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Las manos de Manu son su herramienta para sanar las lesiones corporales. Pepe Marín

«La nueva normalidad me pilla con las manos ocupadas»

Mi nueva normalidad ·

Manu Muñoz Gamarra, 'fisio' granadino, ha trabajado en la cuarentena a domicilio en casos urgentes y ahora ha abierto sus clínicas para recuperar tono empresarial

Jueves, 14 de mayo 2020, 01:20

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La nueva normalidad le ha pillado a Manu con las manos ocupadas. Pero no. No es que esté mano sobre mano, a la espera cual un Godot cualquiera. Manu es fisioterapeuta y con sus manos-herramientas sana, cura, estira y alivia dolores, pinzamientos, molestias.

Un dolor de espalda se cura con sesiones de fisioterapia. Ycon entrenamiento a base de posturas correctas en el trabajo y tablas de ejercicios para realizar en casa. Pero si las consultas están cerradas, como así ha ocurrido durante el estado de alarma, ¿qué se podía hacer? El 'aguantoformo' no es desde luego un remedio para esos dolores intensos que empiezan en la nuca, recorren todo el cuerpo y terminan en la planta del pie. La solución es una buena sesión de 'fisio' que reactive los tejidos y estire músculos y tendones. En lenguaje popular, un par de crujidos bien dados. Y es aquí donde el trabajo de Manu se hace indispensable.

La última hora de Granada

Manu Muñoz Gamarra tiene 37 años, es de Granada y se diplomó en Fisioterapia en la UAX, la Universidad Alfonso X El Sabio. «Me dio por la 'fisio' porque llevo viéndola desde pequeño, porque mi padre también es 'fisio', así que desde pequeñajo, un poco de 'fisio' por aquí y otro poco de baloncesto por allá y ahí me he quedado», cuenta desde su metro noventa y pico, coronado por una gran sonrisa.

«Eso sí, en baloncesto siempre amateur, que soy más malo que un bocao en el pescuezo».

Estudió de crío en el colegio Cristo de la Yedra y luego pasó al Instituto Francisco Ayala. De ahí marchó a Madrid a la UAX, y en tres años tenía el diploma de 'fisio' en el bolsillo y el DNI solo le marcaba veinte añitos. Siguió más cursos de formación: «osteopatía, fisioterapia deportiva… mil cosas, vaya», pero que «a los veinte años ya estoy currando. Y hasta hoy así sin parar».

Su vida transcurrió desde entonces entre camilla y camilla. «Empecé a trabajar con mi padre. Me fui a Francia a trabajar como 'fisio' en un hospital para la tercera edad en Saint-Étienne. Luego en Lille, otra gran ciudad francesa, donde trabajé en Neurología. Allí atendíamos a pacientes con un ictus, por ejemplo, o parkinson o hemiplejia».

Su periplo viajero terminó en el País Vasco, en Vitoria, donde pasó una temporada completa en el club de baloncesto Baskonia. En resumen, «desde los 20 a los 28 estuve dando vueltas por Francia y luego en Vitoria. Pero, a los 28 años, me volví pa Graná». Montó una clínica en el Realejo propia. «Y hace tres años otra más grande en el parque Almunia, con Marina y Alberto. Somos todos socios y es la que ahora queremos hacer despegar tras el estado de alarma», subraya.

Manu trabaja la espalda de un paciente con todas las medidas de seguridad posibles para cumplir su función y evitar el contagio. Pepe Marín

«No he trabajado mucho»

Manu reconoce que durante lo más duro del estado de alarma ha estado preocupado. «No he trabajado mucho en el confinamiento. Podíamos trabajar pero cesamos por conciencia, para impedir la propagación del virus. Luego trabajé en principio las urgencias, la gente que me llamaba por teléfono y me contaba que estaba bloqueada y que necesitaba seguir trabajando. O gente que vivía sola y necesitaba ser autosuficiente».

Eran casos extremos, que necesitaban, una vez más, de sus portentosas manos. «A partir de la mitad de la cuarentena atendía a dos personas al día». El paciente, en cada caso, tenía que enviarle por correo electrónico un consentimiento con todos los datos en el que se especificaba que era un tratamiento de urgencia. Entonces, Manu, se desinfectaba, se colocaba la mascarilla, arrancaba el coche con la camilla plegable en el maletero y se desplazaba al domicilio correspondiente. Una vez allí, montaba una especie de consulta con todos los elementos necesarios para impartir su sesión, siguiendo un intenso protocolo de medidas de seguridad.

Esta travesía del desierto ha llegado ya al final. «La semana pasada hemos ido abriendo progresivamente las dos clínicas. Imagínate, supermedidas de higiene y cita previa». Como ya la tenían antes, sin problema.

«Se nota que la gente va queriendo volver a la normalidad, pero todavía hay bastante respetohacia el coronavirus»

Y, de momento, ya tienen sensaciones: «Se nota que la gente va queriendo volver a la normalidad, pero todavía hay bastante respeto hacia el coronavirus». Y, por supuesto, lo que se encuentra:«Hay gente que se ha lesionado durante el confinamiento, ya sea en casa haciendo ejercicio sin control; o lo mismo pero en la calle». No será el primero que le dice;« Es que ayer salí a correr y...».

Agradece también el comportamiento de los pacientes. «La gente está muy concienciada de que tienen que esperar fuera si coinciden con otro paciente. Yla desinfección la llevan a rajatabla». Del tema económico, ni una palabra. Bueno, no. Mejor una.« Fatal». «Hay que tener en cuenta que nos hemos tirado más de un mes sin ingresar y teniendo que pagar. Antes de la cuarentena invertimos en varias máquinas de tratamientos médicos, además de los alquileres y gastos ocasionados... En fin».

Del futuro a corto plazo prefiere ser una pizca optimista: «En principio sí vamos a notar un poco el confinamiento y el encierro de la gente, pero nuestra profesión creo que no se va a ver tan mermada como las de otro tipo». «Esperemos».

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