El ballet más exclusivo se imparte en Almería

Nos encontramos en el aula del Centro de Danza Entreacto. Alrededor de las barras de la sala atienden con silencio sepulcral varias bailarinas que ejecutan con precisión complejos movimientos que se escapan del alcance de cualquiera que no haya perfeccionado con un arduo entrenamiento sus pasos.

No se trata de la clase habitual, pues la trayectoria de los maestros los precede. Y es que esta vez, los encargados de pulir la danza de las aprendices no son otros que el director, maestro y coreógrafo Víctor Ullate, considerado como uno de los bailarines más completos de este siglo y ganador de numerosos premios como la Medalla de Oro de Bellas Artes o el Premio Nacional de Danza; y Eduardo Lao, coreógrafo, bailarín y director artístico del Ballet de la Comunidad de Madrid. Se trata de una clase magistral dividida en dos partes: una impartida por Ullate, más centrada en los movimientos, y un taller coreográfico impartido por Lao.

Los objetivos del curso, o al menos así los describe Víctor Ullate, son primeramente «que disfruten de lo que hacen». Explica que el baile clásico es complicado, «requiere de un estudio del cuerpo y un dominio de las manos y de los pies con colocaciones complejas» pero de la forma en que lo trabaje, se puede realizar de una «forma fácil y agradable», detalla. Pero, sobre todo, pretende que les sirva como referencia en el futuro de las que quieren ser bailarinas profesionales. Para él es muy agradable y le ha hecho especial ilusión venir y tener una vez más contacto con los alumnos, reírse con ellos y disfrutar, que es de lo que se trata a fin de cuentas. Ullate se siente de por sí como un referente, «por la edad que tengo, por nombre y por lo que he hecho». Tal es así, que en la primera clase hubo quien hasta lloró de emoción por poder recibir una clase magistral directamente del célebre bailarín de danza clásica. Confiesa que el venir al estudio de Entreacto, en el que su antes alumna y ahora amiga Juana Dorado enseña esta misma disciplina, le ha hecho especial ilusión. Le es un placer ver a los alumnos de Almería, que quieren bailar y que, por desgracia, son escasos al estar restringido el aforo por las medidas covid. Una experiencia que hasta este momento está siendo muy positiva.

Ahora no le queda nada por hacer, pues ya lo ha dado todo desde que empezó «con mucha generosidad». Ahora lo que él quiere es disfrutar y si no disfruta «no me apetece hacerlo». Ya no quiere ser esclavo del trabajo, sino realizarlo en ocasiones esporádicas como esta clase magistral, que se trata de una excepción. Aquí han venido de manera extraordinaria y, sobre todo, por el encuentro con estas amistades que se agradecen ahora más que nunca.

Y es que, además, agradece su estancia en la provincia. «Cada vez que hemos venido hemos disfrutado mucho del entorno y del Cabo de Gata» cuenta el bailarín, llegando a pensar en comprarse una casa para disfrutar de este entorno de paisajes «tan salvajes» que califica como «lunar» o «de otro planeta».

Eduardo Lao sí que conoce perfectamente Almería, pues su padre es almeriense y su familia es de Doña María, doble razón para volver a su segundo hogar desde Villanueva de la Vega, donde ahora se encuentran actualmente afincados. Lao es el encargado de impartir el taller de coreografía, que «sigue la línea de trabajo», expresa el coreógrafo, pero de una forma en que «se sientan un poco más en contacto de lo que sería un trabajo profesional», donde se pone en práctica lo que se hace en escena. Una variación de una coreografía profesional, para que ese fin y esa meta que tienen las bailarinas la vean un poco más cerca, mantengan la motivación y no se quede solo en la clase.

Hasta el momento el taller se está desarrollando de manera satisfactoria, aunque esté «la faena de la mascarilla», afectando esta a la oxigenación del músculo y obligando a hacer ejercicios más cortos. La situación está mal en todos los sitios, los teatros se han cerrado, las compañías no han tenido trabajo, los bailarines han tenido que parar cuando el ballet es la constancia del día a día y la falta de entrenamiento hace que retrocedan las capacidades físicas. Posiblemente este curso se repita todos los años de aquí en adelante, ya se ha propuesto, y, aunque muchas comunidades se lo han pedido, Ullate prefiere no agobiarse y que sea más conforme le apetezca hacerlo, pues está ya «en una edad» y no quiere que sea «una obligación» sino una «oportunidad para divertirse».

Un curso que habría sido imposible sin la colaboración de Juana Dorado, instructora de danza clásica de Entreacto, cuyo contacto directo con Ullate ha sido vital para su organización. Un contacto «que no perdemos y que esperamos que siempre que sea factible se repita», expresa la bailarina. Este supone un impulso para el centro, en el que se venera a dichos artistas y, cuando se dijo que iban a hacer un curso con ellos la emoción embadurnó el centro. Dorado resalta que las niñas «se quedan con muchas ganas de bailar», pues la técnica es árida, dura, requiere de constancia y amor por el baile. «Cuando hay una clase tan exigente y luego terminan con el taller bailando, la motivación no solo se mantiene, sino que aumenta», concluye la instructora.

Marta es una de las alumnas del centro Entreacto aún exhausta por la clase recién terminada, pero cuya cara derrocha felicidad. El curso le parece maravilloso, pues «son unos pedazos de maestros». Lo que más le está ayudando son sus correcciones. «Se paran en cada milímetro del cuerpo y en cada fallo niña por niña y eso es una suerte en la danza», detalla.

Pero la danza no acaba aquí, la actividad se retomará en Entreacto a partir del 16 de septiembre, aunque el plazo de matrícula se abrirá desde el 1 del mismo mes. De esta forma retornará la enseñanza de todo tipo de especialidades, desde danza clásica, danza española, flamenco, danza del vientre, bachata, salsa y hasta clases de baile moderno.

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