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Espectadores graban con sus móviles los últimos minutos de la proyección en 35 mm en el Madrigal. ALFREDO AGUILAR

El cine Madrigal de Granada pone fin a la 'era celuloide' en España

Historia ·

El taca-taca-taca de la clásica película en 35 milímetros dejó de sonar definitivamente el miércoles, ya que la sala ha dado el paso a la digitalización para subsistir

Jorge Pastor

Granada

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Viernes, 12 de agosto 2022, 00:03

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Todo comenzó un 24 de septiembre de 1960 y todo terminó un 10 de agosto de 2022. O sea, anteayer. Eran las doce menos veinticinco de la noche cuando dejó de sonar el taca-taca-taca del proyector analógico del Madrigal, que a partir de ahora seguirá emitiendo ya en digital. «La razón está clara, a las distribuidoras les costaba 2.000 euros hacerme una copia y ahora les vale tan solo veinte», explica Juan Torres-Molina, gerente del Madrigal. Las cuentas no salían. La afluencia a las salas ha caído notablemente tras la pandemia, a lo que hay que sumar el 'boom' de las plataformas de streaming. Ahora las palomitas se 'cocinan' en el microondas y se comen en casa. Pero que el Madrigal se haya apeado del 35 milímetros –muy a pesar de Torres-Molina, todo sea dicho– trasciende a la historia del propio cine. Era el único exhibidor de España que mantenía una cartelera permanente en este formato que está en los mismísimos orígenes de la cinematografía.

Ajustando las bobinas este miércoles.
Ajustando las bobinas este miércoles. ALFREDO AGUILAR

«Cuando acabó la película este miércoles, sentí que acababa también una etapa importante del Madrigal», comenta Torres-Molina visiblemente emocionado. «Durante unos minutos –comenta– reviví momentos muy importantes». Como aquel primer filme con el que se inauguró el Madrigal en el otoño de 1960. Fue con 'Un trono para Cristy', una comedia producida en la entonces Alemania del Oeste y protagonizada, entre otros, por la gran Christine Haufmann, Zully Moreno y Dieter Borsche. «Mi padre tenía previsto que fuera con 'Los que no perdonan', de John Houston, pero la cinta no llegó a tiempo y hubo que tirar de esta porque todo estaba programado y las autoridades estaban invitadas», recuerda Juan Torres-Molina.

Última proyección. ALFREDO AGUILAR
Imagen principal - Última proyección.
Imagen secundaria 1 - Última proyección.
Imagen secundaria 2 - Última proyección.

Sesenta y dos años después, el último título del Madrigal en 35 milímetros ha sido 'Promesas en París', un drama político que cuenta la historia de Clèmence, una alcaldesa de una ciudad situada a las afueras de París que toma la decisión de presentarse como ministra. «Una historia bonita», resume Torres-Molina. Tan bonita y entrañable como el gesto que tuvo con los espectadores que asistieron a la sesión, a los que invitó a subir a la sala de máquinas para que escucharan por última vez el taca-taca-taca.

Sensaciones

Atrás queda la sensación de abrir los sacos de tela y sacar las latas. La magia de ver cómo un rollo enorme de fotos estáticas se convertían en movimiento al pasar por delante de una lámpara. El trabajo de colocar la película con meticulosidad para que nada fallara cuando se apagaran las luces. El mantenimiento de todos los engranajes y muelles para que el aparato funcionara con la exactitud de un reloj suizo. Todo eso era el 35 milímetros.

Tecnología analógica.
Tecnología analógica. ALFREDO AGUILAR

¿Qué diferencias notarán los asiduos a las quinientas butacas del Madrigal? Según Juan Torres-Molina, el 35 milímetros era sinónimo de calidez. «La fotografía es fotografía, como siempre la hemos entendido». A partir de ahí, la experiencia para el público es, sencillamente, distinta. La calidad de la imagen sí mejora de forma más que sensible. «La nitidez es brutal porque el enfoque es automático y en el 35 milímetros era manual». Aunque lo que más le llama la atención es el silencio. «Frente al taca-taca-taca, aquí no se oye nada». El manejo también resulta mucho más sencillo. Nada que ver con el procedimiento artesanal de colocar las bobinas y ajustarlas.

La dirección del cine invitó a los espectadores que asistían a la última sesión a que subieran a la cabina

Ahora la cabina del Madrigal se ha convertido en una especie de museo. Allí permanece el viejo Westrex que se utilizó en los comienzos hace más de sesenta años, que se dice pronto. A su lado, el Prevost que se ha mantenido en servicio hasta esta misma semana. «Los dos se encuentran en perfectas condiciones y podríamos arrancarlos en cualquier momento», aclara Torres-Molina. Y por último, el reproductor recién instalado, un Otoma con el que ya hoy se podrá ver 'Entre la vida y la muerte', un thriller policiaco dirigido por Giordano Gederlini y con el andaluz Antonio de la Torre en el papel principal –en el reparto también figuran Marine Vacth y Olivier Gourmet–.

Última proyección en analógico en el Madrigal.
Última proyección en analógico en el Madrigal. ALFREDO AGUILAR

Una transición del 35 milímetros al digital que el Madrigal no ha realizando de la noche a la mañana. El 28 de julio hizo las primeras pruebas con 'La brigada de la cocina' y desde este jueves, ya sí, todo lo que aparezca en la pantalla será con la nueva tecnología. No cambiará, eso sí, el exquisito gusto de Torres-Molina a la hora de encartelar estrenos que jamás defraudan a la concurrencia y que, sin lugar a dudas, son la clave del éxito y de la longevidad de un cine que no solo es una institución en Granada, sino en toda España. Ahora la oferta será muy superior –versiones originales, subtituladas...–, pero las películas estarán menos tiempo en parrilla.

El viejo Madrigal se ha convertido en el nuevo Madrigal. La modernidad se ha impuesto, pero el taca-taca-taca del 35 milímetros siempre sonará en los sueños de quienes aman el cine por encima de todas las cosas.

Una tecnología de proyección que ha durado 130 años

Hasta la irrupción de lo digital, hace relativamente poco, todo el cine que se proyectaba en España se hacía en formato de 35 milímetros, que fue inventado en 1892 por William Dickson y Thomas Edison. El cine Madrigal de Granada ha sido el último en mantener esta tecnología en España.¿Por qué 35 milímetros? Porque los negativos eran cortados en tiras de treinta y cinco milímetros de ancho que, según la norma, debían llevar cuatro perforaciones por fotograma en ambos lados. De esta forma, la película se podía reproducir a veinticuatro fotogramas por segundo para generar la sensación de movimiento.

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