El 'Geta' se queda sin fe al perder el alma de Bordalás

Llega a Los Cármenes el colista, un equipo en busca de un nuevo discurso tras haber perdido a su líder, un José Bordalás al que casi le sobra el último capítulo y cuyo Getafe aguerrido, tremendamente impetuoso y agresivo se ha desdibujado por completo en apenas dos meses. Míchel no logró dar nueva forma a un cuadro azulón con algo más de talento por dentro pero mucho menos solidario en defensa. Ahora le toca a Quique Sánchez Flores dar con la tecla.

Getafe es más gris cada año. Ese rincón del Madrid más humilde e industrial ha visto interrumpido su sueño europeo para, de inmediato, vivir un curso y lo que va de este de auténtica pesadilla. De los anaranjados atardeceres que vivió el Coliseum hace dos campañas con la élite europea de los jueves paseando por su verde se ha pasado a la gris estampa de las gradas vacías. Y eso que el público ya puede volver a sus asientos.

No empuja a hacerlo el inicio de este Getafe, que ya arrastraba la cola de lo visto el año pasado, cuando aún con Bordalás el club ya se vio al filo del precipicio de Segunda. El técnico había errado al firmar la renovación, aun sabiendo que su corazón le pedía irse a Roma o Valencia. Solo postergó su salida un curso. Pudo hacerlo en la cresta de la ola y acabó haciéndolo tras salvar al Getafe con lo mínimo. Quizás otros compañeros de gremio lo vieron como un aviso.

Ahora, sin Bordalás, el equipo ha perdido tantos detractores como ímpetu, garra y espíritu. El valenciano, guste más o menos, ponía a los suyos a competir siempre. Algo que, con dos puntos de 30, aún no ha hecho el Getafe ni con Míchel ni con Sánchez Flores.

El Getafe se está agarrando a la agenda de contactos, reviviendo segunda etapas y ya saben lo que dicen de las secuelas... Sea como fuere, Quique Sánchez Flores ha aterrizado con, de momento, un discurso sosegado, evocando el talento de una plantilla abatida, más acostumbrada al '¡au, au!' de los espartanos que a la poesía que el madrileño busca reflejar en el vestuario y el césped.

Fue un verano de renovación obligada tras el adiós del técnico y parte de su camarilla. Ángel siguió el camino de Molina y dejó de ser el goleador veterano del Coliseum. Kubo, Duro y Cucho no siguieron tras sus cesiones y Etxeita dejó al equipo corto de centrales. Pero nada como el 'clausulazo' de Cucurella hacia la Premier.

Los sustitutos parecen parches inesperados. Mitrovic, Macías, Florentino Luís y Jankto son apuestas de riesgo, mientras que sí parecen buenas compras las de Sandro Ramírez y Aleñà. Llegó cedido Vitolo, buen refuerzo si no fuera por sus lesiones frecuentes.

El Getafe ha vivido estos últimos cursos de su impenetrable defensa, a veces compuesta sobre el campo de seis hombres, pues gustaba a Bordalás eso del doble lateral. Una guardia pretoriana para uno de los metas más temblorosos de Primera: David Soria.

Ahora el desempeño atrás no es el mismo, con Nyom fuera de la rueda, Cucurella tomando el té y Djené sin un compañero claro en el centro. El portentoso togolés, que será baja hoy, ya no es suficiente para sellar todas las grietas. Ni Cuenca, ni Cabaco ni Mitrovic están pegando con él y en las bandas ha bajado mucho el nivel de Suárez y Olivera. En lo positivo, aparece Iglesias.

Los azulones han pasado de un 4-4-2 inamovible a una masa dispersa en su línea central por la que pasean un Maksimovic que languidece sin su socio Arambarri –interrumpido por las lesiones en este inicio–. Timor y Florentino son jugadores de impacto relativo desde el banquillo, pero sin la calidad suficiente para ordenar el juego, aunque el golpeo del primero haya causado alguna pesadilla a los granadinistas. Aleñà debería ser la pieza clave que dé sentido a todo el centro getafense, pero se le sigue esperando.

En la zona decisiva, Jankto debe mejorar si no quiere acabar como pufo del año, y eso que Vitolo, más en la enfermería que en el campo, no le está apretando. Arriba solamente Sandro se salva con dos goles en ocho duelos. Ünal está pasando desapercibido, Mata no es el que derribó a los 32 la puerta de la Selección y de Macías se sabe poco más que el nombre. Se acerca el invierno.

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