Edición

Borrar
Cristina Cassy de Tibón, en la sala de exposiciones de Gran Capitán, ante sus obras. J. A. M.
Cristina Cassy y su memoria de lugares y gentes en Gran Capitán

Cristina Cassy y su memoria de lugares y gentes en Gran Capitán

La matriarca de la estirpe de los Tibónidas condensa en algo más de 70 obras una trayectoria pictórica de 50 años

Domingo, 9 de marzo 2025, 00:01

Cristina Cassy de Tibón nació en México. Su acento la delata, a pesar de que hace casi un cuarto de siglo que eligió Granada para vivir. Pero esa deliciosa delación, esa deliciosa dicción, revela un alma inquieta con capacidad para entender tanto al paisaje como al paisanaje. Lo cercano en el tiempo y el espacio se torna próximo a los ojos del visitante, que inmediatamente comulga con una muestra que, una vez más, aprovecha el excepcional espacio de la sala de exposiciones de Gran Capitán, antigua capilla de las Hermanitas de los Pobres, el cual otorga un continente perfecto a las algo más de 70 obras incluidas en la propuesta de Cassy Tibón, pues así firma sus creaciones esta mujer menuda que ha vivido tres vidas en una. Su matrimonio con Gutierre Tibón, el último patriarca de la estirpe de los Tibónidas, descendientes del sabio Samuel ben Yehuda Ibn Tibón, representado en una estatua al principio de la calle Pavaneras, le conectó con la tierra de su marido, a la que llegó para quedarse en ella y echar raíces una vez más, algo que consiguió sin dificultad. Antes, además de en su México natal, había vivido en el norte de España, donde nacieron sus dos hijos. Este triángulo de afecto espacial está muy presente en la obra que se puede ver en Gran Capitán hasta el próximo día 22 de marzo.

La muestra lleva por título 'Pasión y color' porque «mi pasión ha sido pintar desde que era muy pequeña. Con cuatro o cinco años ya manchaba las paredes de mi casa; comencé pintando al fresco...», dice con humor. En la producción de la artista, así, se dan la mano el Viejo y el Nuevo Mundo, pero antes, el visitante entra en su orbe más cercano a través de una pequeña galería de retratos familiares, incluyendo un autorretrato de algunas décadas atrás. Su marido, sus hijos, su nieto, dan la bienvenida haciendo bueno el refrán aquel de «dichoso el que a los suyos se parece».

Una romería típica del País Vasco junto a una estampa costumbrista de su país de origen. J. A. M.

La dedicación profesional a las artes plásticas de Cristina Cassy comenzó cuando esta tenía 16 años. A esa edad, empezó a recibir clases de una artista afincada en su barrio, a su vez discípula de Germán Gedovius, importante creador mexicano vinculado a las vanguardias. Pronto, esta le recomendó otro profesor, el español José Bardasano, exiliado tras la guerra civil. Con él fue avanzando en su conocimiento de las diversas técnicas y participó en varias exposiciones colectivas. Las primeras muestras individuales llegaron en los albores de los 60 en España, en las recordadas salas de exposiciones de aquellas cajas de ahorros que tanto hicieron por la cultura antes de ser masacradas por la mala gestión y el mercado. En su caso, expuso en las de Pamplona y Santander, antes de retornar a México para mostrar su obra en la Galería ATEN, y luego casi en una veintena de espacios de varios estados. En Granada, su primera exhibición tuvo lugar en el Carmen de los Mártires, allá por 1988, y esta es la quinta ocasión en que se somete a escrutinio público de manera individual.

Rostros con jondura

Tras la sección familiar, hay otra dedicada a rostros del flamenco. En ella, plasmados en óleo sobre tela, comparten espacio cantaores como Enrique Morente, Curro Albaicín, Jaime Heredia 'El Parrón' y Juan Pinilla, bailaores como Mario Maya y Manolete, tocaores como Tomatito e incluso luthiers como Rafael Moreno. «Me enamoré del arte jondo desde muy niña, cuando me di cuenta de que era una fusión de mis dos tradiciones sonoras favoritas, la árabe y la judía. Luego, me enamoré de las personas que construyen el flamenco; todas ellas han mostrado una cercanía conmigo que agradezco mucho», afirma.

Frente por frente, hay otra galería de retratos. En ella, se plasman los rostros de algunos 'sospechosos habituales' de la cultura granadina. Algunos, tristemente fallecidos y muy añorados, como el pintor y profesor Juan Antonio Díaz y el agitador cultural Juan de Loxa, íntimos en vida y vecinos en su representación. Junto a ellos, como si de otro grupo familiar se tratara, son los rostros del cantautor Enrique Moratalla y la locutora Elodia Campra –cómplice de Loxa– los que refleja acertadamente el fino pincel de Cristina Cassy.

Juan Antonio Díaz y Juan de Loxa, ya fallecidos, con Enrique Moratalla y Elodia Campra. J. A. M.

Entre ambas galerías con faces perfectamente reconocibles, en el ábside de la antigua capilla, se muestran las expresiones difuminadas de los asistentes a una romería euskalduna y las de las vendedoras de mercados rurales de su México natal. «Dejé el país con mucho dolor cuando comenzó a crecer la inseguridad ciudadana. Empezaron los robos, los secuestros exprés... México ofrece hoy la imagen de un país próspero, en crecimiento, pero apenas se rasca bajo esa capa, aparecen realidades muy peligrosas», afirma la pintora.

Cassy asegura que el tiempo comienza a pasar factura a su capacidad de visión, pero no ha perdido la ilusión por pintar. Lo hace rápido, del natural siempre que le es posible. Así refleja con igual destreza los paisajes de la Alpujarra, su destino habitual para relajarse, ya que su familia tiene una vivienda allí, o las más conocidas estampas de la capital, como la Alhambra –un gran formato desde San Nicolás preside la muestra–, el Sacromonte o el Albaicín. Lugares bellamente tópicos que lo son menos cuando se observan tamizados por su ojo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

ideal Cristina Cassy y su memoria de lugares y gentes en Gran Capitán