Jueves, 27 de Noviembre 2025, 12:49h
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Si alguien le señala una puerta cerrada y dice que tras ella hay algo que podría hacerle vomitar, desmayarse o tener un ataque al corazón, ¿la abriría usted? La respuesta lógica es no, ni hablar, y sin embargo muchos se sentirán suficientemente intrigados como para entreabrirla». Me llamó la atención leer este párrafo con el que el semanario The Economist encabeza un artículo en el que habla del auge de las películas de terror.
Eso explicaría por qué las mujeres se sienten atraídas por pelis en las que aparecen asesinos y violadores en serie
Según apunta, este tipo de producciones en su conjunto lleva recaudados, al mes de octubre, mil millones de dólares. Otro dato que resalta es que, a diferencia del pasado, cuando estas pelis eran consideradas de serie B, ahora convocan a directores y actores de primera fila y cosechan espléndidas reseñas entre los críticos más exigentes. En 2024, por ejemplo, La sustancia, además de recaudar setenta y siete millones y medio de dólares, estuvo nominada en cinco categorías para los premios Oscar. Resulta interesante observar cómo el género del terror cambia con los tiempos, de modo que refleja los temores de cada época. En el presente, por ejemplo, muchas de estas cintas tienen como protagonista a la inteligencia artificial. En la Guerra Fría, en cambio, los guiones tenían que ver con el peligro nuclear, también con zombis y otros entes, supuestos efectos colaterales de modernos experimentos científicos fallidos. Cada momento tiene su horror. Así, en los 60 y 70 la cosa iba de psicópatas, con Norman Bates, de Psicosis, a la cabeza, una tendencia que degeneró años más tarde en una explosión de sangre y salsa kétchup con títulos como Pesadilla en Elm Street o Halloween, sin olvidar obras maestras como El silencio de los corderos. Otra fuente inagotable de sobresaltos es y ha sido siempre lo sobrenatural. Desde la aterradora El bebé de Rosemary a la no menos escalofriante El exorcista, hasta llegar a una de mis favoritas, La profecía, todas ellas con el demonio como artista invitado. No hay que olvidar tampoco escalofríos que funcionan siempre y de los que se han hecho incontables nuevas versiones. En este rango, además de los antes mencionados zombis, reinan imbatibles Drácula y el monstruo de Mary Shelley. Sin ir más lejos, Frankenstein está de nuevo entre nosotros, esta vez en la versión de Guillermo del Toro. A esto hay que añadir otro dato relevante. La técnica permite ahora rodar películas con un presupuesto mínimo. Todo el mundo lleva en su bolsillo una cámara de cine. De hecho, 28 años después, un horror apocalíptico de gran éxito, se filmó con un simple iPhone. Y ahora viene la pregunta que uno se hace. ¿Por qué nos fascina tanto pasar miedo, incluso sentir asco, repugnancia? Hay quien sostiene que se trata de una experiencia catártica por la que, a través de ese terror vivido desde la seguridad de una butaca, se produce una sensación de alivio o bienestar. El Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo de la Universidad de Oxford, por su parte, recuerda que hasta un 40 por ciento de las personas evita leer o ver noticias porque las encuentra perturbadoras. (En 2017 el porcentaje era del 29 por ciento). Siendo así, el género de terror facilita a los espectadores redirigir ansiedades y temores en vez de que estos se enquisten en su interior. En tanto, el científico conductista Coltan Scrivner (gran entusiasta y fan de estas pelis) opina que la gente intuitivamente se decanta por este tipo de cine para comprender mejor los peligros que la rodean. Eso explicaría por qué las mujeres se sienten atraídas por pelis en las que aparecen asesinos y violadores en serie. También ayuda a entender por qué Contagio, estrenada en 2011, pasó relativamente inadvertida hasta despertar con gran interés en 2020 al llegar la pandemia. Total y resumiendo, nuestros temores nos definen, nos retratan y hablan tanto de lo que nos confesamos a nosotros mismos como de contradicciones internas. ¿Explica eso también la extraña fascinación que causan el mal y los malvados hasta el punto de que hay gente que se enamora de asesinos convictos y les escribe a la cárcel cartas de amor e incluso les propone matrimonio? ¿Tan fuerte es la atracción de lo oscuro? ¿Cuál es el 'prestigio' del mal? Si les parece bien, la próxima semana podemos indagar sobre esa otra derivada.
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