando hacia lo social y hacia lo conceptual, tal y como se aprecia en 'Pequeño inventario de sueños'. En la inauguración de esta muestra la cantante Carmen Soto y la actriz Irene Aguilera protagonizaron una performance que versaba sobre sueños guiados por miedos.

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