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Pérez Siquier según Pérez Siquier

Fotografía ·

Un paseo por la psique del maestro almeriense a través de las palabras con las que sorprendía en cada nueva entrevista: «Jamás he retocado una imagen mía, si acaso la he acariciado cuando la copia estaba de dulce»

JOSÉ MARÍA GRANADOS

Almería

Sábado, 18 de septiembre 2021, 22:52

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Más de 90 años en la historia física y eterno en la Historia, era un conversador quizá un tanto tímido, pero conversador rotundo que no hacía distinciones entre sus interlocutores. En centenares de entrevistas en prensa escrita, radio y televisión, aparte de dar su visión sobre su profesión, el mundo de la cultura y la sociedad en la que estaba integrado, exponía y ofrecía su gran humanidad, su forma de ver las cosas, pero, sobre todo, de sentirlas. Sus frases solían tener la impronta de lo espontáneo, eran pequeños clics creadores que quedaban en el aire y dejaban su huella, que hacían pensar o simplemente allanaban el terreno para seguir dialogando, interrogando, hablando.

La recopilación de algunas de estas frases, de estos pensamientos del fotógrafo, nos permiten profundizar un poco más en la personalidad de este almeriense que siempre creyó en Almería como escenario para desarrollar su arte y su creación, alcanzando la universalidad desde el rincón mediterráneo de su tierra.

«Haciendo fotografías se vive más años», «la fotografía es mi manera de prolongar la vida», «moriré con las fotos puestas» …, eran frases con las que Carlos solía saludar el encuentro con los periodistas que le habían pedido una entrevista y le piropeaban por lo joven y moderno que lo encontraban. Era una manera de romper el hielo inicial y de mostrar su disponibilidad al interrogatorio, el fotógrafo era así con eso y con otras muchas más cosas.

Un solo clic o un único fogonazo daba hecho el titular y, si con eso no era suficiente, entonces quedaba el recurso de reproducir en la página una de sus fotos para dar prestancia o salvar definitivamente el escrito, emostración práctica, en este caso, de que una imagen vale más que mil palabras.

«Ser almeriense es un signo de la autenticidad y eso está en mi personalidad y en mi obra», era su definición personal, la suya y la del escenario que lo rodeaba, que hacía suyo porque lo conocía palmo a palmo. Para él, nada como Almería, sus calles, sus paisajes y la luz, «esa luz que aquí parece tan diferente», y a la que le dedicó su vida empeñada en domesticarla con su cámara sin restarle un lumen, una candela o un lux de libertad. «Almería para mí forma parte no de un espacio físico solo, sino que es un espacio mental y también sentimental».

«Las personas y los objetos salen a mi encuentro, sin buscarlos», aseguraba manteniendo una permanente apuesta por lo natural en la que le bastaba con poner el ojo para buscar el encuadre más idóneo y hacer una captura eterna, de esas que llaman para la posteridad. Insistía en que él no hacía nada, sino que todo se le ponía a tiro de cámara, a huevo, para quedar inmortalizado mientras él usaba una pizca de intuición: «Soy de los fotógrafos intuitivos, incapaz de preparar una fotografía».

«Lo importante es la mirada, el ojo». Era su máxima, la razón de ser del profesional que jugaba a ser aprendiz porque había que seguir captando imágenes desde la inocencia del que empieza y porque, como repetía desde su gran vitalidad «me quedan por hacer las mejores fotos», superar una vez más lo que parecía insuperable, en blanco y negro o en color, siempre la luz y con ellas las personas, los objetos, escenas de la vida, el día a día, la realidad que miramos sin ver. Ahí estaba la playa, la Chanca, la Briseña, Almería, Afal, el Mediterráneo, las suecas… «En la Chanca yo no era un intruso, era uno de ellos». Eso sí que era difícil de superar.

«Siempre he preferido la horizontalidad, quizá por mi temperamento sureño», una elección técnica personalizada a la hora de coger la máquina y encuadrar, aunque terminaba la frase con «lo vertical es más espiritual y se dirige al cielo, que nunca alcanzaré». De nuevo la personalidad del artista por encima de lo demás, planteando una cuestión técnica a la que la luz lleva mucho más lejos, a todo un tratado de filosofía en el que le surge un nuevo reto, una era digital que, si bien no le sorprende, «el paso del tiempo en cuanto a mí puede ir en mi contra, pero en cuanto a mi trabajo camina a favor», la sugiere poder contar con un nuevo aliado, aunque eso sí con matices «soy un inadaptado en este mundo digital pero sigo su evolución a una distancia prudencial. No he hecho ningún 'selfie'».

Le preguntaron hace poco si era digital o químico y era de esperar su respuesta, «químico porque fisiológicamente siempre busco las humedades» y todavía fue más de esperar la respuesta a la pregunta de si retocaba las imágenes y que software utilizaba para ello: «la palabra software me suena muy extraña, tal es mi desconocimiento. Jamás he retocado una imagen mía, si acaso la he acariciado cuando la copia estaba de dulce». Y en lo digital como en otros tiempos, fotógrafo y cámara solos ante la realidad, ante una luz que lo hace todo, de la que depende todo, desde el visor al pulso, desde el ojo al objetivo, del clic a la pantalla… «de la tarjeta a la copia, yo no toco nunca una foto después de hecha, no hay posproducción».

«Saber ver y pensar necesita un reposo, la era digital nos precipita y espero que no sea hacia el abismo», reflexionaba en plena era digital siempre con el contrapeso que representaba la analógica y con el optimismo propio de quien está siempre dispuesto a probar lo nuevo «el futuro es esperanzador para los auténticos creadores porque tienen en sus manos un nuevo medio de expresión».

Para él no existía ninguna guerra de etapas, de eras, daba lo mismo. Desde el daguerrotipo hasta ahora todo había sido positivo, no había que aferrarse a nada, todo era importante en ese ejercicio de domesticar la luz, de captar la imagen en el momento crucial, de presentarla para deleite de la gente «la historia de la fotografía abarcará dos épocas bien diferenciadas, los maestros de la fotografía analógica y aquellos artistas que supieron obtener de la técnica y avances digitales todas sus inconmensurables posibilidades».

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