El rap de la flauta y la mandolina
Il Giardino Armonico, uno de los conjuntos de época más importantes del mundo, deslumbró en el Colegio Mayor Santa Cruz la Real
Luis tiene 20 años y está en uno de los bancos que hay delante del Colegio Mayor Santa Cruz la Real, en Santo Domingo. Sujeta el móvil de frente y mueve la cabeza al ritmo de la música hasta que, de pronto, se pone a rapear con voz potente. «Estoy conectado con los colegas, improvisando», explica alegre. Al descubrir que hay un concierto al otro lado de la calle, pregunta de qué es. El título de la cita es 'Cantar y tañer. Sones antiguos y barrocos'. «¿Música barroca?», se pregunta. Unos metros más allá, unos chavales bostezan teatralmente:«¡Aburrido!». Alguien les sugiere que busquen en el móvil un vídeo de Avi Avital tocando la mandolina. «Este sí que es 'El mando'», bromean, haciendo un guiño al protagonista de la serie 'El mandaloriano'. Luis, el rapero, sigue con la sonrisa del que grita eureka.
El patio del Colegio Mayor es tan bonito que debería estar en un museo;hasta el calor es soportable. Sea como sea, aquí es difícil encontrar a alguien que no se confiese amante de la música barroca. Amelia y Caridad, bajo uno de los árboles del centro, tienen la cámara de fotos preparada. Conchita y Silvia, en la esquina derecha, suman «miles» de conciertos a sus espaldas. Al otro lado, Ángela y Lucía, de 19 años, han usado el bono cultural para comprarse el abono del Festival. Y allí, en mitad del meollo, está Carmen, hacia la sexta fila, que es su primera vez. «¿La música barroca? Ni idea. Pero seguro que me gusta», sonríe.
Il Giardino Armonico es uno de los conjuntos de época más importantes del mundo, con un repertorio que ronda la música de los siglos XVII y XVIII. Su director y fundador, el milanés Giovanni Antonini, subió al escenario del colegio a las diez y siete minutos, con una tranquilidad contagiosa que, poco a poco, fue destensando los músculos.
La primera
Esta era la primera vez que la formación, una leyenda viviente de la música antigua europea, participaba en el Festival, como Carmen. Debía ser una de las grandes citas del programa y no defraudó: violines, violas, violonchelos, contrabajo, tiorba y clave se fundieron en maravillosa alquimia con Granada, en una velada brillante que arrancó con el Concierto nº2 de Francesco Durante. Pero fue en la segunda pieza, con el Concierto en re mayor de Emanuele Barbella, donde llegó la primera gran ovación.
Avi Avital es el Andrés Segovia de la mandolina. Un talento inesperado y desbordante, que casi parece mentira que con un instrumento tan humilde, tan ignorado, se pueda sobrecoger de esa manera. El israelí, que empezó a despuntar con ocho años, fue el primer solista de la cita, con el Concierto de Barbella. Armado con sonrisa cómplice y acogedora, se hizo un hueco intermitente en el centro del escenario.
Avital parece uno de esos personajes tan complejos y carismáticos de las películas de Hayao Miyazaki. Resulta fácil imaginarlo sentado en un bosque japonés, tocando la mandolina junto a Totoro o Porco Rosso. Curiosamente, Avital acaba de grabar uno de los temas de la banda sonora de 'El viento se levanta', de Joe Hisaishi, para un disco que celebra las mejores melodías del estudio Ghibli. Sin duda, Avital y su mandolina encajan en un cuento de hadas japonés.
En este 'Cantar y tañer', Antonini combinó su faceta de director de orquesta con la de flautista, convirtiéndose, como Clark Kent en Superman, en el segundo solista de la noche. Menuda fantasía. Carmen, sentada en la cuarta fila, atendía a la mandolina como si le estuviera hablando, como si fuera el bardo que entra en la plaza para contar una historia venida de allende los mares. Demonios, como si la mandolina y la flauta rapearan en conexión las palabras que Johann Sebastian Bach dejó para su Concierto en re menor, Bwv 1060. La música que iba y venía –un diálogo infalible– se transformaba en palabras evocadoras y fugaces en el cerebro de Carmen y del resto de asistentes. Pájaros en un día de piscina. Una tormenta que obliga a encerrarse en casa. Y el sol que vuelve alegre para bailar una vez más, como en una de los Beatles.
La cara de Carmen en la traca final, entre Paisiello y Bach, entre el director, 'el Mando' y la maravillosa Il Giardiano Armonico, parecía preguntarse, completamente fascinada ¿desde cuándo hablo el lenguaje de la flauta y la mandolina?
El concierto terminó, de madrugada, con un Vivaldi inesperado y tintineante, presentado de viva voz por Avital. Ovación cerrada.
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