Los 100 años del viaje de Juan Ramón Jiménez a Granada
La ciudad rememorará la estancia de 12 días del autor de 'Platero y yo' junto a García Lorca con unas jornadas en la Alhambra y una exposición en la Casa de los Tiros
Imagínese la escena y después hablamos de su trascendencia. Era el 21 de junio del año 1924. A las diez de la mañana. Juan Ramón Jiménez y su esposa Zenobia Camprubí aguardaban en la estación de Atocha la llegada de Federico García Lorca y su hermano Francisco. Los cuatro estaban a punto de emprender un viaje de doce horas hasta Granada. Un viaje que cambiaría sus vidas. Se cumplen ahora cien años de aquella estancia de doce días del poeta de Moguer, el más importante de la época, en una ciudad que le sedujo hasta el extremo de que escribió no solo uno de sus romances más conocidos, 'Generalife', sino también un precioso libro, 'Olvidos de Granada', que no se publicó en España hasta 1969 gracias a la editorial del Padre Suárez. Ahora, con motivo del centenario, Granada prepara un interesante programa de actos que se concretará en unas jornadas en la Alhambra (12 y 13 de junio) y una exposición en la Casa de los Tiros, que estará abierta desde el 14 de junio hasta septiembre.
La persona que ha estudiado más en profundidad aquellas dos semanas en que Juan Ramón Jiménez estuvo en Granada acompañado de la familia GarcíaLorca es Alfonso Alegre Heitzmann, quien firma 'Días como aquellos', una obra imprescindible para lorquianos y juanramonianos. El volumen, que recoge la decena de fotos que se hicieron Federico y Juan Ramón en aquellas jornadas –al menos las que se conservan–, está basado fundamentalmente en las cartas que el premio Nobel y Zenobia se intercambiaron con los García Lorca narrando sus sensaciones y sus experiencias en Granada.
Según Alegre Heitzmann, la relación entre el autor de 'Platero y yo' y el de 'Romancero gitano' empezó el 27 de abril de 1919, cuando Juan Ramón recibió a Federico en su residencia del número dieciséis de la calle Conde de Aranda –Jiménez se mudó hasta en cuatro ocasiones en Madrid, buscando el sosiego para trabajar–. Lorca portaba una epístola rubricada por su profesor Fernando de los Ríos. Un encuentro en el que Juan Ramón, ilustre entre los ilustres, se quedó prendado de un joven Federico –tenía tan solo veintiún años–, tal y como se pone de manifiesto en la misiva que Juan Ramón remitió a Fernando de los Ríos unos meses después, el 21 de junio. «Su poeta vino y me causó una excelentísima impresión», dijo. «Y tiene –agregó– la virtud más especial en el arte, el entusiasmo».
Jiménez y Zenobia, que se alojaron en el Gran Hotel París de la Gran Vía, disfrutaron también de la compañía de Falla
Desde ese momento Juan Ramón Jiménez y Federico García Lorca fraguaron una amistad que les llevó, incluso, a colaborar en proyectos apasionantes como la revista Índice, en cuyas páginas encontramos colaboraciones de Lorca y también de otros grandes maestros de la Generación del 27. «Al igual que sucedió con Lorca –explica Alegre Heitzmann–, Juan Ramón acogió con entusiasmo y apoyó a Pedro Salinas y Jorge Guillén, pero también a Luis Cernuda y Manuel Altolaguirre». En este punto conviene recordar que Jiménez fue el primer morador de la Residencia de Estudiantes cuanto esta se trasladó hasta la Colina de los Chopos. «Con Lorca preparó una representación teatral con motivo de la visita de Rabindranath Tagore, pero al final esta no se produjo», recuerda el investigador. Lorca no tardó en invitar a Jiménez a Granada.
Viajeros al tren
Pero volvamos al andén de Atocha aquel 21 de junio de 1924. Juan Ramón, Zenobia, Federico y Francisco se subieron al tren a las diez de la mañana. Carlos Peña, de la Asociación Granadina de Amigos del Ferrocarril y el Tranvía, comenta que debía de tratarse de un Correo compuesto por una locomotora de 717 caballos de vapor y cincuenta toneladas de peso que tiraba de varios coches de viajeros tipo diligencia a una velocidad máxima de sesenta y cinco kilómetros por hora –el estado de la vía no permitía circular a mayor velocidad–. Es decir, los pasajeros iban en departamentos independientes.Lo normal es que los cuatro amigos fueran juntos, aunque no está documentado. Había primera clase, segunda y tercera. Y lo lógico, tratándose de Juan Ramón Jiménez, es que viajaran en la de mayor categoría.
Del itinerario entre Madrid y Granada sí que existen datos, que aparecen en 'Días como aquellos'. Partieron a las 10.00 horas, hicieron parada a las 16.12 horas en Baeza –donde llevaron a cabo un transbordo que duró un cuarto de hora–, a las 21.02 horas pasaron por Iznalloz y a las 21.55 horas arribaron a Granada. ¿Dónde? Según CarlosPeña, a la Estación Sur, que se encontraba cerca de Villarejo. El convoy estuvo operado por la Compañía de los Caminos de Hierro del Sur de España.
Llegaron a Granada el solsticio de verano, el día más largo del año, con lo cual lo primero que vieron de Granada nada más poner los pies en tierra fue la puesta de sol –y también en los últimos kilómetros de trayecto entre Iznalloz y Granada–. Sí se sabe seguro que Juan Ramón y Zenobia se dirigieron al Gran Hotel París, situado en el número cinco de la Gran Vía, mientras que los hermanos Lorca se irían a la casa de Fuente Vaqueros o de Valderrubio –donde estuvieran sus padres en ese momento–, ya que aún no eran los propietarios de la Huerta de San Vicente –la adquirieron en 1926–.
Agenda intensa
La agenda del matrimonio fue muy intensa. Así lo atestigua la correspondencia. Zenobia regresó a los cinco días y Juan Ramón se quedó hasta el 3 julio. El 28 de junio Camprubí remitió una carta de gratitud por el trato recibido a los García Lorca. Y ahí detalló algunos de los sitios donde estuvieron. Refiere una preciosa tarde en la Bola de Oro y una excursión a la Vega –se supone que a Fuente Vaqueros y Valderrubio–. También dice que escuchó las campanas de la Torre de la Vela y de la Catedral. Y que no olvidaba ni el olor a Arrayán, ni el patio del Palacio de Carlos V, ni la voz del Niño Maceo –un cantaor gitano– en el jardinito de Hermenegildo Lanz.
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Aunque los momentos más emotivos los vivieron en la Alhambra y el Generalife. Así se muestra en diferentes instantáneas tomadas por Francisco García Lorca, un avezado fotógrafo, con la cámara de Zenobia y Juan Ramón –este aparato se podrá ver, por cierto, en la muestra de la Casa de los Tiros–.La máquina se la llevó Zenobia a Madrid en su retorno anticipado, por lo que solo hay material gráfico de esos cinco días iniciales.
Los Lorca se volcaron con Zenobia yJuan Ramón, pero también disfrutaron de la compañía de uno de los personajes más relevantes de la vida cultural de Granada y España en los años veinte. Hablamos de Manuel de Falla, que no se incorporó hasta el 29 de junio porque se desplazó eventualmente hasta Málaga huyendo del ruido y la algarabía del Corpus. En una de las veladas, en el Carmen de la Antequeruela, el compositor estuvo tocando hasta las dos de la madrugada con un paisaje inolvidable.
Finalmente Juan Ramón se marchó de Granada el 3 de julio –un día antes lo hizo Federico–, pero no volvió a Madrid, sino a Moguer para pasar unos días junto a los suyos.
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