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Cecilia como La Rosa en 'Il piccolo principe'. F. P.

Cecilia Guzmán, la voz granadina que crece cada día en Italia

Desde 2018, la cantante y violinista reside en el país transalpino, donde ha estudiado con los mejores maestros y ha debutado en Milán y Venecia

Miércoles, 30 de julio 2025, 23:16

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Cecilia Guzmán nació en Granada cuando el siglo XXdaba sus últimos coletazos. Cumplidos los 14 años, comenzó sus estudios de canto en el Conservatorio Profesional Ángel Barrios, y en 2017 ganó todos los premios posibles en el Concurso de Solistas convocado por el centro. Un año después, fue finalista en el Concurso Internacional de Canto Ciudad de Logroño, y tras recibir durante cuatro años clases con la soprano Mariola Cantarero y el barítono David Menéndez –actualmente trabaja con el bajo Francisco Crespo– dio el salto a Italia, país que la acogió profesional y personalmente y en el que la ópera se respira en cada rincón.

De vez en cuando, vuelve a la ciudad que la vio nacer, como la pasada primavera, cuando acudió para seguir el Curso de Canto que cada año realiza el maestro italiano Giulio Zappa, organizado por Juventudes Musicales de Granada. En el concierto que dio final a dicho curso, demostró una vez más su versatilidad y su capacidad de trabajo, algo que la coloca en la rampa de salida para tener una carrera larga y provechosa, la cual tuvo una etapa de formación reglada en el Conservatorio Benedetto Marcelo de Venecia, donde recibió clases del barítono Bruno di Simone y el pianista Leone Magiera. Sobre Zappa, Guzmán afirma que ambos tuvieron «una conexión inmediata. Es muy enriquecedor, tanto desde el punto de vista técnico como humano». El amor por la música le viene de la cuna. Su abuelo ya cantaba, y su madre es cantante lírica, aunque las obligaciones familiares le hicieron dejar la maleta, con la que recorrió Europa, en casa. «Estaba cantando el aria de la Reina de la Noche de 'La flauta mágica' cuando me tenía en su interior», dice con humor. Su padre es músico, pianista y guitarrista, y dirige coros. Su hermana es oboísta... En fin, todos participan de una vocación que en ella se ha convertido en profesión a tiempo completo.

La clásica siempre se escuchó en casa, pero también el flamenco y la canción de autor. Aunque pertenece a la generación del cedé, se ha enganchado al vinilo con posterioridad, y le encanta oír el roce de la aguja sobre el disco. Paralelamente a su carrera de canto, realizó la de violín, que finalizó en 2019. Hizo las maletas para el país transalpino consciente de que allí se le podrían abrir más oportunidades, y ha debutado en Milán y Venecia. Ya en su última etapa de aprendizaje comenzó a participar en recitales de esos a los que se coloca a veces la injusta etiqueta de «para turistas», pero que en muchas ocasiones alcanzan un nivel artístico que los aleja de ese, a veces, depauperado estándar. «Me gustaba introducir en los repertorios arias de zarzuela. Ante los públicos internacionales que acudían a esos recitales sonaban frescas, chispeantes, y les divertían mucho». Su primera producción de ópera fue 'Il piccolo principe' de Pierangelo Valtinoni, un compositor contemporáneo. Poco después de su estreno en LaScala, Guzmán fue La Rosa en el Auditorium Concordia de Pordenone. «Fue un reto importante, porque en escena no podía moverme», recuerda. Luego llegó la Violeta de 'La traviata' en el Teatro La Creta de Milán, precisamente el mismo título que este año vino al Festival de la mano de l Teatro Real. «Violetta es uno de mis personajes favoritos. Cuando terminé de hacerlo me había vaciado. Es tan grande, tan fuerte, que te destroza. Pero interpretarlo es una experiencia maravillosa», asegura.

Cruce de caminos

Además de la lírica clásica, Cecilia ha emprendido un camino hacia otros estilos musicales. «Estoy introduciendo en mis recitales coplas como 'A tu vera' o 'Me quedo contigo', y boleros como 'Historia de un amor'. Y me estoy sintiendo muy cómoda», dice. Gracias a un amigo llamado Alessio Nelli, que trabaja en la Fundación Bocelli, y Angelina Mango, una de las grandes estrellas del universo pop italiano, ha evolucionado hacia conciertos en formato trío, con piano y contrabajo. «En este punto, no estoy dispuesta a cerrarme ninguna puerta, y soy consciente de que las carreras son largas», añade.

Desde el punto de vista técnico, a Cecilia Guzmán le ha costado decidir cuál puede ser su definición. «La voz me cambió hace un par de años. Antes la tenía más ligera, y ahora camino hacia un registro más lírico, que, creo, será mi futuro». En ese futuro, le gustaría cantarlo todo, desde la Norina de 'Don Pasquale' hasta la Adina de 'L'elisir d'amore', pasando por Lucia de 'Lucia di Lammermoor', Ana Bolena o Elisabetta d'Inghilterra. «Todas las que están locas», dice con humor. «Al final, todos los roles son importantes, porque añaden matices a cada ópera, pero estas mujeres fuertes, empoderadas ya en esa época, me gustan».

La soprano, de calle, en el Auditorio de Caja Rural. JAVIER MARTIN

Cecilia Guzmán ha compartido profesores de interpretación con actores como Will Smith, porque, para ella, «la ópera es canto pero también interpretación, y ya queda lejos el perfil de diva que sólo se centraba en proyectar y que su voz sonara bien». Sabe que el camino va a ser largo y no exento de dificultades. Volver a Granada –donde estuvo en la reciente 'Doña Francisquita' de Juventudes Musicales– siempre es una buena noticia, pero asume que las oportunidades profesionales están fuera. Ojalá que tenga mucha suerte en su andadura.

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