Robert Moreno se rebela contra su suerte
Inquietud ·
El catalán asume que la del Sevilla puede ser su última oportunidad pese al apoyo que todavía le transmite el club pero se machaca en busca de respuestas al infortunio del equipoRobert Moreno no quiso acostarse en Vigo. Tampoco ninguno de los integrantes de su cuerpo técnico, desde su segundo Dani Guindos al preparador físico Juanjo del Ojo. Consternados por la derrota en el minuto 94 de partido, todos revisualizaron el encuentro y descargaron los datos individualizados que aportan los GPS que los futbolistas llevan mientras juegan. Buscaban explicaciones a algo que todavía no entienden: los siete puntos que el equipo ha perdido en los últimos diez minutos de cinco de los siete duelos disputados hasta la fecha en Liga. Con ellos en el bolsillo, el Granada se encontraría en mitad de tabla en una clasificación hipotética. Tranquilo. Nada más lejos de la realidad.
La consejera Patricia Rodríguez ratificó a Robert Moreno en su cargo como responsable del equipo y su marcha en un cónclave junto al director deportivo Pep Boada y el secretario técnico David Comamala después del partido. También en unas declaraciones al día siguiente a IDEAL. La ejecutiva vasca fue la principal valedora de su contratación, con el visto bueno de la propiedad, y es aún su mayor apoyo en el club. Sin embargo, Robert Moreno es consciente de cómo funciona el fútbol y sabe que el partido de este domingo frente al Sevilla –en Los Cármenes para más inri, con lo que ello supone después de los cánticos que pidieron su marcha tras la derrota con la Real Sociedad– puede ser su última oportunidad. Poco importa que el Sevilla sea otro rival superior, un equipo Champions. Marcharse al segundo parón por selecciones de la temporada sin victorias ocho jornadas después sería crítico, como la propia Patricia Rodríguez reconoce, por más que se quiera maquillar el balance más allá de los resultados.
Robert Moreno, quien al igual que Diego Martínez en su etapa ha adoptado como mantra aquello de no preocuparse más que por lo que puede controlar, sigue obstinado en dedicar al equipo tantas horas como fisiológicamente le son posibles. La expedición rojiblanca aterrizó en Granada desde Vigo a las 11.15 horas en un vuelo chárter y subió al autobús que la condujo hasta la Ciudad Deportiva de la entidad. Allí entrenaron a mediodía los futbolistas que fueron suplentes contra el Celta y realizaron trabajo de recuperación quienes sí actuaron de inicio, con especial mimo con Maxime Gonalons ante las molestias musculares que causaron su sustitución a los veinte minutos. Algunos jugadores comieron en la instalación y otros se llevaron la comida a casa, como suelen; Robert Moreno y su cuerpo técnico se quedaron toda la jornada.
Conjura de los jugadores
Los rostros de los futbolistas a su salida de la Ciudad Deportiva reflejaban tanto la frustración por una nueva derrota cuando el partido agonizaba como el compromiso por sentirse responsables de la situación, implicados para revertirla. «No nos está acompañando la suerte; lo que antes nos iba dentro ahora no, y todo lo que antes no nos marcaban ahora sí», compartieron con IDEAL algunos pesos pesados del vestuario. «Vamos a sacar esto adelante, seguro», subrayaban también, convencidos. El núcleo duro del equipo respalda a Robert Moreno, incluido el primer capitán Víctor Díaz, reclutado en la recta final en Balaídos por la conmoción de Domingos Duarte.
A los futbolistas les pesa lo que está sucediendo en este arranque de campeonato. Son los primeros que están padeciendo la dura transición después de probar las mieles de la Europa League. En Vigo, al acceder al vestuario ya con el mazazo de la derrota definitiva, estaban destrozados por el esfuerzo. Todos acusaban golpes, más allá del anímico. Uno de los más afectados era Aarón Escandell, que ingresó demasiado frío en un partido ardiente y lo pagó con una mano blanda ante el disparo de Denis Suárez. La batalla dejó heridos y no terminó con el pitido final de Soto Grado, ya que la bronca con Iago Aspas continuó en el túnel, implicados Ángel Montoro y también Luis Milla, además de algunos componentes de ambos cuerpos técnicos. En las gradas aún resonaban los gritos de «puta Granada». Todo el mundo acabó muy caliente.
Nadie en el Granada podía quitarse de la cabeza la doble oportunidad que marraron primero Alberto Soro y luego Luis Suárez. De haber terminado en gol, habría justificado un planteamiento muy conservador que obedece a la realidad del equipo, mermado en lo físico y frágil atrás salvo que acometa un repliegue intensivo. A Robert Moreno le costó asumirlo, pero sus futbolistas se lo están agradeciendo. En Vigo, el equipo no acusó solamente la falta de precisión de cara a gol, sino al contragolpe al que se entregó.
El propósito de enmienda de Robert Moreno puede no bastarle para continuar en el puesto si no es capaz de ganar al Sevilla el domingo, aunque el catalán no miente cuando asegura que siente el respaldo del club. El equipo descansa hoy y volverá al trabajo mañana. Mantiene muchas tareas pendientes antes de una cita quizás definitiva, aunque algunos factores parecen escapar al control o la capacidad de su entrenador.
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