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El músico y profesor Abel Martínez, fotografiado en el Auditorio Manuel de Falla. FERMÍN RODRÍGUEZ

La dura lección de aprender a vivir

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El músico y profesor Abel Martínez, tras décadas trabajando con personas afectadas por diversas discapacidades, tuvo que empezar de cero tras sufrir un ictus grave

José Antonio Muñoz

Granada

Jueves, 7 de mayo 2020, 02:30

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Abel Martínez nació en 1976. Ha vivido entre Albacete y Granada una vida que apenas supera las cuatro décadas y que ya se ha visto sometida a la dura prueba de empezar de cero cuando todo (o mucho) estaba hecho. Es músico, profesor de Primaria especialista en Música, pero también tiene estudios de Humanidades, Psicopedagogía e Informática de Sistemas. Desde 2001 es profesor, pero antes fue informático en una empresa textil. Siempre ha mirado al cielo (en la actualidad, una de sus ocupaciones es desarrollar un proyecto para avanzar en la detección de cazabombarderos de sexta y séptima generación), pero siempre ha tenido los pies en la tierra. Mucho más cuando, después de trabajar durante toda la vida para acercar el aprendizaje de la música y la ciencia a centenares de alumnos y llevar a cabo proyectos pioneros para que las personas con discapacidad pudieran romper barreras, él mismo, tras un grave infarto cerebral, tuvo que volver a aprenderlo todo.

Abel es, pues, lo que antaño se definía como un hombre del Renacimiento y hoy se llama más prosaicamente una persona 'multitarea'. Y ha dejado huella por donde quiera que ha pasado. En Granada, trabajó como profesor en el CEIP Eugenia de Montijo, donde, desde el primer momento, trató de integrar a los alumnos del espectro autista, con hipoacusia, sordera, trastorno de hiperactividad, retraso madurativo, etcétera. Pero cuando llegó a Granada tenía tras de sí una amplia trayectoria de iniciativas relacionadas con la difusión de la música y la ciencia.

Todo comenzó en 2007. Siendo profesor en un pueblo de Albacete, encontró un alumno con tetraplejia, que no podía comunicarse con los demás porque estaba condenado a una silla de ruedas. «Donde otros veían solo un callejón sin salida, otro compañero y yo vimos una pequeña luz, y comprendimos que era capaz de diferenciar si quería algo o no lo quería», afirma. A través de un proyecto presentado al Centro de Profesores, le construyeron una silla que podían mover tanto el alumno como el profesor usando una PDA. «Parece que ha pasado mucho tiempo, pero en aquel momento no existía una tecnología similar al alcance del público», comenta. Aquella silla, cuenta el profesor, contaba con botones gigantes, de 25 centímetros de diámetro, debido a la distonía muscular tan profunda que tenía el chico. «Le enseñamos a dar respuestas a través de los colores. Otro profesor le construyó un entorno en tres dimensiones con realidad virtual, que llegó a funcionar con el iris de su ojo. Entonces era una locura», recuerda.

El resultado de su trabajo llamó la atención de la Comunidad de Castilla-La Mancha, que le incluyó en un programa especial para atender a alumnos con discapacidad. «Lo mismo tratábamos de buscar soluciones a una alumna con huesos de cristal, que a una persona autista que no se comunicaba. Con mi compañera Silvia, creamos tanto software como hardware adaptados a cada necesidad», comenta.

Ya en Granada, quizás la iniciativa que más éxito tuvo fue la organización, hace apenas un año, de un concierto especialmente creado para niños y jóvenes con capacidades diversas, en colaboración con la Banda Municipal de Música. El programa giraba en torno al leit motiv 'Cuentos musicales:Peer Gynt y El sastrecillo valiente'. «Nos dimos cuenta que un programa precioso, diseñado para que lo disfrutaran 2.500 niños, debía prestar atención a la diversidad. Mi compañera Lidia Enríquez transcribió los cuentos en más de 5.000 pictogramas, que fueron proyectados en el fondo del Teatro Isabel la Católica, para que se pudiera seguir la narración que hizo el actor Pepe Cantero», recuerda. Otros alumnos se encargaron de la dramatización, y la bailaora Carolina Morales preparó una coreografía especial para 'Peer Gynt'. Todo el proceso creativo se puede ver en el documental 'Las nueve musas', realizado en colaboración con técnicos de RTVE, disponible en YouTube, y que encabeza una dedicatoria del propio Abel Martínez: «No hay nada más bello en Granada por descubrir que el gran corazón de su gente». El profesor añade que «la normalidad no existe, y en la cultura es muy importante que se tenga en cuenta a quienes tienen menos acceso a los espectáculos o conciertos. La música ha demostrado ser de una gran ayuda para las personas que tienen capacidades diversas».

Mal dadas

Abel Martínez ya estaba sensibilizado, pues, con quienes tienen más dificultades en la vida. Pero este nuevo impulso se lo dio la propia vivencia. «En 2013 tuve un ictus. Tuve que aprender todo de cero, las tareas más sencillas. Cuando desperté, no reconocía ni a mi madre ni a mis hijos. No podía leer ni escribir. Y no he conseguido recuperarme del todo. De hecho, tengo periodos mejores y peores. En estos meses estoy de baja paternal», cuenta. «Fue una experiencia difícil, dura, para todas las personas que estaban a mi alrededor. Yo era secretario del Colegio, y tuve que dejar mi responsabilidad. Intenté comenzar el curso en septiembre pasado, pero fue imposible. Y ahora, he sido padre, por lo que, como he dicho, estoy de baja paternal»,

Poco a poco, Abel Martínez ha ido retomando sus tareas, pero no deja de mirar formas para hacer visibles a quienes no lo son. «Hace un par de años conseguimos que uno de nuestros alumnos, afectado por el Síndrome de Asperger, fuera galardonado como el mejor alumno de Granada», afirma. «Sus problemas venían dados por su relación con el entorno, pero su mente es una maravilla. No podemos permitirnos el lujo de perder talentos así por la falta de atención».

Entre sus proyectos también estuvo una colaboración con la Orquesta Ciudad de Granada merced a su relación con el director artístico, Andrea Marcon, que aunque finalmente no llegó a buen puerto, sigue esperando una ocasión propicia. Como compositor, aportó la sintonía del Festival Internacional de Cine Documental de Argentina –«dejé que un amigo me 'robara' la composición», dice entre risas–, que llega a los Instituto Cervantes de todo el mundo, y cuya temática gira en torno a la denuncia social. Y seguirá creando mientras la vida se lo permita.

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