«A Federico García Lorca hay que leerlo más y manosearlo menos»
Nando López, escritor ·
Estrena en el Teatro Gala de Washington una adaptación de 'Doña Rosita la soltera', donde ya triunfó con 'Yerma' hace cinco años, y ha comenzado el rodaje de 'La edad de la ira', en Antena 3Nando López (Barcelona, 1977) escribe porque respira. O, quizás, todo lo contrario. Prolífico autor de narrativa juvenil, adulta, ensayos y teatro, el 9 de septiembre estrenó en el Gala Theatre de Washington su versión de 'Doña Rosita la soltera', de Federico García Lorca. Al descolgar el teléfono, en Madrid, habla con emoción del rodaje de la serie basada en su novela 'La edad de la ira', para Antena 3. Además, está terminando otro libro que publicará el año que viene, con SM; y ya ultima 'Presente Imperfecto' (Editorial Dos Bigotes), una colección de relatos adultos que saldrá a principios de noviembre. «Y siempre con Lorca presente», dice. «Porque los que escribimos no podemos hacerlo sin mirar a Lorca, es imposible que no nos inspire».
–¿Cómo surge llevar 'Doña Rosita' a Washington?
–Surge a raíz de José Luis Arellano, un director con el que he trabajado en varias ocasiones. En 2015 estrenamos en Washington una adaptación de 'Yerma' con la que ganamos el Helen Hayes, uno de los premios de teatro más importantes de Estados Unidos. Arellano fue el que me propuso la idea y en el Gala Theatre estaban muy interesados. Es un teatro muy interesante que se dedica a difundir la lengua española. Este año no puedo viajar, por la pandemia, pero el equipo ya está allí ensayando para el estreno del día 9.

–¿Cuál cree que es el mensaje de García Lorca hoy?
–Lo maravilloso de Lorca es que no tiene un mensaje único. Sigue vigente, con obras llenas de significado. En 'Doña Rosita', por ejemplo, nos solemos quedar en la superficie, pero lo cierto es que habla de la defensa de los ideales, de buscar nuestra propia verdad frente a la de otros, del paso del tiempo, de la necesidad de atrapar la belleza... Y hay un concepto que le interesaba mucho:la sororidad feminista. Para el público de este siglo, las obras de Lorca emocionan tanto como cuando se estrenaron porque tiene valores que, por desgracia, muchos quieren desterrar.
–¿Es Lorca una figura destacada en Estados Unidos?
–Completamente. Muy conocido, muy admirado, con mucho interés por su obra y su biografía. No sé si somos conscientes de que es un autor absolutamente universal. Al teatro, en Washington, viene público hispano, pero también mucho de habla inglesa que quiere disfrutar del texto con la sonoridad de la poesía lorquiana. Allí se valora por su fondo y por su forma.
–Además, sigue inspirando grandes obras, como 'Una noche sin luna', de Juan Diego Botto.
–Yo mismo escribí una obra en la que recreo la vida de Lorca desde la mirada de Buñuel. Se lama 'Tour de force' y contábamos desde su juventud hasta que es un genio. Y una de mis novelas juveniles, 'La versión de Eric', abre con una cita de Lorca: «No me cortéis las alas...». El protagonista es un joven trans que encuentra su voz gracias a los pasajes de Lorca.
«Para el público de este siglo, las obras de Lorca emocionan tanto como cuando se estrenaron»
–Lorca, de hecho, es un referente para muchos colectivos. Entre otros, el LGTBI.
–En su generación hay dos referentes clave: Luis Cernuda y Lorca. Los dos vivieron una homosexualidad tormentosa y los dos escribieron y abrieron camino en la verbalización y la defensa del amor y de la identidad. Es lógico que Lorca sea un referente LGTBI. Lo terrible es que no deja de ser un mártir, asesinado por sus ideas y por no esconderse.
–Ahora parece que todo el mundo es experto en Lorca y, de vez en cuando, toca hablar de él.
–Pasa con Lorca y con todo. A Federico García Lorca hay que leerlo más y manosearlo menos. Antes de hablar de él deberíamos leerlo mucho más y atender a lo que hizo alrededor de la literatura. Tenía una voluntad muy social, con una mirada renovadora.
«Él jamás votaría a nada ni a nadie que atentara contra los derechos humanos»
–¿Qué le parece lo de que «Hoy García Lorca votaría a Vox»?
–Es pervertir una obra y una biografía que merece respeto máximo. Es traicionar la memoria de un autor siempre comprometido con la igualdad y los derechos humanos. Lorca fue asesinado por quienes ahora quieren apropiarse de su nombre. Él jamás votaría a nada ni a nadie que atentara contra los derechos humanos, algo que queda atestiguado en su obra y en todas y cada una de sus declaraciones. Lorca está en contra de los partidos que atacan a la comunidad LGTBI, a la que él perteneció. El propio Lorca desmiente a Vox, basta con leerlo.
–¿Se imagina a Lorca usando redes sociales?
–¡No me lo había planteado! [ríe] Si Lorca usara las redes sociales sería de manera sorprendente. Y sí, me lo puedo imaginar porque era un gran conversador y un gran polemista, con una mirada tan lúcida que sería muy interesante. Lo que no sé es cuánto aguantaría la toxicidad de Internet... Lorca era de enfrentar la cultura desde lo real y las redes tienen algo muy abstracto y cómodo. Lorca era de mancharse, no creo que le bastara con poner un hashtag.
–Usted, como profesor de literatura en excedencia, ¿cree que Lorca llega a los jóvenes?
–Les llega muchísimo si se les permite leer con un mínimo de libertad. Todos los años, cuando daba en 4º de ESO, era uno de los autores que provocaba emoción y debate en el aula. Recuerdo un grupo de 15 años que les entusiasmo tanto que grabaron poemas de Lorca como canciones de hip hop.
«'La edad de la ira' es una historia sobre la búsqueda de la voz propia, que es algo muy lorquiano»

–Ya se está rodando la serie basada en su novela 'La edad de la ira', para A3Media. ¿Qué tal la experiencia?
–Es la novela que me cambió la vida, finalista del premio Nadal, y está siendo un viaje maravilloso. Es una historia sobre la búsqueda de la voz propia, que es algo muy lorquiano. De hecho, Lorca aparece de alguna manera en la serie, con referencias que ya estaban en la novela. Son cuatro episodios de mucha sensibilidad en la que se quiere retratar a la adolescencia de hoy. La serie ahonda en la contradicción que viven los jóvenes, a los que decimos que tienen una serie de derechos conquistados y, al mismo tiempo, reputan los discursos de odio que viven un repunte legitimado por ciertos medios y partidos políticos. Es una serie sincera y luminosa, con un reparto maravilloso y un equipo muy comprometido. Estoy feliz y con ganas de que se pueda ver.
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