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Viernes, 05 de Diciembre 2025, 12:59h
Tiempo de lectura: 3 min
Su coche llegará en cinco minutos». El aviso aparece en la pantalla del móvil, como tantas veces… salvo por un detalle: cuando la puerta se abre, no hay nadie al volante. Sin «buenos días», sin taxímetro; solo abrocharse el cinturón y pulsar start ride. El volante gira solo, el coche frena en los semáforos, esquiva ciclistas, se adelanta a niños que salen entre vehículos aparcados. Lo sorprendente se ha vuelto cotidiano en California o Las Vegas: viajar sin nadie al volante.
¿Pero un coche autónomo podría funcionar en el caos de la India? En Norteamérica, las calles suelen ser rectas y los carriles están pintados. En la India no: baches, señales ausentes, adelantamientos por ambos lados, motos que aparecen de la nada, peatones que cruzan donde pueden y vacas que se tumban en mitad de la calzada.
Equipado con una red de cámaras de alta resolución, zPod captura imágenes del entorno en tiempo real, que después procesa una IA inspirada en la forma de funcionar del cerebro humano. Gagandeep Reehal y Gursimran Kalra creadores del vehículo indio.
¿Cómo se enseña y se entrena a un algoritmo a sobrevivir en esa jungla? Travis Kalanick, fundador de Uber, lo tenía claro en 2016 tras visitar Nueva Delhi: «Es imposible». Gagandeep Reehal, emprendedor indio de 24 años, decidió convertir esa frase en motivación.
Su prototipo ya rueda por Bangalore —la «Silicon Valley india»—, ciudad de clima amable y tráfico infernal, donde doce millones de personas se abren paso a bocinazo limpio.
Sus coches, creados por su empresa Minus Zero, circulan a baja velocidad, con permiso policial y lejos de las vacas. Por ahora.
Su idea es sencilla y ambiciosa: que el coche aprenda a improvisar. Nada de mapas milimétricos ni sensores caros: una IA «humilde» capaz de sobrevivir donde las reglas sobran.
Funciona solo con cámaras y con modelos capaces de improvisar: si aparece un obstáculo nunca visto, si la rotonda no está pintada, si un rebaño ocupa la carretera… la máquina debe ser capaz de deducir cómo comportarse.
Si puedes conducir aquí, puedes hacerlo en cualquier parte», repiten en la empresa. Y hay negocio: la India incorporará millones de nuevos vehículos en la próxima década y el reparto de mercancías crecerá sin pausa. Las autoridades indias observan con cautela. Los accidentes con robotaxis en Estados Unidos pesan como advertencia: un código mal entrenado también puede fallar… y nadie puede encarcelar a un algoritmo.
La carrera por el coche autónomo sigue abierta. Pero no la ganará quien mejor se mueva en Silicon Valley, sino quien sea capaz de sobrevivir a una calle estrecha, cinco motos adelantando por cada lado y una vaca que decide sentarse justo en mitad del camino. Si la IA quiere conquistar el mundo, primero tendrá que superar su prueba definitiva: convencer a una vaca de que se aparte.