Zafarrancho de combate en el Zaidín por Ucrania
Alimentos y medicinas. La comunidad ucraniana y los granadinos se vuelcan con la recogida de material humanitario para enviar al país invadido por Rusia
Son las doce y media del mediodía del domingo. Parroquia del Santo Custodio. Barrio del Zaidín. Granada. Se ubica a cuarenta horas en automóvil de Kiev, la capital de Ucrania asediada por las tropas de Rusia. Son cuatro mil kilómetros de distancia lo que separa Granada de Kiev, pero la distancia mental y la sentimental de la comunidad ucraniana en Granada hace que la guerra la lleven muy dentro.
En el salón parroquial la actividad es frenética. Hay urgencia. Están alerta. Todo combinado con ráfagas de solidaridad y de angustia. También hay mucha rabia contenida. El zafarrancho de combate en el Zaidín por Ucrania es intenso. Hay movilización general. El resultado se aprecia de inmediato. Hay un desfile de ucranianos y de granadinos con bolsas llenas de comida y de medicinas.
En el salón parroquial, el cuartel general de esta operación por Ucrania, los voluntarios dividen el género y lo empaquetan en cajas de cartón. Los recipientes de vidrio, por ejemplo, los de las legumbres, son envueltos en plásticos de burbujas para que no se rompan durante el traslado. En otras cajas de cartón van los artículos de higiene de primera necesidad. Desde pasta y cepillos de diente hasta gel y champú de baño. Cuentan ellos que se comunican a diario con sus familiares en Ucrania, que la guerra relámpago de Rusia ha sido tan inesperada «que nadie había hecho acopio de nada en sus hogares».
Las experiencias
Parece que Europa sangra cada 25 años. Si en la década de los noventa fueron los Balcanes, ahora es el turno de Ucrania. Aunque nadie lo entiende, en este salón parroquial del Zaidín no hay tiempo para las lágrimas. Hay que detener las balas rusas. Lo comparte Ostap, de 25 años, que el pasado viernes ya apareció en la concentración de Plaza Nueva con una enorme bandera ucraniana. «Somos pocos, unos trescientos en Granada y medio centenar en la comunidad religiosa, pero con la invasión estamos creciendo».
Ostap está de momento muy contento con la reacción en Granada. «Estamos recibiendo una gran cantidad de alimentos y medicinas. Ahora tenemos que resolver su traslado hasta Ucrania. Estamos hablando con ONGs, voluntarios con furgonetas y con la Cruz Roja».
Cuando cuenta experiencias de sus familiares en Ucrania el tiempo como que se detiene. «Tengo amigos que viven en Málaga y Huelva, que han dejado sus trabajos y han partido a Ucrania a defender nuestro país. En el camino se cruzan con sus hermanas, primas y madres que huyen de los combates». Queda la esperanza, y el agradecimiento por toda la ayuda.
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