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El doctor José Manuel Ruiz, del servicio de Otorrinolaringología, revisa uno de los implantes del pequeñoPedro. ALFREDO AGUILAR

El milagro de escuchar «¡papá!»

La Unidad de Implantes Cocleares del Hospital Clínico de Granada ayuda a niños y adultos, como Pedro y Enrique, a recuperar, gracias a la tecnología, la capacidad de comunicarse

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Domingo, 9 de febrero 2020, 19:10

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Pedro tardó veinte meses en nacer. «Qué le vamos a hacer, los milagros son así», bromea su padre. El milagro sucedió una noche de febrero de 2017, en casa, cuando la familia jugueteaba en el salón. De repente, el pequeño Pedro paró el mundo y, mirando fijamente a los ojos de su padre, habló: «¡Papá!». En el sofá, Lourdes y Tata, madre y hermana, se giraron con un vuelco del corazón: «¿Ha dicho papá?», preguntaron con extrañeza. La familia rodeó al pequeño Pedro con brazos y lágrimas, conscientes del milagro que por fin nacía.

Granada lleva treinta años liderando el campo de los implantes cocleares. ¿Cocle qué? Cocleares, a saber: un dispositivo electrónico que transforma una energía mecánica, el sonido, en una energía eléctrica para estimular, cuando falla, el nervio auditivo. Es decir: para escuchar. José Luis Vargas es otorrino y líder de la Unidad de Hipoacusia e Implantes Cocleares del Hospital Universitario Clínico San Cecilio, un equipo formado por diez profesionales. «Somos centro de referencia para niños y adultos en Andalucía Oriental», detalla. El proyecto, iniciado en 1989 por el querido y añorado doctor Manuel Sainz –fallecido el año pasado–, suma 1.364 implantados; nada más que en 2019 se realizaron 73. «Todas las semanas hay dos o tres operaciones, unos diez implantes al mes».

Enrique Moratalla (agachado) y Pedro con sus padres, rodeados por la Unidad de Implantes Cocleares.
Enrique Moratalla (agachado) y Pedro con sus padres, rodeados por la Unidad de Implantes Cocleares. A. A.

El doctor Vargas explica que la unidad ofrece «un servicio de atención integral y gratuito» desde el momento en que el paciente llega por primera vez. «Un acompañamiento profesional para toda la vida», subraya. La mitad de esos implantes, que tan sólo dejan una pequeña cicatriz detrás de la oreja, se realizan a niños. «Si se ponen pronto, el área auditiva del cerebro recibe estímulos eléctricos y se desarrolla mejor. En adultos y adolescentes que no hayan tenido audición antes, el implante no funciona. De ahí que la detección temprana sea fundamental», termina.

«Todas las semanas hay dos o tres operaciones, unos diez implantes al mes», el doctor Vargas

Además del doctor Vargas, en la unidad hay dos enfermeros, María Isabel Cabrerizo y Diego Reyes ;y otros cuatro otorrinos: José Manuel Ruiz, Juan Martín-Lagos, Nicolás Müller y Marta Martínez. Para ella, la doctora Martínez, hay un instante que es especialmente emocionante: «Antes de entrar a la cirugía, los padres están muy nerviosos y es un momento crítico para ellos: dejan a sus hijos en nuestras manos; nos dan la confianza. Y luego, cuando vienen a la consulta y ves que el niño habla, que tiene una relación contigo... es lo mejor del trabajo».

Enrique Moratalla y Pedro Moreno, lo mejor del trabajo, lo que no se olvida.
Imagen - Enrique Moratalla y Pedro Moreno, lo mejor del trabajo, lo que no se olvida.

Lo mejor

«Alexa, pon 'Someone' de Lewis Capaldi», dice Pedro cada vez que le apetece escuchar música en casa. Pedro tiene cinco años y es, sin duda, de lo mejor del trabajo. Su padre, Pedro Moreno, funcionario del estado, atesora cada fecha: «Nació el 27 de octubre de 2014 y desde el principio tuvo problemas de audición. El 8 de junio de 2016 nos recibió el doctor Sainz. El 22 de junio de 2016 fue implantado y esperamos una respuesta. Y la respuesta fue llorar. Llorar porque él vivía en silencio». En octubre, recién cumplidos los dos años, Pedro llamó a su hijo por su nombre y el niño se giró. «Ese día no dormí», dice mientras sus ojos tiemblan, despacito, como si rebobinara la película una y otra vez. Cuatro meses después, mientras jugaban en casa, se pronunció el milagro.

«Fue implantado y esperamos una respuesta. Y la respuesta fue llorar. Llorar porque él vivía en silencio»

Pedro Moreno, padre de pedro

«¡Papá, papá, papá!, decía. Lo grabé en vídeo y cada vez que lo pongo me emociono. Luego dijo mamá y Tata y los logopedas le enseñaron a guardar palabras. Es impresionante el valor que tiene escuchar, es otra dimensión». La mamá, Lourdes Sedano, administrativa en el Ayuntamiento de Vegas del Genil, sólo tiene palabras de agradecimiento a los profesionales que han podido cumplir su sueño: «Esto es más que un milagro para nosotros. Mucho más». Lourdes tiene un mensaje para los padres que se enfrenten a una situación similar: «Tranquilos. Poneos las pilas y estad pendientes de vuestros hijos, es importante ser rápidos. El implante, aunque pueda asustar, es la mejor decisión que tomamos nosotros».

El doctor José Manuel Ruiz revisa el implante del pequeño Pedro.
El doctor José Manuel Ruiz revisa el implante del pequeño Pedro. A. A.

Que Pedro pueda llamar a Alonso, Ramón y Josué, sus amigos de su cole, el Juan XXIII del Zaidín, donde siempre le han apoyado, es en gran parte gracias al trabajo constante de los logopedas. En la Unidad de Implantes hay dos: José Pineda y Alba Saida. A la doctora Saida se le quedó grabado en la memoria la primera vez que vio a un paciente «activado». «Era un adulto –recuerda– que había perdido la audición de forma brusca, eso te cambia completamente, es una depresión importante. Ver cómo accedió de nuevo a la vida... eso no se olvida».

Lo que no se olvida

Enrique Moratalla Aranda pasea por el Hospital Clínico del PTS como uno más. De hecho, lo es: médico residente R4 de Medicina nuclear. Su historia, sin embargo, no es una más: «Perdí la audición por completo a los 11 años por una infección crónica, algo parecido a un tumor dentro del oído medio». Los audífonos no funcionaron y Enrique tuvo que desarrollar la lectura labial. Un año después, al fin, llegó el implante coclear: «Me cambió la vida. La clave del implante es la normalización en el día a día, me siento integrado. Mi jefe de servicio, por ejemplo, no supo que yo era implantado hasta los seis meses. Hacer vida normal, ése es el éxito».

Enrique Moratalla, R4 en el Clínico, muestra su implante.
Enrique Moratalla, R4 en el Clínico, muestra su implante. A. AGUILAR

Cuando perdió la audición, Enrique tuvo que dejar una de sus grandes pasiones, tocar el piano, algo que pudo recuperar años más tarde, como hobby. Para él, la música ha sido parte fundamental en su recuperación, mucho más que una de las melodías de Hans Zimmer que tanto disfruta: «La música es muy importante, estimula la corteza auditiva y ayuda a recuperar capacidades». La Medicina, entonces, se convirtió en su carrera, en parte por la tradición familiar, y también, claro, por la experiencia: «Vivir como paciente todo aquello me empujó, me ayudó a tomar la decisión. Es una carrera muy bonita».

¿Cómo es no escuchar de repente, qué se siente en ese silencio? «Es un trauma –responde Enrique, con la voz temblorosa y el puño apretado–. Sufrí mucho. Fue fundamental el trabajo del equipo que hay aquí, de los logopedas, de los médicos, del programador, Pablo Rodríguez. Es importante no aislarse, rodearse de la familia, de los amigos, de la pareja... ¿Pasar del silencio a escuchar? Es una sensación mágica, como romper una barrera».

«¿Pasar del silencio a escuchar? Es una sensación mágica, como romper una barrera»

Enrique Moratalla

Pedro y Lourdes escuchan con entusiasmo la historia de Enrique. «No te imaginas lo que es, como padre, ver a un joven como él», dice Pedro, que agarra a su hijo entre sus brazos, con mucha ternura. En octubre de 2019 le pusieron un segundo implante a su hijo. Antes de entrar al quirófano, el anestesista se enteró de que era su cumpleaños y le preguntó qué querían que le regalasen: «Un nuevo implante», habló.

Y el mundo se paró.

Detalle de un implante coclear. A. A.

Unas jornadas en memoria del doctor Manuel Sainz Quevedo

Los días 22 y 23 de febrero se celebrarán en Granada unas jornadas científicas sobre implantes cocleares. El primer día, dedicado a los profesionales, tendrá lugar en el Salón de actos del Hospital Universitario Clínico San Cecilio;el segundo, dedicado a implantados y familias, será en el Palacio de Congresos, en una cita en la que participarán más de medio millar de personas. Las jornadas están dedicadas a al doctor Manuel Sainz Quevedo, jefe de servicio de Otorrinolaringología durante más de 20 años y figura clave para entender el desarrollo de los implantes cocleares en Andalucía, que falleció el año pasado.

En las jornadas se profundizará en el papel de la tecnología y en el servicio que reciben los pacientes. José Pineda, logopeda de la Unidad de Implantes Cocleares, destaca la importancia de la ciencia en el proceso. En el caso de Enrique Moratalla, dice, «ya había desarrollado la lengua y fue más fácil la activación del implante. Pero en el de Pedro no había accedido al desarrollo de la lengua oral. Activar un implante conllevaba un nuevo modelo de procesamiento de la señal que el cerebro tenía que interpretar y aprender. Para eso están los logopedas y el programador, Pablo Rodríguez ». El doctor José Manuel Ruiz, además, apunta que este tipo de tecnología está en constante evolución y que, en el caso de un niño, tendrá que reimplantarse varias veces a lo largo de su vida. «También puede romperse –añade–, por eso es importante darse cuenta pronto y hacer revisiones periódicas».

Hace dos años se cambiaron los criterios de implantación y se incluyó la bilateralidad, esto es, un implante a cada lado. «Estamos hablando de dispositivos caros que rondan los 20.000 euros. No debemos olvidar todo lo que hace el sistema público».

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