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Así es la Alhambra de Riad, la réplica más ambiciosa del monumento
Salen a la luz las primeras fotografías de la copia casi exacta del emblema granadino, que se construyó bajo el máximo secretismo entre 1999 y 2002, impulsado por el príncipe Abdullazih. Esta es su historia
Clic. Clic. Clic. El periodista pasa las fotografías por la pantalla con una cadencia matemática. Las mira una y otra vez, con el ceño fruncido, como si buscara siete diferencias en los pasatiempos de la mañana. El Patio de los Arrayanes. El Patio de los Leones. La Sala de los Reyes. Por mucho que uno se incline siempre ante la hermosura de la Alhambra, las imágenes no tienen nada de particular. Son tres rincones que, en Granada, forman parte del salón de casa. Sin embargo... Clic. Clic. Clic.
Las fotografías, inéditas hasta ahora, se tomaron a 6.850 kilómetros de Puerta Real, en Arabia Saudí, en un lugar misterioso que solo han pisado un puñado de personas privilegiadas en este mundo. «Esa es la Alhambra de Riad, ¿no? –dice Ramón L. Pérez, fotógrafo de IDEAL, al pasar junto a la pantalla–. Yo estuve allí». Y así, como si se tratara de un cuento apócrifo de Washington Irving, viajamos a agosto de 1997.
Abdullazih, hijo del Rey Fahd, se instaló aquel verano en el Llano de la Perdiz, donde montó un campamento de jaimas de lujo para dos mil personas. «También reservó 14 suites en el Alhambra Palace, por si las moscas», recuerda Pérez. El príncipe quería comprar la Alhambra, pero no pudo. Llegó en avión hasta el aeropuerto, en helicóptero hasta el campo de fútbol y, para hacer el último kilómetro, le recogió una limusina todoterreno.
Gabriel Díaz Berbel, el entonces alcalde de Granada, y Sebastián Pérez, miembro de su equipo, le visitaron al poco de llegar. «El príncipe estaba emocionado porque el alcalde estuviera allí. Le pareció un gesto admirable y entonces fue cuando dijo que 'esta visita me la tenéis que devolver en mi casa con todos vuestros séquitos'».
Unas semanas después, veintidós granadinos viajaron a Riad, al exclusivo hotel de la casa real saudí. El príncipe invitó al 'spanish group' a cenar en palacio y, tras recorrer el camino de entrada durante una hora en coche, «aquello era enorme», la comitiva apareció frente a una gigantesca puerta de madera cerrada. Abdullazih les dijo que tenía una sorpresa para ellos, dio una palmada y las bisagras chirriaron con majestuosidad. «De repente estábamos en el Patio de los Leones. Fue absolutamente espectacular».
Abdullazih les mostró su gran proyecto arquitectónico: reconstruir la Alhambra a escala real. «Nos explicó que Granada estaba muy lejos y que así no perdía tiempo». Embelesados con tanta belleza, el príncipe quiso saber la opinión de los granadinos. Todos coincidieron en que era arrebatador y mágico. «Un tesoro de cuento», repite el fotógrafo, 25 años después. Sin embargo, y casi sin darle importancia, alguien dijo que, quizás, la fuente de los Leones era algo más pequeña que la original. El príncipe mandó que comprobaran el dato y sí, lo era, 40 centímetros más pequeña. Derribaron el patio por completo.
«Fui yo, sí, yo dije que me parecía más pequeño que el original», recuerda Sebastián Pérez, paseando por el centro de Granada. «Abdullazih dio orden de tirarlo y lo encargó todo otra vez –continúa–. Mandó llamar a expertos de Granada y no paró hasta que construyó la réplica más exacta de la Alhambra». La obra de la otra Alhambra, la Alhambra de Riad, supuso años de trabajo en el que estuvieron implicados centenares de artesanos andaluces. «Lo que la familia real invirtió en el proyecto es incalculable. Millones y millones durante años».
Millones que entraban en las empresas locales con un requisito inexcusable: absoluta confidencialidad. Nadie debía saber nunca de la existencia ni la ubicación de esta otra Alhambra. «Lo han intentado medios de comunicación de todo el mundo, pero nunca lo han conseguido», lamenta Sebastián Pérez. La Alhambra de Riad se terminó de construir en 2002. Veinte años después, el periodista cordobés Aristóteles Moreno encontró unas fotografías de su interior y las publicó en El Correo del Golfo. Clic. Clic. Clic.
El libro
El gran secreto de Riad
«Me regalaron un libro en árabe y había dos capítulos dedicados a la réplica de Riad. Tiré del hilo y encontré las fotos», explica Aristóteles Moreno, al teléfono. Aquel libro se titula 'La Alhambra, memoria de al-Andalus', publicado en 2015 por el Centro de Estudios al-Andalus y Diálogo de Civilizaciones (originario de Rabat), el Patronato de la Alhambra, Casa Árabe y Edilux.
El tomo, con una edición muy cuidada, cuenta con dos reportajes sobre la Alhambra de Riad escritos por los granadinos José Miguel Puerta Vílchez y Antonio Orihuela Uzal, doctores de la UGR y dos de los mayores expertos en la Alhambra del mundo. Esta publicación es la versión árabe del libro 'La Alhambra de Granada, lugar de la memoria y el diálogo', editado por J. A. González Alcantud y A. Akmir (Comares-Patronato de la Alhambra), en 2008, pero añadiendo los artículos sobre la réplica saudí.
Según detalla Puerta Vílchez en el libro, visitaron la Alhambra de Riad durante tres días y pudieron hacer un análisis exhaustivo de esta réplica a escala 1:1 a la que le faltan tres elementos clave: el Palacio de Carlos V, la iglesia de Santa María y la Alcazaba, por su vínculo cristiano. El resto está íntegro, incluidos el Generalife, el Palacio de los Leones, el de Comares, el Partal o el Salón del Trono, aunque con una distribución distinta.
De todo el proceso de construir la Alhambra de Riad, lo más complicado fue crear una montaña de 10,6 hectáreas similar a la de Granada pero en mitad del desierto, para lo que tuvieron que cementar la colina. La obra sin precedentes implicó a más de 5.000 empleados, en su mayoría filipinos, que trabajaron durante tres años bajo las órdenes de dos arquitectos afincados en París.
En el libro, Puerta Vílchez destaca varias diferencias importantes. «La primera y más llamativa es que la Alhambra original tiene parte de su esencia en el paisaje, con Sierra Nevada y el Albaicín», escribe. Allí, las vistas son un descampado por un lado y, por otro, un palmeral.
Al detalle
Para conseguir la precisión de la réplica, la dirección del Patronato de la Alhambra permitió tomar miles de fotografías de todos los detalles del monumento: decoraciones, mocárabes, armaduras... «Es espectacular lo bien hecho que está el Salón de Comares», apunta Puerta en el texto y, además, añade que el monumento tiene «muy bien integrados» aire acondicionado e iluminación artificial. Según se desprende del libro, Ramón Rubio, jefe del Taller de Restauración de Yeserías y Alicatados de la Alhambra, dirigió parte del trabajo de yesería en Riad.
«En el mirador del Generalife, tan precioso en Granada, han puesto un ascensor modernista que da acceso a una sala de fiestas»
José Miguel Puerta Vílchez
El Patio de los Leones, el definitivo, lo realizó una empresa de Almería con un resultado «impresionante»; y la Sala de los Reyes de Riad «es soberbia, mejor que la de Granada por sus materiales impolutos», asegura Puerta. Sin embargo, el granadino considera que hay detalles que recuerdan que aquello no está hecho con un sentido arqueológico. «Por ejemplo –anota–, en el mirador del Generalife, tan precioso en Granada, han puesto un ascensor modernista que da acceso a una sala de fiestas».
Antonio Orihuela, por su parte, escribe que la Alhambra de Riad «genera sensaciones contradictorias». «Es la réplica más ambiciosa, más grande y mejor construida y documentada (...) pero impresiona ver que se trata de una vivienda privada». En su artículo subraya otras diferencias curiosas, como que en el Palacio de Comares hay una tercera planta retranqueada y que el suelo del Palacio de los Leones es un jardín, como algunas hipótesis indican que pudo ser originariamente.
El oratorio del Partal está en una posición modificada y lo usan como mezquita, con altavoces instalados en las esquinas para llamar a la oración. El Patio del Ciprés de la Sultana, que en Granada tiene un sencillo pórtico de época cristiana, allí lo han rodeado de yeserías y zócalos al estilo nazarí. «Intentan evitar en todo momento el muro blanco encalado que sí existe en la Alhambra, sobre todo en épocas de zona cristiana», relata Orihuela. «Y todo está amueblado –termina–: lámparas, muebles en el interior de las salas... Lo que exige un mantenimiento constante, pese a que allí no viva nadie habitualmente».
«Es la réplica más ambiciosa, más grande y mejor construida y documentada (...) pero impresiona ver que se trata de una vivienda privada»
Antonio orihuela
Ramón L. Pérez, el fotógrafo, antes de alejarse del ordenador y cerrar estos cuentos de la otra Alhambra, ríe una última vez. «La última noche que pasamos allí se me ocurrió decir, de broma, que habíamos estado en Riad y no nos íbamos a llevar ni arena del desierto. Por la mañana nos dejaron una botella llena de arena del desierto en la puerta de cada habitación. Cuando pienso en el pobre que le tocara ir a por la arena...».
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