Tiendas de Navidad en Granada
El nochebueno, el otro dulce de Navidad más delicioso de Casa PastelesDespués del tronco navideño o del mítico roscón, este bollo es el otro 'rey' del obrador albaicinero con miles de ventas en toda la capital por estas fechas
El olor a dulce impregna el Albaicín con tan solo poner un pie en Plaza Larga. Ya sea desde el mirador de San Nicolás, o bien desde el centro de Granada por la Cuesta Alhacaba, los pies parecen marchar solos por el empedrado del barrio. Siguen dicha estela hasta detenerse en la calle Horno del Moral. Allí se encuentra uno de los tesoros mejor conservados de la ciudad: el obrador de Casa Pasteles. Negocio casi centenario que ha surtido a los granadinos con las mejores delicatessen de la repostería local desde su origen. También en Navidad con un listado de confites ya clásicos por estas fechas.
El horno de Antonio funciona prácticamente las veinticuatro horas de los seis días laborables de la semana. A sus sesenta años de edad, no hace otra cosa salvo elaborar cientos de dulces y pasteles diarios. Incluso desde que era un niño y empezó a aprender el oficio de la mano de su abuelo Ángel. Más conocido en el barrio como 'El Pasteles'. Aquel que le transmitió la pasión con la que cocinar cientos de troncos de Navidad, roscones de Reyes o nochebuenos, el otro producto estrella de la tienda conforme llega diciembre.
Se trata de un bollo de azúcar relleno. A priori, un dulce sin demasiada ciencia. Pero nada más lejos de la realidad. Los operarios del obrador lo preparan con precisión, sin dejar nada a la improvisación, siguiendo cada uno de los pasos que marca la receta de 'El Pasteles'. «El nochebueno es un dulce muy típico de la Navidad, pero el nuestro es único. Lleva una masa de harina y levadura compuesta por aceite de oliva y mantequilla a partes iguales, lo que le aporta un sabor especial que no consigue todo el mundo. No ha cambiado nada desde que lo cocinaba mi abuelo», desgrana Antonio Vílchez, jefe del obrador, a IDEAL.
Esa masa fermenta y aumenta su tamaño. Se le añaden pasas y nueces, así como matalauva para aportarle sabor, y se deja un rato al calor para que continúe con su crecimiento antes de darle forma alargada y recubrirlo de huevo. Antonio le añade azúcar por encima y lo introduce en el horno durante unos quince minutos a algo menos de doscientos grados centígrados. El nochebueno se cuece. Su capa exterior se dora y queda crujiente. Acto seguido basta con dejarlo enfriar antes de empaquetarlo y enviarlo a las tiendas.
Una pasión
«Tiene mucho tirón. Cada día puedo llegar a hacer unos cincuenta nochebuenos. Multiplicado por seis jornadas y por cuatro semanas, hablamos de cerca de 1.200 bollos al mes. La casa les da salida a todos», añade el jefe del centro de operaciones de 'El Pasteles'. Antonio recorre las dependencias como el niño que sabe que han venido los Reyes y sale corriendo hacia el árbol de Navidad. Conoce hasta el más mínimo detalle de la maquinaria y de cada recoveco del obrador, el lugar donde pasa la mañana, la tarde y parte de la noche.
«Este trabajo te ata muchísimo. Para sacar todos los productos adelante no basta con echar ocho horas. Entiendo que no haya gente dispuesta a dedicarse a ello, pero a mí no me pasa. Es mi pasión, ya que no sé hacer otra cosa. Me voy de vacaciones y al tercer día me estoy subiendo por las paredes. En Navidad tenemos mucho jaleo, pero merece la pena. La gente sigue comprando año tras año. Lo estamos haciendo bien. Todo casero. Igual que mi abuelo», sentencia orgulloso mientras rememora los inicios de la empresa. Palabra de 'El Pasteles'.
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