Granada Noir

Un crimen a tres bandas en el metro de Granada

Las huellas apuntan a la estación Alcázar Genil. El eco de los pasos al bajar por las escaleras choca con el zumbido habitual del underground granadino. Abajo, entre el barullo de idas y venidas, la expectación se palpa en el aire como un crimen anunciado. Un tren frena y chirría mientras una pareja se besa en las escaleras y un padre llama a gritos a su hijo. Quedan 7 minutos para el próximo viaje a Albolote. Y entonces, ¡pum!, la música. «Habrá que hacerse los valientes y volver a naufragar», cantan en mitad de la estación. Una señora se encuentra con el concierto y mira el reloj, como si la hora pudiera darle la explicación. «¿Quiénes son? ¿Por qué están aquí?», pregunta a un vigilante. «Son El Hombre Garabato, señora –le responde–. Y esto es Granada Noir».

El crimen en realidad fue a tres bandas. La primera fue literal: El Hombre Garabato, grupo granadino que sonó de maravilla en las entrañas del metro de Granada, irrumpiendo en el silencio y la rutina del lunes como un disparo en mitad de la noche. Un disparo –como ellos cantan– de esos que nos invitan a salir de la madriguera, a cantar para imponerse sobre el ruido y a tener tanta fe como para mover una montaña. Un repertorio de siete canciones en la que destacó 'La desmemoria', en el que Nico, Óscar, Nacho, Guille y Carlos se arrebataron cables y micrófonos para cantar en acústico y regalar un poco de magia.

El concierto terminó conjurando a los 'Demonios', esos que habitan «muros de hierro, cadenas y pedazos de piedra» y que sueñan que hablan «de sombras no reconocidas». Los demonios que, de una manera u otra habitan en la literatura de Carlos Zanón y Paco Bescós, las otras dos bandas de este crimen a tres.

El escenario negro, criminal y musical instalado en la estación Alcázar Genil se transformó rápidamente en una mesa donde Nicolás Hernández, el cantante de El Hombre Garabato, hizo las veces de moderador junto a Jesús Lens, director del Granada Noir. Ambos charlaron con Zanón y Bescós de dos de sus últimas novelas, íntimamente relacionadas con el mundo de la música: 'Love song' y 'La ronda'. Zanón recordó de chaval, en grupos de música y teatro que le ayudaron a dar verosimilitud a su novela. «Lo que define redactar y escribir –dijo Zanón– es la música: cómo eliges las palabras, el respirar de las cosas, la música que hay que te hace seguir».

Bescós, por su parte, confesó su amor a Granada como tierra musical, de la que se considera «fan absoluto». «La música me ayuda a definir a los personajes y, mientras escribía 'La ronda', soñaba que me llamaban de Radio 3 para hacer una sesión de canciones de género negro –rió Bescós–. Sí, sin duda, la música ayuda a contar un personaje».

Granada Noir continúa este martes con la conferencia 'Ellas también escriben. Repaso por la historia de la literatura negra escrita por mujeres', con Marta Marne en Librería Picasso, a las 19.00 horas. A continuación, encuentro con Diego Ameixeiras. Y a las 21.00 horas, 'Misterios granadinos al calor de una cerveza bien fría', con José Carlos García en Moana Poke.

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