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La colección de cucharillas holandesas de plata, labradas con exquisita técnica, serán expuestas en el Museo Sefardí del Realejo. Pepe Marín

Supervivientes del expolio de los nazis y del Holocausto

Seis cucharillas que un orfebre de Amsterdam dejó en manos de su discípulo cristiano ante el avance de las tropas de Hitler llegan a Granada para ser expuestas en el Museo Sefardí del Realejo tras una aventura de película

Lunes, 8 de diciembre 2025

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El museo judío más pequeño del mundo está lleno de grandes historias. La última acaba de ocurrir y las protagonistas son una colección de cucharillas de plata de un orfebre holandés asesinado en el campo de exterminio de Auschwitz, que han ido durante casi un siglo de mano en mano hasta llegar al Museo Sefardí del barrio del Realejo.

Yosef Ben Abraham Romero, uno de los responsables del lugar junto a su mujer, Batsheba Chevalier Sola, está estremecidos por el valor de estas cucharillas de plata. «Los nazis exterminaron a más de seis millones de judíos en los campos de exterminio, sí;pero también expoliaron sus inmuebles, objetos, colecciones y riquezas».

Aquí radica la importancia de esta colección. «Así es. Por eso es tan importante que estas cucharillas estén ahora en nuestro Museo Sefardí, porque son unas auténticas supervivientes del Holocausto y del expolio nazi».

La última conexión de esta cadena ha ocurrido en Granada, gracias aun médico de Jerusalén que vive en Salobreña

La historia de esta colección de cucharillas de plata no tiene desperdicio. Hay que remontarse a la II Guerra Mundial y a Holanda, país que cayó bajo el peso de los 'blitzkrieg' nazis, la 'guerra relámpago' con bombardeos de la Luftwaffe y avances de los carros de combate panzer. En esos Países Bajos, atenazados ante la llegada de los nazis y la amenaza de la deportación a los campos de exterminio vive y trabaja una familia de judíos sefarditas. Eran orfebres y anticuarios. El orfebre holandés, en el fragor de la II Guerra Mundial, se da cuenta que los nazis están a las puertas y ya sabe que deportan a los judíos. Toma sus precauciones.

Batsheba Chevalier Sola y Yosef Ben Abraham Romero. Pepe Marín

Los responsables del Museo Sefardí cuentan la historia. Este señor tiene un empleado que no es judío, es cristiano y le encargó el cuidado de la tienda y todos sus objetos. Le cede asimismo las escrituras para que todo sea legal. Le puso una sola condición: «Si alguien de la familia sobrevive a los campos nazis, te ruego que devuelvas los bienes». Se lo hizo prometer. Este buen cristiano se comprometió y así empieza la historia de las cucharillas holandesas errantes.

La magia del tiempo

Acertó de pleno este orfebre holandés y esta familia fue deportada por los nazis a un campo de exterminio desgraciadamente conocido, Auschwitz-Birkenau. Las cosas del destino, sobrevivió una persona de la familia, Rita, hija del comerciante. Rita volvió a Holanda y de alguna manera, el empleado supo que había sobrevivido.

Decidió buscarla y finalmente la encontró. La magia del tiempo hizo no solo que trabaran una amistad auténtica, sino algo más. Se enamoraron y contrajeron matrimonio. También devolvió todas las pertenencias. De esta forma, cumplió al pie de la letra la promesa que había hecho años atrás.

Rita recobró la felicidad y también la vida. Se convirtió en escritora, viajó mucho y cultivo numerosas amistades, entre ellas, la de un periodista de la cadena de radio y televisión BBC inglesa. Se trataba de John, un guionista de esta casa. Se convirtieron en amigos entrañables y, en reconocimiento de esta relación, como se llevaban tan bien, Rita regaló a John estas cucharillas de plata en señal de agradecimiento.

Yosef y Batsheba contemplan la colección de cucharillas Pepe Marín

Llegó el momento de la jubilación para John y, como buen inglés, decidió buscar el sol y el buen tiempo. La Herradura fue el destino elegido. Eran los años 70 y vivieron felices y contentos hasta el año 2008, cuando falleció. Le sobrevivió su viuda.

Faltaba una última conexión. «Nosotros, desde el Museo Sefardí, estamos en contacto con una familia judía askenazi (oriunda de Europa Central y del Este, a diferencia de los sefardíes, que provienen de España). Son de Israel, Yair es médico y tiene su consulta en la Costa, en Salobreña». Este médico es el eslabón último que permite mantener el linaje de estas cucharillas de plata y, de paso, esa lejana promesa de que siempre estuvieran al lugar al que pertenecen: una familia judía.

«No me gustaría que estas cucharillas se perdieran», le dijo la viuda al médico, Yair. «Tú, como eres judío, puedes tenerlas y así se conserva el linaje». Pero Yair sintió que las cucharillas de plata podían lucir mejor a la vista de todo el mundo. «Así es. Se puso en contacto con nosotros y nos las ofreció. Aceptamos sin saber la importancia que podían tener. La sorpresa nuestra fue increíble. Fue un momento muy emotivo. Era algo muy importante. Son piezas que han sobrevivido al Holocausto y al expolio de los nazis», aseguran desde el museo.

De vuelta a Holanda

La noticia de la donación de la colección de cucharillas de plata ha llegado hasta los Países Bajos. Inmediatamente, este país europeo ha manifestado su intención de recuperar las cucharillas de su país que llegaron a Granada tras sobrevivir al Holocausto.

Su embajada en España muestra «gran interés» por los objetos, pero los dueños del museo donde se exhibe tienen claro que no dejarán que se las lleven. De hecho, tienen ya todo preparado para ir al notario para que dé fe de la donación y todo sea perfectamente legal. «Las cucharillas no van a salir del Museo Sefardí de Granada bajo ninguna circunstancia», terminan los responsables del centro.

4 habitaciones para 21 siglos y una cronología de 4.000 años

El Museo Sefardí de Granada es una iniciativa personal y también el proyecto de vida del matrimonio formado por Batsheba Chevalier Sola y Yosef ben Abraham Romero, cuyo objetivo es mantener vivo el recuerdo y la tradición de los judíos en Granada. Para ello, han habilitado una casita en el barrio del Realejo de Granada, el antiguo barrio de judío, y lo han transformado en un pequeño museo con grandes historias. «Son cuatro habitaciones que cuentan 21 siglos de historia y una cronología de 4.000 años».

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