Descifrando las claves del desastre que acabó con la Almería medieval
Historia ·
El 22 de septiembre de 1522, un devastador terremoto asoló los cimientos de la recién conquistada al-Mariyyaaraceli pérez fernández
Almería
Lunes, 19 de septiembre 2022, 23:32
Se conoce entre historiadores y profesionales de la sismología como el terremoto más fuerte de aquellos que ha experimentado la ciudad de Almería hasta la fecha. A las diez de la mañana de un otoñal veintidós de septiembre, el suelo almeriense se resquebrajaba. Los intensos temblores destruyeron la práctica totalidad de una ciudad fronteriza con las repúblicas corsarias del norte de África. A pesar de los quinientos años que distan del suceso, sus efectos son visibles en la vida cotidiana de la ciudad actual.
Existen muy pocos edificios en pie previos a la catástrofe. Se pueden, como quien dice, contar con los dedos de una mano. Y nos sobran.
La Alcazaba, esa imponente masa de ladrillo andalusí edificada en tiempos medievales que siempre nos saluda a la salida del túnel del puerto, se mantuvo en su cerro a pesar de verse seriamente afectada por las sacudidas de la tierra. En cambio, lo que fuera la mezquita mayor de la ciudad en tiempos del Islam, reconvertida a marchas forzadas en catedral cristiana, se vino abajo por completo. De ella en la actualidad nos queda solo el muro del quibla y el mihrab, una hornacina orientada hacia la Meca que marcaba el punto hacia donde debían hacerse los rezos.
Sobrevivió también (a retales) la muralla que delimitaba el perímetro de la ciudad en época andalusí. Sin embargo, las sacudidas generadas por el terremoto provocaron el derrumbe de gran parte de las mismas. Décadas de esfuerzos en reconstruirla no las salvaron del derrumbe decretado en el siglo XIX por la monarquía borbónica personificada en la reina Isabel II, monarca hispánica.
El famosísimo complejo portuario de Almería, legendario entre las fuentes históricas por su prosperidad medieval también fue duramente sacudido por el seísmo. No obstante, de aquel puerto se ha venido exagerando su magnitud, tratándose en la época de un pequeño fondeadero con un alcance comercial bastante limitado en tiempos modernos.
De los barrios de viviendas musulmanas no queda nada en la actualidad. Al menos, ningún resto visible, más allá de la idealizada reconstrucción realizada por Prieto Moreno a mediados del XX en el segundo recinto de la Alcazaba.
Miedo
Es imposible entrar en el universo de mentalidades de todos aquellos habitantes que sufrieron el terremoto en sus carnes, pero los testimonios conservados traslucen un sentimiento colectivo de intranquilidad tras el duro episodio experimentado. Es importante señalar que en el momento del suceso la Almería que hoy conocemos no existía. La recién conquistada al-Mariyya era una de las capitales del Reino de Granada, el último reducto del poder islámico en la península, mermado década a década por el avance de los diferentes reinos cristianos de configuración medieval.
De las dichas capitales del antiguo Reino Nazarí de Granada (Málaga, Granada y Almería) esta última era la que contaba con una economía e infraestructuras más limitada. Compartía con sus vecinas Granada y Murcia la proximidad con el norte de África, una zona dominada por la piratería berberisca. Esto tenía en consecuencia incursiones frecuentes del enemigo en tierras cristianas, apoyadas por el conocimiento del terreno de aquellos musulmanes recientemente expulsados de su tierra.
La zona litoral del Cabo de Gata, por ejemplo, era la más óptima para la realización de estas rápidas entradas en territorio del contrario por la seguridad que aportaba la compleja geografía del terreno.
Un panorama desolador, el de una ciudad completamente devastada por un terremoto de intensa magnitud se veía opacado por una necesidad. Primaba a toda costa rearmar la ciudad: levantar las defensas caídas y dotarla de un nuevo baluarte de la cristiandad, una nueva catedral que consolidara la religión impuesta a través de las capitulaciones. Tanto importaron estas cuestiones y tan grande era el miedo a nuevas oleadas de incursiones piratas, que el número de fallecidos a raíz del seísmo aún se desconoce.
La recuperación de la ciudad fue una cuestión muy dilatada en el tiempo. En la actualidad no podemos atribuir al desastre la decadencia experimentada por la ciudad en tiempos de la Edad Moderna. Este declive viene, según los historiadores, de época bajomedieval, ya desde la breve conquista cristiana ejecutada en el 1147 por Alfonso VII. El esplendor de tiempos pasados volverá, poco a poco, con la llegada del decimonónico metal del acero.
Jornadas conmemorativas
Desarrolladas a través del trabajo conjunto de las asociaciones Maguen Sefarad, Amigos de la Alcazaba y el ayuntamiento de Almería tendrán lugar entre el 22 y 25 de septiembre. Estas pretenden acercar a los ciudadanos aquellas investigaciones que han tenido lugar en relación al devastador suceso que cumple próximamente cinco siglos.
En estas jornadas participarán investigadores de la UAL como Rosario Torres Fernández y Francisco Andújar Castillo. Desde la presidencia de Amigos de la Alcazaba se defiende que estos actos «ponen a la historia y al patrimonio de la ciudad en primera plana del patrimonio cultural».
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