Un Silencio centenario y de reestreno para callar Granada el Jueves Santo
La hermandad procesionará con la imagen original de José de Mora por primera vez desde hace tres lustros para conmemorar los 100 años de su fundación
Silencio. Granada entera reduce sus decibelios a medida que el Cristo de la Misericordia se aproxima. Es Jueves Santo y, tras una jornada marcada por los jaleos albaicineros, toca dar paso al recogimiento a partir de la medianoche. El Paseo de los Tristes se abarrota de granadinos hasta casi el colapso. Las farolas se funden a negro y la oscuridad invade la calle. La luna se refleja en el Darro ante la mirada privilegiada de la Torre de la Vela. Los últimos murmullos cesan justo cuando tocan a las puertas de San Pedro y San Pablo. El resto es historia, la misma que comenzó a escribirse hace un siglo.
La hermandad del Silencio está de enhorabuena. Este 2024 se conmemoran 100 años desde su fundación en el barrio del Albaicín. Concretamente, en la iglesia de San José a manos de su párroco Ángel Guevara y su primer hermano mayor José Domínguez Nieto. Junto a un diverso grupo de profesionales pertenecientes a todos los sectores productivos que frecuentaban el antiguo café Colón, sacaron adelante la segunda cofradía de Semana Santa de la época en la capital. Era mayo de 1924, pero ya habían procesionado en abril por primera vez con el Cristo de la Misericordia. Una tradición que sobreviviría al paso del tiempo para llegar hasta nuestros días.
De ese siglo de vida, José Antonio Fernández ha vivido más de la mitad. Entró en la hermandad con la mayoría de edad, pero su fervor por la imagen del Silencio comenzó a fraguarse desde niño. Nació y se crió en el Albaicín. Junto a su familia acudía frecuentemente a San José a pesar de no tener vinculación cofrade. «Me bautizaron allí. Recuerdo que cada vez que iba me quedaba prendado viendo al Cristo. Me emocionaba al igual que me ocurre ahora», explica él mismo a IDEAL mientras presencia la talla. La original, la barroca del imaginero José de Mora que volverá a las calles esta Semana Santa.
«No procesiona desde el 2009. Estos años sacábamos la réplica que se puede visitar en San José. Será un lujo realizar la estación de penitencia con nuestro Cristo de la Misericordia por la celebración del centenario. Va sobre una cruz de taracea y su ropaje es de tela verdadera encolada, no de madera como el de la copia», comenta el secretario del Silencio, que acompaña a José Antonio. No está autorizado a revelar su identidad. Política de la cofradía que mantiene intacto todo el misterio que la rodea. Un misterio que va más allá del anonimato de ciertos cargos.
«Los hermanos respetamos unas normas muy concretas que no se dan en otras hermandades. El Jueves Santo salimos de casa en silencio y con el rostro tapado rumbo a San Pedro y San Pablo. Nos preparamos y salimos en procesión sin decir ni una palabra. Cuando regresamos, rezamos una oración y nos abrazamos con los más cercanos. Solamente volvemos a hablar cuando llegamos a casa de madrugada», argumenta José Antonio. El silencio es total durante la procesión, únicamente interrumpido por alguna saeta y su tradicional toque de tambor.
Desaparición
A cargo de la percusión ha estado el veterano hermano. Entre otras funciones, José Antonio portó el tambor del Silencio a finales de los años 60. Una época en la que la Semana Santa languidecía en toda España. Exactamente igual que el Silencio. «Faltó el encargado del tambor el mismo Jueves Santo. Me ofrecí a sustituirlo porque conocía el ritmo y podía interpretarlo a dos manos. No teníamos ni correa, así que me lo ataron con una guita que se clavaba en la piel. Eran unos tiempos donde la cofradía estuvo cerca de desaparecer», relata.
Aquel día el Señor de la Misericordia recorrió Granada con un cortejo total de 25 personas. Los costaleros se iban turnando para portar el paso ante la falta de refuerzos. Una situación que contrasta con la actual, donde la cofradía lleva a cabo una estación de penitencia con más de 200 integrantes. «El hermano mayor planteó la disolución ante la dificultad para encontrar nuevos miembros. La sección más joven nos negamos y conseguimos con mucho trabajo que la hermandad resurgiera», asiente José Antonio. Un esfuerzo que bien mereció la pena.
Actualmente, el Silencio es una cofradía de Semana Santa que crece fuerte y sana gracias a sus miembros. Supone una seña de identidad del sentimiento cofrade granadino, que apura los días para concentrarse de nuevo en la medianoche del Jueves Santo frente al templo de la Carrera del Darro. «Sentimos el cariño de toda la ciudad. Cuando procesionamos, el público se calla. Es el mejor gesto que nos pueden regalar», cierra el secretario antes de abandonar el atrio de San Pedro y San Pablo tal y como había entrado. Sin decir ni una sola palabra.
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