Alejandro Gorafe se va de 'Ferias' con Federico en una noche sin fin
El artista plástico, prematuramente desaparecido el pasado noviembre, vuelve a las paredes en las que trabajó durante 30 años con primor
Al fondo de la sala de exposiciones del Centro de Estudios Lorquianos, donde se exhibe la exposición 'Ferias', que incluye obras del artista plástico Alejandro García del Saz, Alejandro Gorafe en el siglo, y poemas del más universal de los poetas granadinos, hay un cielo en el que, por mor de una proyección, casi cada segundo un cohete sin sonido surca un cielo límpido y explota en mil colores. Algo así fue la vida de Gorafe, desaparecido el pasado mes de noviembre de forma inesperada: un rastro de luz y color en un cielo en el que, si se es creyente, se puede pensar que pasará largas horas disfrutando con otro de los buenos, el propio Federico García Lorca. De momento, a ras de tierra, ambos se van de 'Ferias' en esta muestra que reúne el muy poco conocido poemario homónimo del fuenterino, incluido en el libro 'Suites', con estructuras geométricas creadas por Gorafe a partir de algo tan prosaico –y tan intrínseco a la feria– como pajitas de refresco de colores.
La gestora cultural Concha Hermano es la comisaria de la exposición, y explica que son 22 las esculturas de Gorafe que forman parte de ella. A la entrada, recibe al visitante un 'palio' de colores que recuerda al que cubre la cabeza de las imágenes patronales que salen en procesión o a las guirnaldas de luces del ferial. Un palio integrado por varios centenares de trozos de pajita que se mueven apenas una brizna de viento penetra o se crea bajo ellas. Las paredes están pintadas de un color azul que simboliza la transición entre la noche y el día, y que resalta las creaciones.
La muestra ha sido posible gracias a la cesión de obras realizada por la familia del artista y por su pareja, el artista Baldo Sancal. «Sin ellos, no podríamos seguir disfrutando de su talento», destaca Concha Hermano. Durante los más de 30 años en que trabajó en el complejo museístico de la Casa Natal de Federico García Lorca, jamás planteó la posibilidad de hacer una exposición propia en ninguno de sus espacios. Fue, sin embargo, el artífice de decenas de ellas, de compañeros suyos, poniendo siempre a su servicio su ilimitada inventiva y unas manos privilegiadas. Estos atributos se manifiestan de forma palmaria en 'Ferias'. Sólo acercándose a las piezas expuestas es posible comprender la complejidad de estas. No únicamente por la innumerable cantidad de cañas de plástico empleadas, sino por la total ausencia de pegamento en la conformación de estructuras que podrían formar parte de cualquier demostración de geometría euclidiana.
El origen
'Ferias' nació durante la pandemia. Tal y como relata la comisaria de la muestra, «Alejandro se encontró, como todos, confinado en casa, y el único material susceptible de ser utilizado en una creación artística que tuvo a mano fue una caja de pajitas de colores. Su cabeza empezó a dar vueltas, y según me contó, empezó a aprovechar los resquicios que teníamos para salir recorriendo las tiendas del barrio y comprando más. Apartir de ahí fueron creciendo las estructuras que podemos ver aquí expuestas». En la elección del material subyace también un mensaje ecológico, la necesidad de reutilizar el plástico reciclándolo, y no deshaciéndose de él de una forma inadecuada.
Entre las piezas hay múltiples claves. Evocaciones de estructuras como norias o tiovivos –que para Lorca tenían una fuerte carga simbólica–, piezas que se cierran sobre sí mismas y recuerdan a los carros de barquillero de los que Lorca pudo hacer uso en la Verbena de San Antonio de la Florida, de la cual se conserva aquel divertido testimonio en forma de foto con Buñuel, o esos nautilus que para el artista simbolizaban el eterno retorno y que evocan una fantasía que emana de esas obras de Julio Verne –recordemos '20.000 leguas de viaje submarino'– y que, seguro, de joven leyó. Además, los poemas se acompañan de pequeños dibujos lorquianos, que ahondan en esas obsesiones o preocupaciones que embargaban al poeta, como la luna, el tiempo, las estrellas, las luces... No hay que olvidar, por otra parte, que Federico era un gran amante de los ritos, y una feria puede calificarse, sin lugar a dudas, como un gran ritual.
La convivencia de modalidades aparentemente simples con otras complejas –que se enrocan en sí mismas– y la amplia gama cromática, responden a ese deseo de totalidad que impregnó muchas de las propuestas de Alejandro Gorafe. De la tierra al cielo, coinciden los símiles de atracciones mecánicas con obras que recuerdan constelaciones como la de Escorpio. La araña, otra de sus especies fetiche, con una dimensión cósmica, está representada en varias creaciones, y fue, en cierta medida, el origen de la serie mostrada. Hay un homenaje también al 'Órgano' de acero inoxidable creado por Eusebio Sempere y que se puede disfrutar en la sede madrileña de la Fundación Juan March. Define Concha Hermano esta muestra como «un 'color field', un campo de color creado con la magia de la poesía y el arte». Es difícil hallar mejor descripción del trabajo de ese mago que fue y será siempre Alejandro Gorafe.
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