Granada construye el corazón de la misión solar más importante de la humanidad
Solar Orbiter despegará el sábado y permitirá ver la estrella al completo por primera vez. La misión estudiará cómo predecir las tormentas solares que pueden llegar a tener consecuencias brutales sobre nuestra tecnología
El Sol lleva girando sobre nuestras cabezas toda la vida. Y lo de toda la vida no podría ser más literal. Fíjense, quejándonos de cómo pega el calor en Recogidas al mediodía desde que éramos trogloditas –permitan la exageración, ya me entienden– y todavía no hemos sido capaces de ver el sol en su plenitud. Nunca. Hasta ahora: el sábado, a las 5.15 horas, despega de Cabo Cañaveral 'Solar Orbiter', la misión solar más importante de la historia de la humanidad. Una aventura científica y tecnológica enorme que ha tardado 20 años en gestarse y que cuenta con un auténtico corazón granadino.
Solar Orbiter despegará y en cuestión de una hora se desprenderá del cohete, desplegará los paneles solares y se encenderá para empezar un viaje insólito. Saldrá despedido hacia Venus y de allí a la Tierra, aprovechando la gravedad de los planetas para crear una suerte de Scalextric infinito que rodeará al gran astro. «Una maravillosa carambola cósmica», dice José Carlos del Toro Iniesta (Cartagena, 1960), investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA). Solar Orbiter está formado por diez instrumentos punteros y el más grande y más complejo de todos esSO/PHI, una máquina fundamental para el éxito de la misión: ahí juegan Granada y el propio del Toro. Pero antes de explicar qué es SO/PHI, hablemos del Sol.
¿Han escuchado hablar de las tormentas solares? Son una explosiones formidables en el astro que disparan material solar, llamaradas, que provocan tormentas geomagnéticas que viajan muy rápido por el espacio, barriendo con todo lo que encuentran a su paso. «Cuando llegan a la Tierra –explica Del Toro– chocan con el campo geomagnético terrestre, lo que hace que las partículas se desvíen y lleguen hasta los polos y el fenómeno más común que producen son las auroras». El problema llega cuando esas explosiones solares son tan violentas que nuestro escudo no es capaz de frenar la oleada, provocando consecuencias dentro de nuestra atmósfera: «Pueden modificar las posiciones en órbita de los satélites y eso tiene implicaciones para hablar por teléfono o ver la televisión, por ejemplo. Puede implicar riesgo para la vida de los astronautas, para los pasajeros de vuelos transoceánicos... Imagina que no funciona el GPS de tu coche, es una pena. Pero si se pierde la comunicación con un petrolero o un avión, las consecuencias son gravísimas».
Algo normal
El Sol lleva generando tormentas solares 5.000 millones de años y la Tierra lo viene recibiendo desde entonces. «Pero ahora nos importa –añade–. Esas tormentas provocan una cadena de acontecimientos que son cada vez más importantes porque somos cada vez más dependientes de la tecnología». Si les suena a ciencia ficción, sepan que la tormenta solar más relevante datada hasta la fecha sucedió a finales del siglo XIX, dejando sin luz a toda la costa este americana. Pero es que el pasado septiembre casi un millón de personas se quedaron sin luz en la isla de Tenerife y ya hay artículos científicos que conjeturan con la razón solar. «No es que estas tormentas solares tan violentas sean habituales, pero sí son normales. Pueden llegar el día menos pensado, a cualquier parte, como un terremoto», dice Del Toro.
En Estados Unidos, de hecho, ya hay una mujer del tiempo espacial, según detalla el científico: «Las compañías de aviación privada invierten mucho porque cualquier vuelo transoceánico va por los polos. Y en la misma Estación Espacial Internacional hay un habitáculo blindado contra estas tormentas solares y en el momento que saben que va a llegar, se tienen que meter ahí».
Entonces, ¿cómo funciona el Sol? ¿Cómo se forman las explosiones? ¿Cuál es el poder real del astro? ¿Podríamos llegar a predecir esas tormentas magnéticas? ¿Qué más consecuencias para la vida esconde el Sol? Pues eso y mucho más es la misión: Solar Orbiter.
Parte de la misión servirá para crecer en el conocimiento del tiempo espacial y, también, para entender los cambios en el campo magnético del Sol. «Esos cambios, desde la Tierra, nos es difícil estudiarlos porque los polos del Sol están perpendiculares al plano de la eclíptica». La eclíptica es el plano en el que se mueve la Tierra y el resto de planetas, así que desde aquí es imposible ver los polos, sería como intentar ver la azotea de un edificio muy alto colocándose de frente. «Con la misión –dice el investigador del IAA– , nos salimos del campo de la eclíptica, nos levantamos de forma que por primera vez vamos a medir el campo magnético y la velocidad del material solar con el ángulo de visión necesario para estudiar los polos magnéticos».
«Habrá momentos en que Solar Orbiter esté al otro lado del Sol. Desde la Tierra vamos a poder fotografiar una cara y con la misión, la otra. Así podremos aprender a predecir la actividad solar
¿Qué significa eso? Que va a ser la primera vez en la historia de la humanidad que vamos a ver al Sol por completo. ¿Pero si el Sol rota sobre nosotros, ya lo hemos visto entero, no? Sí, pero nunca al mismo tiempo. Y eso es importante: «Habrá momentos en que Solar Orbiter esté al otro lado del Sol. Desde la Tierra vamos a poder fotografiar una cara y con la misión, la otra. Así podremos aprender a predecir la actividad solar».
SO/PHI
¿Y cómo consigue Solar Orbiter fotografiar el Sol? Gracias a SO/PHI, uno de los diez aparatos que conforman la misión, el más complejo de todos ellos: los ojos. Un prodigio científico coordinado desde el IAA, en Granada, por el doctor José Carlos del Toro, en colaboración con el Max Planck Institute for Solar System Research (MPS). SO/PHI significa 'Polarimetric and Helioseismic Imager for Solar Orbiter'. Por partes, apunta Del Toro: «Imaginador, porque el instrumento hace imágenes. Y son imágenes 'Polarimétricas', porque vamos a ver la polarización de la luz. Y 'Helioseísmico' porque con nuestras medidas vamos a ser capaces de inferir las propiedades del interior solar. Al igual que los geólogos estudian la propagación de terremotos para entender de qué está constituido el interior de la Tierra, estudiamos las oscilaciones de la estrella para entender cuál es la composición y las propiedades físicas de su interior».
El corazón de SO/PHI es 'El inversor de la ecuación de transporte radiativo', que se ha hecho completamente en Granada. ¿Qué es eso? «La herramienta con la que traducimos las medidas de la luz a términos solares»; algo así como un conversor de euros a pesetas pero a lo interestelar. Un proceso que normalmente se hace en tierra con 50 ordenadores y que la misión realizará a bordo de la nave, con un chip que ha desarrollado el propio equipo. «Vamos a hacer la ciencia en la misma nave», dice orgulloso. SO/PHI cuenta con una participación alemana del 45%, de España en un 42%, de Francia un 10% y el resto de pequeñas contribuciones de países escandinavos. «El papel español es muy relevante», subraya Del Toro.
Solar Orbiter se acercará al Sol muchísimo, más cerca incluso que Mercurio y, al fin, sus primeros datos nos llegarán... dentro de un año y medio. «Llevamos 20 años preparando la misión. Ese tiempo no es nada».
«Lo que nos define como especie es la capacidad de apreciar y comunicar la belleza»
José Carlos del Toro Iniesta nació en Cartagena, pero allí es donde menos tiempo ha pasado en su vida. Ha vivido en Canarias, en California y, finalmente, en Granada, donde lleva 21 años. «Soy mucho más granadino que cualquiera de los que habéis nacido aquí. Soy granadino por vocación y vosotros por casualidad». Del Toro se ha dedicado toda la vida a estudiar la física del Sol, en concreto, su campo magnético. Y, aunque la misión Solar Orbiter dará respuesta a problemas muy concretos de nuestra sociedad, el investigador defiende que «la ciencia básica tiene importancia más allá de esa cuestión coyuntural. La ciencia, antes que nada, genera satisfacción y disfrute de los seres humanos. Me disgusta mucho separar humanidades de ciencia. Lo que nos define como especie es la capacidad de apreciar, comprender, asimilar y comunicar la bellas. Eso lo hacemos igual pintores, músicos, científicos y periodistas».
Para capturar esa belleza del Sol están los ojos de Solar Orbiter, SO/PHI, desarrollado por un consorcio internacional, cuya parte española coordina el propio Del Toro desde el IAA-CSIC, con la participación del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), la Universidad de Valencia, el Instituto de Microgravedad Ignacio da Riva de la Universidad Politécnica de Madrid, la Universidad de Barcelona y el Instituto de Astrofísica de Canarias.
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