La coleccionista granadina de los 2.000 tebeos
La periodista Encarna Ximénez de Cisneros atesora una antología de estos cuentecillos que llegaban a sortear con habilidad la censura franquista
A Encarna Ximénez de Cisneros (Sevilla, 1959) la conocemos por múltiples facetas. Por ser colaboradora de esta casa, por implicarse en mil y una causas solidarias, por ser pregonera de casi todo, por su sonrisa... pero ¿a que no sabían que es una de las grandes coleccionistas de tebeos de España? Pues sí. Lo es. En el despacho de su hogar, en Churriana de la Vega, guarda más de dos mil ejemplares. Y es ahí, en la Casa de la Cultura de Churriana, donde ya preparara una extraordinaria exposición que se celebrará en el segundo trimestre del año y que viene auspiciada por la Fundación Andaluza de la Prensa. «Tengo una ilusión enorme», confiesa la periodista. «Estoy segura de que le gustará no solo a la gente de mi quinta, sino a las generaciones posteriores». Por lo pronto, ya labora en la clasificación de todo el material.
La afición de Encarna por este tipo de cuentos, cuya gran eclosión se produjo entre los años cincuenta y ochenta de la pasada centuria, empezó cuando era una cría. «Nuestro domicilio familiar –explica– estaba en la calle Sinaí de Sevilla, en el barrio de Nervión, y muy cerca de allí, en el Polígono San Pablo, había una mujer mayor que intercambiaba tebeos;tenía las estanterías llenas», rememora. Y ahí que se dirigía, día sí día no, la pequeña Encarnita. «Recuerdo que, cuando tenía nueve años, mi hermano Manolo se rompió una rodilla jugando al fútbol;lo ingresaron una semana para operarlo en el hospital Virgen del Rocío» «Y yo me encargaba –relata– de pasar por la vivienda de esta señora para llevarle siempre nuevo material a Manolo y que soportara la horas de cama y tedio». «Bueno –comenta sonriendo– le llevaba esto y docenas de petisús de chocolate de la confitería Burgos que terminaba comiéndome yo».
Fue cuando se dio cuenta de que aquello le apasionaba. Por entonces no había televisión y esas revistillas le permitían viajar a China, sentirse princesa durante unos minutos y convertirse en maga, de las que sacaban conejos de la chistera. Después, poco a poco, fue adquiriendo fondos hasta juntar todo lo que tiene en estos momentos. «Lo almacenaba en el interior de una estufa catalítica, donde se ponía la bombona de butano, que ya no utilizábamos». Y allá donde instalaba su residencia, allá que se llevaba sus tebeos. «Han viajado conmigo de Sevilla a Asturias, de Asturias a Toledo, de Toledo a Madrid y de Madrid a Granada». «Siempre –agrega– buscaba alguna tienda especializada en las ciudades donde vivía». En Granada se proveía en la feria del Libro Antiguo y de Ocasión. «Me sentaba en el suelo, junto a la Fuente de las Batallas, y ahí miraba y miraba hasta encontrar lo que me interesaba». «Era todos los años mi regalo de aniversario de boda», relata divertida.
Newsletter
Su primer tebeo fue de 'Azucena', en 1947, un serial del que se completaron 1.215 entregas. Le costó una peseta de las de antes. Eran historias fantásticas protagonizadas por pastores, doncellas y princesas. Iban destinadas a la 'niñas bien' –no eran aquellos tiempos de bonanza– y estaban publicadas en ocho páginas en formato apaisado. También tiene casi todo el catálogo de 'Claro de Luna' (1958). Los editores elegían una canción y la convertían en una preciosa historia. Una de ellas, protagonizada por un tal Mike Ríos –¿les suena?–. También había otras de conocidos cantantes como Nat King Cole. «Convirtieron 'Ansiedad' en un alegato en pro de la unión entre las razas», cuenta Encarna Ximénez, quien subraya que aquellos tebeos se convirtieron en un vehículo de expresión en tiempos de mordaza.
El régimen se dio cuenta de ello y los consideró medio de comunicación para que fueran supervisados por la Dirección General de Prensa y sometidos, en consecuencia, a la censura. A pesar de ello, hubo algunos 'goles' clamorosos. Como un Claro de Luna dedicado a 'Andaluces de Jaén', basado en el poema 'Aceituneros' de Miguel Hernández. Una rareza que también se podrá ver en Churriana y en todos los sitios donde se instale esta muestra, que nace con vocación itinerante por toda Andalucía. Encarna Ximénez impartirá charlas introductorias. Como la que pronunció el 16 de octubre en la sede de la Asociación de Mujeres la Morera, donde las asociadas tuvieron la oportunidad de aportarle experiencias y vivencias en torno a los tebeos.
Y es que estas revistas no eran solo dibujos e ilustraciones, sino que con el paso de los años evolucionaron hacia fórmulas más participativas. «Eran las redes sociales de hace cincuenta años», resume Encarna. En los 'Correos de amistad' los lectores se ofrecían para intercambiar correspondencia con personas de toda España. «Yo llegué a recibir hasta doscientas cartas», reconoce Encarna. También era el tiempo de los 'Consultorios', donde las jovencitas expresaban sus dudas y temores –normalmente amorosos– y la periodista Silvia Valderrama los resolvían a modo de consejo. Sonado fue aquel caso de la jovencita que se expuso a la intemperie en el balcón de su piso para enfermar y que viniera a atenderla el médico del que estaba enamorada.
Los tebeos son fuentes de información y documentación para entender cómo era la sociedad española en los tiempos grises. Una mirada a nuestro pasado que nos permite comprender mucho mejor nuestro presente y, quizá, nuestro futuro.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión